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domingo, 26 de diciembre de 2010

¿Porqué los gatos entran en la Iglesia?


El día 25 de diciembre, Navidad, a las 10 de la mañana, entré en la iglesia para dar los últimos retoques al belén. Mi sorpresa fue mayúscula al descubrir que una zona se movía, que el serrín que simula el suelo tenía movimiento propio, como si un miniterremoto estuviera produciéndose en ese momento, por no hablar de magias u otros misterios que en aquel lugar le ponen a uno los pelos como escarpias. Después de unos segundos de incertidumbre observé unas conocidas pisadas por toda la superficie del belén, y me dí cuenta de lo ocurrido. Ayer, con el ajetreo, se nos coló un gato en la iglesia, un lindo gatito, como diría Piolín, y pasó la noche encerrado. Por la mañana, al sentirme, se escondió bajo la estructura del belén y me dio un susto de mil demonios. Pero claro, la noche es larga y tuvo tiempo de satisfacer su natural curiosidad entre las casitas, el río, el castillo y demás infraestructuras. Como un impresionante Godzilla provocó el pánico entre las figuritas, ya que varias estaban cuerpo a tierra, así como gallinas, patos, burros y demás bichos. A lo mejor el gatito quería colaborar, y la verdad es que lo hizo bien, nos dejó su montoncito, bien tapadito, como fiel cagón viviente, y esta simpática anécdota como regalo de Navidad. Seguro que algunos os habréis dado cuenta que el encabezamiento es un antiguo acertijo, solo que cambiando perro por gato. Y la respuesta es… “porque la puerta está abierta”.



Aprovecho, desde la modestia de éste blog, para desearos lo mejor en estas enternecedoras fiestas, en especial a los que éste año les haya sido un poco injusto, para que el que entre lo tenga en cuenta y les dé doble ración de paz y bienestar. Feliz navidad, y próspero 2011.




miércoles, 22 de diciembre de 2010

San Bartolo


La fiesta grande en Ayoó, con misa de asistencia y procesión sacramental se celebra el 24 de agosto, festividad de San Bartolomé, San Bartolo, le decimos con cariño. Pero esto no siempre fue así. En una fecha incierta, en las ferias de la Virgen del Campo de Rosinos, gran cantidad de Ayoínos se habían acercado al santuario a disfrutar de la romería, cuando en Ayoó unos niños iniciaron un incendio que rápidamente se propagó por todo el pueblo. Las principales causas fueron las cubiertas de los tejados, construidas con una estructura de madera y revestidas con manojos de urces, hábilmente tejidas y compactadas para impermeabilizar aquellas humildes viviendas, la proximidad de las mismas, el almacenamiento de materiales inflamables, como paja o hierba para el ganado y leña o útiles de madera para la labranza, y posiblemente algo de viento, que convirtieron en poco tiempo el pueblo en una enorme hoguera difícil de apagar. En ayuda de los improvisados bomberos acudió la fe. Las puertas de la iglesia se abrieron de par en par, y las imágenes sagradas fueron sacadas a la calle entre oraciones encomendándole acabar aquel infierno, ante la desesperación e impotencia de unas gentes que ven perderse sus pocas posesiones entre el fuego. Cuentan, que ya solo quedaba San Bartolo por sacar, por estar en lo mas alto del retablo, el sitio mas inaccesible, pero que tras el complicado y delicado esfuerzo de asomarlo a la calle, se obró el milagro, y así lo entendieron aquellos exhaustos y rendidos Ayoínos cuando vieron el incendio remitir rápidamente siendo sofocado sin daños personales, quedando solo unas pocas casas ilesas. Como agradecimiento, se trasladó la fiesta sacramental a las fechas actuales, reconociendo la ayuda del santo en aquel fatídico día. A San Bartolomé, apóstol de Jesús, es común representarlo en el momento del martirio, siendo desollado vivo, o bien con un gran cuchillo en la mano, o despellejado, con su piel colgando del brazo como si fuera una prenda de vestir. Por eso es patrón de los que trabajan las pieles o usan cuero y de las modistas, por lo dicho anteriormente. Todavía queda una tercera representación, la más escasa, que es pisando un demonio. Su origen puede ser de los evangelios apócrifos, donde Jesús le dice a San Bartolo que le muestre al demonio y que le pise la cerviz. En el retablo de la iglesia de Ayoó, lo tenemos en ésta tercera representación, que por más rara puede ser mas valiosa, con el pié izquierdo pisando un pequeño, “colorao” y feo demonio. Y como anécdota final, también existe una historia, (apócrifa, por supuesto) que cuenta cómo con la piel de San Bartolo hicieron un odre y lo llenaron de vino, de ahí que también sea patrón de los borrachos. Sin comentarios.


El nido



Recuerdo aquella trastienda que nos traíamos de niños con los nidos. Era todo un grado, un privilegio, conocer algún nido, y claro, no podía ser de golondrina, vencejo o incluso pardal, que esos abundaban y se encontraban fácil, tenían que ser de “pucherín”, de “tapadera”, de jilguero o cualquier otra raza que escaseara, entonces se enseñaba como el mayor de los tesoros, contándolo sólo a los más amigos, y con muchísimo cuidado se seguía el proceso desde el huevo al polluelo, aunque solía acabar en nido aborrecido. Cosas de niños. Hace poco, y aparentemente no tan niño, me ha tocado quitar un nido. Uno grande y pesado y de un admirado “pájaro”: la cigüeña. A causa del inminente y grave daño a la torre del Santuario del Campo, se optó por retirarlo, por desalojar a la cigüeña de su casa, lo que hoy en día, por desgracia con frecuencia, se conoce por un lanzamiento, pero con derribo incluido. Con gran pesar realicé la tarea, tengo que decirlo, y pude estudiar la composición de aquel nido, y después admirar la habilidad y el tesón de éstas aves para acarrear tal cantidad de palos, hierbas, trapos, cuerdas y tierra, mucha tierra, para construir su casa, para siempre mientras vivan, incluso defendiéndola de otras aves, porque ellas se van, pero vuelven al mismo sitio en las mismas fechas: “Por san Blas la cigüeña verás, y si no la vieres, mal anduvieres”. El nido estaba apoyado en una vieja y estéril cepa de vid, en lo que se conoce como un bravo. Una planta que vivía en perfecta armonía con su vecino, ella lo sujetaba sobre la difícil e inclinada superficie de la torre, y él le proporcionaba nutrientes y humedad para vivir con comodidad entre el cemento y las piedras de la mampostería. La naturaleza tiene estas maravillas, el orden en el caos, y por encima de todo, la supremacía de la vida. Y como colofón, el verdadero motivo de éste artículo. Cuenta una leyenda vidrialesa, que la Virgen del Campo se le apareció a unos labradores que cumplían con su labor en el campo, precisamente de ahí le viene el nombre, la advocación. Un detalle que recordaban de aquel extraordinario suceso era que la aparición fue al lado de un “chagüazo”, un arbusto sin mas valor que el de servir para el fuego. Recién construido el santuario, dicen, un fiel chagüazo nació en la torre para seguir proporcionando sombra a su protegida. En esta hermosa historia, el chagüazo era el bravo que sostenía el nido, que junto con él fue arrancado por el referido daño a la torre. Sé que volverá a nacer, su lealtad no la detendrá ni el duro cemento. Espero verlo pronto.