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sábado, 28 de enero de 2023

Calzada, y el vado del Éria


Mi admirado Ernest Loewinsohn visitó varias veces Calzada de la Valdería, mi pueblo natal (no me canso de repetirlo). Una de las últimas, si no lo fue, viniendo acompañado entabló conversación con Miguel Martínez “Goma", que en aquel momento estaba al lado de su casa, a la entrada del pueblo bajando de San Félix. Venían buscando información sobre dos interrogantes relacionados entre sí: Una fuente de agua limpia y pura, donde pudieran beber las personas, y cerca de ella el paso de la calzada vadeando el lecho del río, o los indicios de algún puente. Algo que debería estar en esa zona, o quizás más arriba, donde el camino entraba derecho al río, perpendicular a la carretera actual.


Calzada romana al norte del río. 1973.

Calzada romana al sur del pueblo. 1973.

Miguel le habló de cierta fuente, la de Chamarreta, donde antaño las mujeres iban incluso a lavar por lo agradable e intenso de su manantial. Pero no acertó a enseñarle donde vadear el río con seguridad. Lo cierto es que Loewinsohn buscaba el paso más recto desde el tramo del otro lado del río, y su bajada al valle por la Arquilla, a la calzada que cruza el pueblo; sin duda alguna el primer camino elegido para la conquista por el ejército romano. 


La Arquilla. 

Pero ese razonamiento no funcionó esta vez, o al menos no ha quedado constancia. El paso que buscaba estaba casi 350 metros más abajo, en los Pasaderos, el vado del Caño. Cruzaba una zona muy apreciada en Calzada, que va desde el desaparecido molino harinero hasta la tradicional zona recreativa, conocida con un nombre, el Sagral, que invita a conjeturar por su parecido a “sagrado”. Aunque seguramente estemos ante la forma contraída de un fitotopónimo: el Salgueral, o lugar de salgueras. Ahí estaba la calzada, destruida por las nivelaciones para las plantaciones de manzanales del coto; y también las fuentes, dos en lugar de una: la fuente de Ribota y la del Sagral. ¿Tuvo acceso Loewinsohn a los mapas antiguos? Si es así, ¿por qué buscó tan arriba?


Vuelo americano 1973. Vado del Éria.

Es curiosa la progresión en la calidad de los mapas. A principios del siglo XX la Valdería se muestra totalmente carente de detalles; los pueblos aparecen fuera de lugar. De 1915 a 1968 el Instituto Geográfico publica una serie de mapas a escala 1:25.000 con los pueblos bastante bien situados, e infinidad de caminos ondulados, pero sin especificar cuales están bien para transitar, o cuales están a punto de desaparecer. Estos mapas se llamaron catastrones, debido al tipo de papel. Sólo hasta la década de los 80 los mapas no estuvieron al alcance del público en general, con detalles fidedignos y reales.


Mapa anterior a los catastrones.


En los catastrones se ve claramente un camino por medio del Sagral, que vadea el río. También aparece el puente de Calzada, que partía aproximadamente donde la depuradora. Era un puente estrecho, sobre unos caballetes de roble, para el que había una zona acotada para el aprovisionamiento de madera en las reconstrucciones, el “plantío”.

 

Mapa catastrón.

Ampliación cruce del río.

Sagral. Vuelo 1980.

Y llega el momento más placentero de la investigación: escuchar a nuestros mayores y sus memorias. Efectivamente, por los Pasaderos iba el camino que vadeaba el río, para ir a Castro, al tejar, al Barrio, al molino Maragato, al “Monte el Río”… Son tantos los recuerdos que el vado aparece nítido en sus relatos, sólo interrumpido tras las copiosas crecidas del invierno. Los de mi edad todavía lo recordarán justo por debajo de “la Pocina”, un lugar muy visitado para el baño.


Bajada por la Arquilla.


 Es encomiable el nivel histórico-cultural en la baja Valdería. Todo un museo arqueológico y etnográfico en Castrocalbón. Montones de investigaciones y publicaciones de Don Anín; la revista Fontiñea; libros de alto nivel, como “La Valdería en la historia”, de Argimiro Turrado o “El secreto del palacio”, de Saul Cenador; gente autodidacta con descubrimientos incluidos, como Dori y el dolmen de Ayoó, y una larga lista de gente desinteresada que lee, patea, comenta… son la combinación perfecta para el debate, algunas veces más encendido que otras. No es la primera vez, y me consta que no será la última, que el cruce del Éria por la calzada romana salta a la palestra. Y no hay consenso. Mi postura es el resumen de este artículo: una cosa es que haya, o hubiera un vado en el río, y otra que debido a las riadas se pudiera pasar. Pero esto desde tiempos de los romanos. No me cabe duda que para seguir utilizando la calzada se buscase el paso cientos de metros por arriba o por abajo del vado primigenio. Y este vado original, por pura lógica es el camino más corto entre la Arquilla y el Sagral.

  

Calzada en la Arquilla.


Vista del pueblo desde la Arquilla.

El emperador Augusto abrió las puertas del templo de Jano en señal de guerra total para venir en persona a someter de una vez por todas los últimos indígenas rebeldes, los ástures y cántabros. Era la cuarta vez que Jano, nuestro enero del calendario, iba a interceder para que Roma resultase vencedora. En la última batalla de todas, en el 25 a. de C. contra los ástures, por las puertas abiertas del templo se coló la traición de un pueblo ástur, los Brigaecinos (Fuentes de Ropel), que alertaron a los romanos de los planes de sus vecinos, basculando la balanza bélica a favor de Jano. Cuando Augusto quedó “a gusto”, valga la tontería, volvió a Roma y cerró de nuevo aquellas mágicas puertas. Pero se ve que abrió las de otro diosecillo: el Espíritu de la Contraria, patrono del debate; porque, entre otras cuestiones, aquí seguimos discutiendo por dónde pudieron cruzar el Éria las tropas de conquista.

Salud, y al lío. O al río, según se mire.



sábado, 14 de enero de 2023

Calzada ¿y campamento?.

 

Calzada de la Valdería.


En la década de los sesenta, el paraje conocido como La Chana de Castrocalbón comenzó su andadura por la enigmática senda de la arqueología a raíz de un innovador y casi milagroso método de detección de estructuras que no precisa de patear el terreno; por tanto, totalmente ajeno a las condiciones climatológicas o de accesibilidad. Allí, donde los lugareños recuerdan una maravillosa fontana de bullicioso y fresco manantial en medio del árido campo cereal, hoy robado por el monte de encinas y jaras, Ernest Loewinsohn Robles († 9 marzo 2013) desde un lugar remoto localizó 3 campamentos romanos y lo que parece ser una torre de vigilancia. Este ilustre ingeniero de caminos alemán, casado con una astorgana, por pura afición dedicó gran parte de su tiempo a visualizar fotogramas de los vuelos fotogramétricos que la Army Map Service realizó por todo el territorio español. El objetivo de Ernest en la Valdería no era otro que definir el trazado de la vía XVII de Antonino, con el premio de pasar con letras grandes a la historia, y ser mencionado en gran parte de los trabajos sobre el tema.

 

El conjunto arqueológico de La Chana ha llamado la atención de muchos estudiosos y aficionados a la arqueología, concretamente por prospección aérea, siendo ejemplo para otros lugares, como en el cercano valle de Vidriales en los campamentos de Petavonium, donde las fotos aéreas también tienen mucho que contar.

 

Son sin duda fotogramas espectaculares, de gran valor histórico, etnográfico, arqueológico y de no sé cuantos adjetivos que terminan en “ico”. Una pequeña droga visual que engancha e invita al descubrimiento y a la meditación. Es muy de agradecer al Instituto Geográfico Nacional la digitalización de los fotogramas y su visualizador por internet, con la comodidad de copia, recorte, ampliación, medición y otras muchas herramientas que se pueden manejar con el ordenador; algo que Ernest no tuvo tan fácil, por lo que su descubrimiento tiene un extra de valor.

 

La Fototeca Digital es una herramienta que también consume mis horas, y que la he exprimido para, con acierto o sin él, situar lo que por estrategia o necesidad parecen 3 nuevos campamentos romanos; en Ayoó, San Pedro de la Viña y Bercianos de Vidriales. Este artículo servirá para proponer un cuarto campamento, en un lugar que si me equivoco no debería estar muy lejos, porque tuvo que ser totalmente necesario.


Paso original del río por la calzada.

El cruce del caprichoso río Éria por la mencionada calzada romana en el actual pueblo de Calzada de la Valdería, como casi todo lo romano, no fue casual. Cuando los recursos son limitados hay que agudizar hasta el último de los detalles. Y en las inmediaciones de Calzada se observan 2 cauces antiguos del río, conocidos como “el Pozo” y “el Caño”, amén del propio río Éria. Esto parece indicar que hace dos milenios las aguas se repartían por al menos dos cauces, siendo más fácil vadear o construir algún puente sobre el río en esta comarca de gran valor estratégico y logístico, lo primero por lo peligroso y abundante pueblo ástur, y lo segundo por el transporte del oro Valderiense y Berciano. El paso del río no estuvo en el mismo sitio; dependiendo de las riadas se podría hacer en unas zonas u otras. He señalado el tramo por “los pasaderos”, porque me parece uno de los primeros, el de la calzada de la conquista.


Por tanto, muy cerca de la calzada y del río, sin duda alguna, debió de levantarse un campamento romano para controlar el paso y a la vez resguardarse en lugar seguro, como era norma en el disciplinado ejército que sometió hasta el último rincón empleando su avanzada táctica y pericia. Además, el tamaño del campamento debería ser mediano, para albergar propios y allegados, y contar con canalizaciones que inunden los fosos perimetrales para facilitar el consumo de agua y complicar el posible asalto por contingentes hostiles. Con estas premisas, y la inestimable ayuda de los fotogramas propongo:

Plano general de Calzada de la Valdería.

Lado sur. Verano Vuelo americano 1967-68.

Esquina redondeada lado norte. Verano 1967-68.


Señales en el terreno.

Al sur del pueblo, a una distancia prudencial de la espesura que bordea el río y cruzado por la calzada romana como los de Petavonium, parece distinguirse una estructura rectangular muy clara en el lado oeste y sur, pero con marcas débiles en el norte y este, debido a los edificios y a las intensas labores agrícolas. Siguiendo el ejemplo de Petavonium, un canal podría haber inundado el foso norte tomando las aguas del “Caño” y otro el foso sur desde aguas de lluvia o manantiales de debajo de la “Marcilla” (el Reguerón)

Canales de abastecimiento


He consultado todos los vuelos disponibles y el que más señales aporta es el Interministerial del 1973-1986, el fotograma 13, sobre el que he hecho mediciones aproximadas con la aplicación del visualizador. La forma es rectangular, con una largura aproximada de 280 metros por 170 metros de anchura, lo que hacen cerca de 5 hectáreas. La orientación con los puntos cardinales es asombrosa, como se puede comprobar por el paralelismo del campamento con las fotos, correctamente orientadas según cartografía; lo mismo que dos de los campamentos de la Chana, que también comparten dicha alineación Norte – Sur en los lados mayores. Como detalle especial, el perímetro en algunos puntos aparece doble, ¿había doble foso, o en su día sufrió una ampliación?


Perímetro del campamento

Este campamento pudo ser del tipo “castra hiberna”, habitualmente destinados a vigilancia y protección de fronteras, o como es el caso, el paso de un río. Sería construido con materiales menos duraderos que los “castra stativa” cuyo ejemplo tenemos el del Ala II Flavia en Petavonium. Sabemos que bajo las órdenes del Legado de Lusitania Publio Carisio, azote de los ástures y comandante la X Gemina (Rosinos de Vidriales) y la VI Victrix (¿Bercianos de Vidriales?), estuvo también el mando de la Cohors IV Gallorum, unidad auxiliar reclutada en la Galia. La pregunta es evidente: ¿pudo ser éste el campamento que luego daría nombre a Castrocalbón por su estancia en la zona?


Dobles señales, paralelas.


Para finalizar, quiero compartir un error de bulto a la hora de buscar viejas señales. Calzada de la Valdería fue muchas veces mi objetivo con el visualizador de fotogramas en primer lugar porque es mi pueblo natal, y a quién no le tira conocer como era su pueblo en el pasado. Pero también por mi pasión por indagar en ese cruel espacio de tiempo entre la llegada de los romanos y el sometimiento de los pueblos indígenas, en el entorno de la arteria principal que desangró la comarca, la Vía XVII de Antonino. Y el error está en buscar en lo más antiguo porque debería haber más “señales”. Vemos que no, que en las 3 series de vuelos americanos (del 1945 al 1968) este campamento pasa bastante desapercibido. No ocurre lo mismo en el vuelo Interministerial del 1973 al 1986, donde por razones de calidad, humedad, vegetación… o suerte, parece bastante evidente. No me cabe duda que la zona ha sido repasada miles de veces, hasta por el mismo Loewinsohn; quizás hasta hoy todos hayamos pecado con el mismo error.

 


Ojalá mi aporte sirva para añadir un poco mas de luz a la historia. Porque todo lo que somos y vemos es producto de la Historia, y no hay nada como una buena iluminación a la hora de contarla. Así, cuando alguien pregunte por Calzada de la Valdería, podremos comenzar por un lejano cuarto de siglo antes de nuestra era, cuando el ejército romano cruzó el Éria y acampó en la vega Valderiense, y como era costumbre a su alrededor se establecieron los primeros civiles en toscas cánnabas…

 

P.D.- Para agrandar las imágenes hacer click sobre ellas.