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domingo, 26 de septiembre de 2010

La fuente



Apartada y olvidada. Abandonada y recluida en un entorno anacrónico y vulgar. Sencilla y digna, valiosa y apreciada colaboradora desinteresada del mayor recurso para la subsistencia humana y su asentamiento en poblados: el agua. Por otra parte, lugar de reunión, de encuentros, de secretos, de inevitable cotilleo, rompedora de cántaros, botijos, barriles y barrilas por el diario tránsito hasta que la modernidad aconsejó enterrar tuberías para traer el agua de más lejos, y desterrar nuestra querida fuente que tantos años nos apagó la sed. Tampoco los dichos recipientes de barro para su transporte tuvieron mejor suerte, porque después, con un pequeño giro de muñeca, nuestro vaso rebosa agua al lado mismo de nuestra mesa, sin salir de casa. Y la fuente cada día más sola, ya nadie se ha preocupado de limpiarla, ni siquiera en las últimas facenderas del día del entruejo se tuvo en cuenta. Y ahí se queda triste, sucia y… rota. Aunque cada día siga esmerándose en llenar su panza para ofrecernos un regalo, pasaremos de largo porque ya no nos es útil, ya no queremos su amistad, aunque nos haya dado la vida. Fuente mala la llaman, fuente si, pero mala… ¡lástima!, porque en algún lugar, seguramente, la coronarían reina de la tierra.


La culaga


Si en Ayoó al volver una esquina te encuentras que la calle es demasiado ancha para una persona caminando y demasiado estrecha si llevas un vehículo, aunque sea una bici o un carretillo, estás ante una culaga. En un pueblo, donde el precio del suelo y del quinto de cerveza anda ras con ras, no se explica bien lo que vas a ver. Parece la obra de un ingeniero que no pasó de parvulito. Totalmente desaconsejado el tránsito para la gente con manías, claustrofobia, aracnofobia, ligofobia, rozaduraenbrazofobia, (solo ésta me lo he inventado yo, eh). Ahora bien, para los Ayoínos es el alivio, como la recta, el camino mas corto, el aliciente para salir de casa, el antídoto de la pereza de ir a tal sitio, porque como vamos por la culaga… En el vecino valle de la Valdería, en Felechares, la misma calleja se llamaría caloga, en Santibañez la llaman currupia y en San Pedro de Ceque cuyalina. Eso si, antes de entrar, mirar por si hay que dejar salir, o merece la pena el roce…