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domingo, 26 de mayo de 2013

Tras la barra del bar... una vida se va. (Fito)







He leído por ahí que España es uno de los países del mundo que cuenta con más bares, y me lo creo; para bajar la media tenemos a Santibañez de Vidriales, que antes de la crisis llegó a 17 (o más, según se mire), uno por menos de 30 habitantes, todo un record. Digo lo de “según” por atenerme a la escueta definición de bar, como local con “barra”, del inglés “barrera”, donde se despacha todo tipo de bebidas, ya que en este pequeño pueblo el mismo propietario abría anexos otros locales con nombre propio, camareros, etc, aumentando la cifra. Pero el bar es mucho más complicado de definir, es un local espiritual, de reunión y tertulia, pensamiento y divulgación, es un “ríete tú de la mejor red social”, donde la música y la literatura acampan y gobiernan bajo la influencia o al amparo de la bebida, en un ambiente que atrapa e incita a volver. Montones de canciones: “clavado en un bar”, de Maná; “visite nuestro bar”, de Hombres G; “el calor del amor en un bar”, de Gabinete Caligari; “tras la barra del bar”, de Platero y tú; “peor para el sol”, de Joaquín Sabina; “quiero beber hasta perder el control”, de Los Secretos… y un largo etcétera me vienen a la cabeza…, y ocurre lo mismo con la literatura,
“Si es o no invención moderna,
vive Dios que no lo sé,
pero delicada fue
la invención de la taberna.
(Baltasar de Alcázar)”
aunque la que más me gusta no tiene autor conocido, fue regalada a las puertas de los servicios o en otro rincón recóndito, como quien coloca su bandera en la invasión personal al lugar que le gusta y desearía volver. El propio camarero te da la bienvenida con arte:
“Beber que tengo buen vino,
de política no hablar,
no armar broncas ni jaleos
y antes de salir, pagar”
“Aviso, beber agua no potable puede matar tu sed”, y no te preocupes, “está bien ser abstemio, pero con moderación”, también “se necesitan clientes, no hace falta experiencia”, y aquí “podemos asegurar que 5 de cada 10 consumiciones son la mitad”
Pero la palma se la lleva la reina de la bebida, la cerveza:
"Cebada, lúpulo y levadura
encontraron el agua más pura y,
tan maravillosa mixtura,
se cocina a alta y baja temperatura.
De cuatro a seis semanas madura y,
sale con tal frescura,
cuerpo y dulzura,
que tomarse una sola es una auténtica locura.
Incline el vaso con mesura,
y sírvase la calidad que año tras año perdura.
No se lo digo con vanidad,
para tomarse una “birra”
no hay momento, ni hay edad."
Por eso “24 horas en un día, 24 cervezas en una caja… ¿coincidencia?”, “la cerveza es necesaria para que la sed merezca la pena”, o la impepinable “sexo y cerveza fría, por lo menos una vez al día”. Con la prohibición de fumar tan discutida e incomprendida, alguien, en defensa de su calidad del aire apuntó irónicamente:
“El humo de su cigarrillo es el residuo de su placer, pero, sin mi consentimiento, usted contamina el aire que respiro, ensucia mi cabello y mi ropa, y destruye mis pulmones. Sucede que yo también tengo mi placer, me gusta tomar cerveza, y el residuo de mi placer es la orina… ¿A usted le gustaría que yo le meara?”
Estando serenos esto no tiene réplica, aunque en estos lugares “algunas veces un hombre inteligente es forzado a quedar borracho para pasar un tiempo con los tontos”, con los que afirman que “el día que lean que el alcohol es malo para la salud, dejarán de leer”, o definen la “realidad” como “una alucinación producida por la falta de alcohol”; entonces aparece aquél que dice “es mejor ser un borracho famoso que un alcohólico anónimo”, y proclama su deseo de mejorar: “¡este año no bebo más!, igual si, pero más no”. Caldeado el ambiente, nada como un buen brindis:
“El que bebe se emborracha,
el que se emborracha duerme,
el que duerme no peca,
el que no peca va al cielo,
y puesto que al cielo vamos…
¡bebamos, bebamos, bebamos!”
Lo de los servicios mejor dejarlo, solo este par de letreros refleja la preocupación del dueño del local por mantenerlos higiénicos:
“Cagar de gusto,
oler da pena,
no seas cabrón
y tira de la cadena”
“Después de la faena
tire de la cadena,
y si no se va la zurruspilla
utilice la escobilla”
Llega la hora de pagar. Se complica la cosa. El camarero dice que “se puede pagar a plazos, tenemos plena confianza en Dios. Los demás pagan al contado”, que “hoy no se fía, mañana si”, repetimos, “aquí no se fía, y el que fía no está”, porque “tenemos un trato con el banco, ellos no despachan alcohol y nosotros no aceptamos cheques”. Después las despedidas: “no hables tanto de ti, ya lo haremos nosotros cuando te vayas”, o “si bebes no conduzcas, se te podría derramar”. Esto es un bar, “abierto 7 días a la semana, y también los fines de semana”, donde
“abrimos cuando venimos,
cerramos cuando nos vamos,
si vienes y no estamos
es que no coincidimos”
Rindo pleitesía a dueños y camareros por su inacabable paciencia, nada sería lo mismo sin sus locales, donde preguntan
“¿Qué tiene un vaso de vino? Vale 0,60 euros y da derecho a: usar palillos, gastar servilletas, ver la televisión, sentarse en una silla, ocupar una mesa, hacer aguas mayores y menores, gastar papel y agua, lavarse las manos con jabón, utilizar el secador, tirar colillas al suelo, jugar a los dados, cartas o dominó, conocer gente y reír o quejarse en voz alta. Y, encima, decir que el dueño gana mucho dinero.”
El reportaje fotográfico que acompaña este artículo es de uno de los bares emblemáticos de Santibáñez, el de Alfonso Ferreras, donde además de las ventajas enumeradas anteriormente se puede jugar a las loterías y apuestas del Estado. Me gusta su decoración, yo diría barroca (en el buen sentido), por el derroche de detalles relacionados con este mundillo de ocio, en el que uno se entibia o refresca, a elección, y las horas vuelan a traición. Me despido con una última frase, para meditar:
“El día en que ha de llegar la paz al mundo, será aquel en que dos contrincantes compartan una cerveza.”
En un bar, por supuesto.
  










 Con permiso de Coca Cola, Benditos Bares.
Siempre geniales, siempre Coca Cola.







sábado, 18 de mayo de 2013

El Padre Abelardo, vidrialés summa cum laude


Este 18 de mayo se conmemora en San Pedro de la Viña el primer aniversario de la muerte de una de las más notables figuras ilustres aquí nacidas, Abelardo Lobato Casado, Padre Dominico; tan conocido y valorado internacionalmente en su campo como extraño en el nuestro de Vidriales. Considerado uno de los grandes intelectuales del siglo en Europa, autor o coautor de más de 40 libros, incontables artículos, cursos, conferencias… detallar su vida laboral agotaría el espacio para este artículo; permitidme solo apuntar que estuvo en lo más alto, derrochando espiritualidad como consejero y amigo personal del Papa Viajero, Juan Pablo II, y en lo más raso, incansable conversador sobre cosas cotidianas y terrenas con sus vecinos vidrialeses durante las escapadas a esta tierra zamorana. Nació el 20 de enero de 1925, sobra decir que de forma humilde, ocupando el cuarto puesto entre cinco hermanos. Recién nacido, la ti Rosaura, la mujer que ayudó en el parto, recomendó que le aplicaran con urgencia el “agua de socorro”, como así se hizo, porque aquel niño estaba muy débil y padecía ictericia neonatal. No fue el único contratiempo en su niñez, pocos años más tarde, el pan horneado en casa con un saco de harina contaminada de la fábrica de Santibáñez intoxicó a toda la familia, excepto a la abuela, que inexplicablemente no lo probó. Su hermano Germán, el pequeño, murió añadiendo más dolor a la familia, que sin apenas medicamentos luchaba por sobrevivir. Pero quizás no fuera casualidad el haber nacido el mismo día, 700 años más tarde, que el que fuera su incondicional maestro, Santo Tomás de Aquino, y aquellos tropiezos no hicieron más que adelantar terreno hacia una vida de estudio y divulgación de sus reflexiones y enseñanzas. La escuela le parecía pequeña, por eso pedía a sus padres algo más, el quería “ir a los frailes”. Ellos primero ignoraron aquella petición, luego le dieron largas, y al final tuvieron que aceptar, cuando Abelardo habló con D. Ángel Saavedra, sacerdote y profesor de la preceptoría del Santuario de la Virgen del Campo y le dijo - “mi padre quiere hablar con usted”. Comenzó a mitad de curso, tanta era su prisa por aprender, y aún le sobró tiempo; sacó dos cursos adelante para ir con los de su edad. Cuantas veces, cuando sus hermanos mayores volvían de las habituales salidas nocturnas, entraban en su habitación para despertarlo: se dormía sobre las páginas de un libro, recostado a la luz del candil de aceite. Al fin consiguió su objetivo, a los 17 años ingresa en el convento de Almagro, para estudiar filosofía, teología y humanidades, donde se ordena sacerdote; era el año 1949. Celebró su primera misa en San Pedro de la Viña, rodeado de los suyos, para unir en matrimonio a su hermano Baltasar y a su cuñada Manuela. Sus primeras palabras, como era de rigor, fueron: - “Queridos hermanos”. La señora Amelia, vecina y asistente al acto contestó en voz alta: - “Nunca mejor dicho”, anécdota famosa y recordada por la familia con la satisfacción de ver los sueños cumplidos del niño que quería ser fraile. Pero aquello no había hecho más que comenzar; luego Roma, Granada, Madrid, Salamanca…, profesor, catedrático, decano, Maestro en Sagrada Teología, delegado en el Consejo de Europa para los Derechos Humanos…, el Padre Abelardo, experto tomista, fue promotor y director de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino, que tiene como fin, como rezan sus estatutos, “el examen de los problemas fundamentales de nuestro tiempo, especialmente los que dicen relación al pensamiento cristiano, a la luz de las enseñanzas de Santo Tomás”. Multilingüe, viajó incansable por el mundo proclamando una existencia más justa y moralmente correcta. Entre las enseñanzas de Jesús encontramos “A quien mucho se le da, también se le pedirá mucho; a quien mucho se le confía, se le exigirá mucho más (Lucas 12:48)”. Pues bien, este ha sido mi pequeño homenaje, un esbozo de la parte vidrialesa en la semblanza de un hombre que lo dio todo, el Padre Abelardo; o tal vez pudiéramos decir… Padre Perseverante...
 descanse en paz. .




domingo, 12 de mayo de 2013

El arca


EL ARCA

En un extraño reposo,
de los hombres olvidada,
y entre cosas de sus tiempos,
dormita repleta un arca.
Ya no brilla la madera
que, en su juventud, brillara,
donde cruzan hondas grietas,
con pegotes remendadas;
le faltan tornillos, clavos…
sobra carcoma en sus patas,
y el óxido ronronea
los pernos de las bisagras.
En su adentro reina el frío
por viejas sus cosas callan,
esa, que tuvo albedrío,
hoy solo guarda batallas.
Fueron muchos largos años
cargando el peso de casa,
a cualquier hora del día
qué le pides, ahí estaba:
para hallar estuvo abierta,
por proteger fue cerrada,
y en las idas y venidas
halló su vida pasada.
Llegó el fin, el día triste
que en la estancia molestaba,
de refugio a fastidio,
de ser útil a ser carga,
futuro nuevo le ofrecen,
no le gusta pero calla;
arrastrada hacia el trastero
mira atrás avergonzada.
Allí termina su vida,
cual trasto entre trastos clama
no la arrojen al olvido,
que alguien vuelva a visitarla.
Y suspira y entristece,
conforme las horas pasan,
hasta que llegan las noches…
y entonces… ¡qué mal lo pasa!.
Ya nadie quiere lo viejo,
dicen que sobra, que mancha,
cuantas veces su pellejo
guardara nuestras migajas,
ahora necesita aliento, y…
nuestra mano lo rechaza;
otras manos, si no al tiempo,
nos darán justa venganza.
Como es cierto, lo presiento,
todo llega, todo acaba;
mejor decirlo no entiendo…
más claro, dicen, el agua.

ETJ







domingo, 5 de mayo de 2013

Para las madres


He oído decir que el hecho de tener un hijo no hace a uno padre, o madre; del mismo modo que tener un dedal no hace a uno sastre, o modista. Sabias palabras, sin duda, dignas de meditación. Un hijo, o una hija es una de las pocas cosas que tenemos que estrenar sin manual de instrucciones, hoja de reclamaciones, etiquetas…, eso si, ninguna fecha de caducidad; aunque para ayudarnos en su educación y cuidado contamos con la importante experiencia de haber sido hijos y un admirable instinto natural.

Ser padres, teniendo consciencia de ello y deseándolo, es algo maravilloso; para mí es el acto más relevante como ser humano, que lo mismo que el resto de seres vivos, asegura así la continuidad de la especie. Si fallara este primer y elemental principio, indudablemente fallaría todo el sistema, en el cual la mayor tarea la lleva la madre, pilar indiscutible de la sociedad. Adaptará su cuerpo y espíritu a lo que será una nueva criatura, y luego, en los primeros años, unos invisibles lazos la mantendrán atenta, preocupada, educativa y servicial… es el milagro de ser madre, calificativo ganado a pulso; es, pues, mucho más que engendrar.

El primer domingo de mayo, en una importante parte del mundo, se celebra el día de la madre. Desde este espacio les deseo felicidad para este día, y mucha más para el resto de los días del año; ser madre es esa medalla que con nuestros brazos colgamos sobre los hombros de una mujer toda nuestra vida… ¿por qué recordárselo un día solo?. Feliz día para las que esperan, para las que lo son, para las que no lo han podido ser y desgranan su innato amor maternal sobre otros niños, y para las que ya se han ido…, para ellas y desde el corazón, otro beso más, para sumarlo a los incontables compartidos con sus hijos.

En este día tan especial quiero rendir homenaje una de estas últimas, pues ya falleció hace bastantes años, y era natural de Santibáñez de Vidriales. Pero antes matizar que hoy día entendemos los partos, ese primer paso para ser madre, como situaciones que requieren cuidados médicos, pero no siempre ha sido así, o mejor dicho, casi nunca ha sido así. El parto no es una enfermedad, si no un proceso natural, y como tal, hasta hace relativamente pocos años, sucedía en casa. Sólo en casos difíciles acudía un médico, por lo general eran otras mujeres las que asistían a las parturientas, orientándolas y ayudándolas en tan doloroso y feliz acontecimiento. Ellas eran las parteras, matronas, o comadronas, ellas eran las confidentes y amigas en las que depositar el delicado e íntimo momento de traer al mundo a su hijo.

Y una de ellas era María, la señora María. Madre por partida triple: madre por naturaleza: 6 hijos en dos matrimonios; madre por caridad, y por empatía, al ver nacer tantos niños; y “madre” o madrina de muchos de aquellos en señal de agradecimiento y respeto por los servicios prestados. Quienes la recuerdan, pocos ya, dicen de ella una persona buena, caritativa, generosa… extraordinaria. Dirigía un negocio, Ultramarinos y Coloniales Arturo González, hasta que lo dejó en 1954, junto con su casa, para irse a vivir a Madrid. Hasta entonces era solicitada para cualquier problema: médico, sobre embarazos, para “echarle” el responso a San Antonio, en las defunciones, en caso de necesidades económicas, alimenticias… las puertas de su casa estuvieron abiertas día y noche para cualquier persona, agradecida y desagradecida.

Las mismas puertas que los actuales dueños tan amablemente me abrieron al nombrarle a la señora María, para hacer unas fotos al local comercial, una zona de la casa en la que no han hecho reformas, y se encuentra casi como ella la dejó, con sus depósitos de aceite, medidores, básculas, estanterías…. Aquí venían los pobres, porque sabían que por lo menos aseguraban un plato caliente; aquí se pedía prestado, la señora María tendría las manos pequeñas, pero siempre abiertas y limpias; aquí vivió una madre de las madres, en su recuerdo y como felicitación para todas, adjunto la poesía que un hijo de aquella magna mujer, el señor Isaac, escribió en su memoria.

Y permitidme añadir que si hoy es el día de la madre, ayer fue mi cumpleaños, dos días seguidos de felicitaciones familiares y un poco de reflexión para este artículo bien merecen un mensaje en nombre propio y en el de mis hermanos para otra María, Ana María, nuestra madre: 
Feliz día, mamá, te queremos.









A MI MADRE

Hoy me viene a la memoria,
y lo quiero aquí plasmar,
la vida de una señora
que fue una vida ejemplar.
Aún son muchas las vecinas
que con cariño, la recuerdan,
y todo cuanto aquí les digo
fue su vida verdadera.
Y… es que esta buena mujer,
a lo largo de su vida,
muchos niños vio nacer
pues experiencia tenía
para ayudar… asistir,
y fueron muchas las madres
a las que ayudó a bien parir.
A los difuntos amortajó,
pues ella siempre estaba allí,
con cariño, y con amor,
les rezaba su oración
y les ayudó a bien morir.
Y era tanta su bondad,
y de corazón tan noble,
que de su boca quitó el pan
para dárselo a los pobres.
Pues no hubo un solo mendigo
que a este pueblo viniera,
que ella no lo recogiera
dándole pan y cobijo.
Desde el año de su muerte
no ha pasado un solo día
sin que alguien me la recuerde
con amor… y simpatía.
Con lágrimas en los ojos,
y la emoción contenida,
me decían, entre sollozos,
qué buena era María.
Y era su emoción tanta,
que no se pudo reprimir,
y se me atrevió a decir
tu madre… era una santa.
Yo no digo que fuera santa
de ponerla en el altar,
pero si, que en el cielo está
con el rosario en la mano,
rogando por sus familiares,
sus amigos, sus vecinos y paisanos.
Y, para terminar,
sin querer hacer alarde,
me complace en recordar
con emoción y alegría,
a la que fuera mi madre
y su nombre fue MARÍA.

Isaac Gonzalez