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lunes, 5 de noviembre de 2018

La ciudad de Sansueña: ¿mito o real?



Si preguntásemos a la inmensa mayoría de vidrialeses, y me atrevo a decir que a gran parte de la gente de los valles colindantes, por la ciudad de Sansueña, todos sin equivocación la situarían en el centro del cuadrado que forman San Pedro de la Viña, Santibáñez de Vidriales, Rosinos de Vidriales y Fuente Encalada, en torno al campamento de Petavonium. Sin embargo, en ningún registro o documento aparece dicha ciudad, como si lo hacen otros pueblos desaparecidos del valle en los alrededores: Villaverde, Huerga (ambos en San Pedro de la Viña), Guldanes (o la Magdalena, entre Villageriz y Rosinos) o Ciudadeja (al lado de Santibáñez); éste último es el topónimo que más se acerca al de Sansueña, con un único pueblo de San Miguel. Nada me parece más sano que un poco de investigación para aclarar la procedencia de éste lugar, (ya que además, da nombre al CEIP de Santibáñez de Vidriales, o al exquisito queso de Lácteas Zamoro) para ver que tiene de mito, o cuanto de real.

Pero cualquier investigador en la búsqueda de documentación se encontrará ante un velo de misterio; no hay un solo documento histórico que la sitúe no sólo en Vidriales, sino en cualquier otra parte de España sin tropezar con fábulas y leyendas. El cronista más cercano, nuestro zamorano Miguel de Cervantes, la sitúa en Zaragoza en su imaginario Quijote. Otros estudiosos, la mayor parte, la relacionan con Sajonia, Alemania. Aparece en poemas de caballería italianos como “Sansogna”, en los textos medievales franceses como “Sassogne” o “Saissoigne”…

Quizás el documento más antiguo relacionado con España que hable de Sansueña sea un poema, compuesto por la muerte del infante Fernando, hijo del Rey Alfonso VIII y Leonor de Inglaterra, que falleció a los 22 años el 14 de octubre de 1211. Los versos parecen una lista de cuantos reinos lamentan la triste pérdida, y textualmente incluye a “Samsuenha”. Pero según los estudiosos esta ciudad (o región) no se encontraría en España, tendría que ver con el primo del fallecido, y sería el ducado de Odón, en la Borgoña francesa.

Poco más tarde, Alfonso X en sus Cantigas de Santa María, menciona repetidas veces “Sajonia” (recordemos, uno de los probables orígenes del topónimo), y habla del hijo de una abadesa llevado a educar a “Sansonna” para evitar el castigo por su desliz. A la muerte de Alfonso, su hijo Sancho IV mandó terminar su obra póstuma, dejando medio clara la relación entre “Sasonia” (Sajonia), y Sansueña, cuando dice que (a Sajonia) la “llaman agora Sansuenna”.

Ni rastro todavía de la Sansueña española, y estamos terminando el siglo XIII. Más tarde, en el 1520 y en una novela de caballería aparece un “Duque de Sansoña”, pero vuelve a referirse a la Sajonia alemana. Tendría que llegar Diego Hurtado de Mendoza y Pacheco (1503-1575), poeta y diplomático español, para escribir por primera vez el nombre como lo conocemos hoy: “… quisiérades que por Sajonia dijera Sansueña…”.

Gran parte de los anteriormente preguntados de Vidriales y alrededores, en una nueva pregunta por el origen de la palabra, muchos dirían que árabe, o como comúnmente se dice… moro. Y ciertamente hay una relación, muy antigua (escrita aproximadamente en el año 1200, pero relata tiempos de los siglos VIII o IX), sólo que es ficticia, de los cantares de gesta franceses. Es la historia de la princesa mora Sibilia, hija del rey sarraceno Aygolant de Toledo, que aparece en el latín original como “regina Saxonie”, o en francés como “reÿna de Sancsueyna”, y por supuesto que tampoco indica la situación de la enigmática ciudad.

Lope de Vega, en 1619 publica una comedia, el marqués de Mantua, en la que reaparece la historia de la mora Sibilia, y ya claramente se dice, en castellano, “ese rey de Sansueña”. En otro romance, posiblemente del siglo XVI, que relata las andanzas del moro Calaínos (anónimo) vuelve a aparecer la misma Sibilia, pero como “Sevilla” e hija del moro Almanzor, rey de Sansueña o Zaragoza. Un tercer romance, el de don Gaiferos (anónimo popular), se desarrolla también en Sansueña con el mismo Almanzor. Y ya tenemos la respuesta al origen árabe, aunque sólo sea la misma fábula con pequeños matices.

Por terminar con los romances, tenemos un último de Luis de Góngora, titulado “Desde Sansueña a París”; como todos los anteriores, nos sigue sin situarla en el mapa con precisión histórica.

Otra crónica nos llega a partir del siglo XV sin saber cuanto tiene de real: San Cernin cristianiza “Santsueña” “veinte e dos años después de la pasión de Cristo” (sería a primeros del siglo primero). La firma Carlos de Trastámara, príncipe de Viana, aunque después dice que Sansueña la fundó el rey Wamba (rey entre 672 y 680) “e la llamó Bambalona (Pamplona) por él e por la reina Elona su muger”. Puro anacronismo.

Fray Luis de León, a mediados del siglo XVI habla de Sansueña en su “Profecía del Tajo”, situándola “vezina” del Ebro y de Lusitania, (¿a medio camino entre Pamplona y Portugal?). Tomás de Iriarte, en “El apretón”, localiza Sansueña cerca de Talamanca del Jarama (Madrid). Bernardo de Valbuena (1562-1627), eclesiástico y poeta español, en su obra de 24 libros y 40.000 versos “El Bernardo” publicado en 1624 en Madrid describe a Sansueña como una antigua ciudad, derrumbada, y la coloca de nuevo en Pamplona:
“Fueron de aquellos siglos fama honrosa
los torreados muros de Sansueña,
ciudad insigne, de gente populosa,
(…)
en muros y edificios elegante,
en sitio fuerte, en mármoles galano,
famosa corte un tiempo…
(…)
de armas ceñida contra el pueblo moro,
que en sangrientos rebatos persevera:
tenían sus torres chapiteles de oro,
y el firme muro, de jaspes era…”

Por Sansueña se conoce también un asentamiento lusitano en Arroyo de la Luz, en Cáceres. Ruinas, como las romanas (o quizás ástures), de nuestra Sansueña vidrialesa, como las de la ciudad maravillosa desaparecida y gobernada por reyes y moros de Pamplona, Madrid, Zaragoza, Francia o Alemania… esa ruinosa ciudad viajera como por arte de la imaginación, que nunca encontró aposento ni pobladores para hoy llevar con orgullo su gentilicio… a no ser unos cuantos niños del CEIP de Santibáñez, que se hacen llamar “sansueñines”.

Antonio Colinas dice de Sansueña que “Hoy las piedras son puros símbolos por toda la extensión del valle, piezas de un gigantesco rompecabezas que jamás llegaremos a reconstruir. Por eso hay que seguir leyendo en ellas para salvarnos de las ruinas de la Historia. Y de nuestra propia ruina”.

Amén.