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domingo, 13 de junio de 2010

La chimenea de la alcoholera



Si hiciéramos una lista con las “7 maravillas” de la construcción de la comarca, sin duda no faltaría a la cita un icono de la “época dorada” de Santibañez de Vidriales; la chimenea de la alcoholera. Mudo vestigio de la industria de aquellos años de prosperidad y trabajo, hoy, solo soporte del nido de la cigüeña. Altiva y arrogante, perfecta, diría yo, sin mostrar señales del paso del tiempo, ya veis, más de medio siglo y como el primer día, un lujo.



Tiene una altura de 21,5 metros, en su base una circunferencia de 5 metros, y está construida en el año 1949, sin andamio exterior, pues todo el material se subió y colocó desde dentro, añadiendo dificultad a la obra. Está compuesta íntegramente de ladrillos, cal, arena y una pizca de cemento, poco, que de aquella era muy caro. El maestro de obra fue D. Exuperio Tejado, y como obreros participaron sus tres hijos, Pedro, Plácido y Ramón, Gaspar y Sabino de S. Pedro de la Viña, Miguel Ferreras y Jesús “el Lindo” de Santibañez, Felicísimo,“Fiso”, de Carracedo y otros que desconozco y siento no nombrar. D. Exuperio cobraba 15 pesetas diarias y los obreros 9, de sol a sol, haciendo honor a dos refranes populares, “a quien madruga Dios le ayuda”, y “a sol puesto, jornalero suelto” (“y si no dan bien de comer, antes del sol poner”, como picarescamente se solía decir). El solar, era de “el ti José el pito”, que tenía panadería, bar y daba comidas en las ferias, y la alcoholera al parecer ocupa solo la mitad de la finca, que fue comprada por la sociedad Riesco y Romero, promotores de aquella industria que generaba gran cantidad de puestos de trabajo, y daba categoría a aquella pequeña ciudad que era Santibañez. Como anécdota, cuando D. Exuperio terminó la chimenea, se subió encima y dio una vuelta alrededor. Seguramente, su satisfacción por una buena obra terminada fue total, y con ese detalle nos lo hizo saber.