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miércoles, 28 de diciembre de 2011

¡Por fin!



Mil gracias a Císimo, http://elhumordecisimo.blogspot.com/ por su ayuda para la distribución de nuestra felicitación navideña. En breve subiremos las felicitaciones de otros años, por si alguien las quiere ver. Estas son nuestras cosillas, estos nuestros amigos, ... esta nuestra Navidad.
navidad_2011_y_feliz_2012.pps

martes, 27 de diciembre de 2011

Feliz año 2012



Tras el montaje del belén, con su "domótica", (así le llamó una visitante a los pequeños movimientos de algunas figuras), otro montaje para compartir: una pequeña selección de fotos, (que por cierto no me quedaron nada bien, me es difícil por la extraña iluminación de la iglesia y por las pequeñas figuras), en un Power Point para enviar por correo electrónico. He intentado varias formas de ponerlo aquí para verlo o descargarlo, o colgarlo en You Tube, y todavía no he podido. Pero se pasan los días y pierde la gracia, así que por favor, quien lo quiera, no tiene más que darme un toque al correo electrónico y yo, encantado, os lo haré llegar. Otra vez más, no me cansaré de repetirlo, FELIZ AÑO PARA TODOS.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Feliz Navidad








Con permiso de D. Miguel, y en nombre de la parroquia de Ayoó... ¡Feliz nochebuena, cómo y donde quiera que os encontréis!. 
San José y la Virgen María acaban de encontrar nuestro pequeño portal. Mañana Jesús habrá nacido, y con Él una esperanza para un año nuevo. Os deseo paz, amor y felicidad en el verdadero sentido de la Navidad. Y hemos brindado por ello. Un abrazo.
Joaquín.



lunes, 19 de diciembre de 2011

Uno de cazadores y pescadores.


He oído contar, con cierta sorna, que una vez hubo un concurso de mentirosos y el jurado prohibió participar a pescadores y cazadores, por la ventaja que le llevarían al resto de los participantes. Es cierto que suelen exagerar un poquito, un pequeño conejo parecía una liebre, las liebres eran como perros, la perdiz se parecía a una gallina, el corzo a una vaca, el jabalí a un hipopótamo y el ciervo…, el ciervo a un autocar, con sus pasajeros y todo. Los pescadores idem de idem, lo que vienen siendo 500 gramos  parecían 5 kilos, y medio minuto de lucha con la caña, toda una tarde. En fin, ¿quién no ha mentido alguna vez? El colmo de las exageraciones en estos gremios seguro que se lo lleva un ayoíno, (los del pueblo sabrán quien), y si no atentos: En una ocasión este cazador se encontraba subido en una encina, en lo que coloquialmente se dice “de espera”, cuando un enorme jabalí, según su descripción de los hechos, apareció de entre la espesura. Él, que esperaba una pieza menor, intentó cambiar los proyectiles para tamaña presa, pero con la emoción y los nervios las balas se le cayeron al suelo, y no encontrando otras en la mochila, cogió dos bellotas, las introdujo en la recámara de la escopeta, apuntó, y ¡pim, pam!, descerrajó los dos tiros sobre el animal, que huyó despavorido según se lamentaba luego el cazador. En el relato a sus compañeros, contaba emocionado que al año siguiente, “de espera” en el mismo sitio, vio pasar al mismo jabalí, un año más viejo, pero con dos encinas nacidas en el lomo. Total, que él no había fallado, solo las bellotas eran de poca calidad. El segundo premio se lo concedo a un conocido pescador de la Valdería. A su afición por la pesca hay que añadir un defecto de pronunciación, el de convertir la “s” en “z”, algo parecido a como hacen los andaluces. En el bar, contaba su hazaña más o menos así: - “Eztaba pezcando” en el río, cuando me picó una trucha; ella “tenza” y yo “tenza”, la trucha “tenza” y yo “tenza”, y “azí eztuvimoz” un buen rato “hazta” que, mala "zuerte", “ze" me "zoltó”… ¡“mecagüen zan dioz”!… ¿Cómo “zería” el animal que cuando “zaqué” el anzuelo “zalió” un ojo como el de un cordero?



P.D.- Fotos "robadas" a mi buen amigo Celso con sus perros, practicando su deporte favorito.

domingo, 18 de diciembre de 2011

La Santa de las tormentas




Parece extraño afirmar que Ayoó tenga tradición minera, sin embargo así lo atestiguan topónimos como “la mina”, al lado de La Manzanal; “la curva de la mina”, en la carretera antes de llegar a Carracedo; o gente del pueblo que todavía trabajó en la extracción del cuarzo que seguramente tenga que ver con el nombre del valle “Vidriales”. De aquellos años nos quedan recuerdos del ajetreo de máquinas y camiones y de las explosiones de la dinamita que perturbaba la paz del monte; una tolva y una cinta transportadora abandonadas y una preciosa laguna artificial que conserva el agua todo el año. 

En nuestra Iglesia, quizás no por casualidad, una imagen de la Santa patrona de la minería, Santa Bárbara, ocupa la hornacina de un retablo, y con cohetes, misa, comida fraternal y alegría, los mineros de Ayoó la honraron multitud de veces en su día, el 4 de diciembre. Dos son las versiones más conocidas de la vida de Santa Bárbara: La primera, un tal Alipio, científico y químico, enseñó a su hija Bárbara toda su sabiduría, incluso el secreto de un potente explosivo. Pero ella prefirió ser religiosa en un convento fundado por San Agustín, en Hipona. En el año 430 Alipio solicitó la ayuda de Bárbara para defender la ciudad del ataque de los vándalos. Él murió poco tiempo después atravesado por una flecha, y ella, tras 14 meses de resistencia, se refugió en su convento junto a las demás religiosas. Para evitar los ultrajes de los bárbaros, hizo estallar una gran cantidad de explosivos acumulados en el sótano, muriendo vencedores y vencidas. 

La otra, más religiosa si cabe, cuenta como en el siglo III, la bella hija de un tal Dióscoro, fue encerrada en una torre con dos ventanas, para prevenirla de los “males del mundo”. A Bárbara, que así se llamaba, le llegó a las manos en secreto una Biblia, y al término de su lectura, impresionada, mandó abrir una tercera ventana en su prisión para que le recordara la Santísima Trinidad. Cuando su padre se enteró trató de hacerla renunciar a su fe, y no pudiendo, la decapitó personalmente. Después de la ejecución, al volver a casa, un rayo cayó sobre Dióscoro, causándole también la muerte. De ahí viene la Santa protectora de las tormentas y el dicho “acordarse de Santa Bárbara cuando truena”.


Muy cerca de Ayoó, en Calzada de la Valdería, han conservado hasta hace poco tiempo la tradición de tocar una campana consagrada a esta Santa en caso de tormenta; ahora no se realiza, y no por falta de fe, si no por la molestia que ocasiona en la avanzada edad de los actuales vecinos. En nuestro pueblo las tormentas han causado irreparables daños, dicen, por la humedad del suelo, por la orografía del terreno o por casualidad, el caso es que cuando el destello es intenso, y seguido, el ruido ensordecedor, instintivamente encogemos los hombros y deseamos que haya sido lejos de la gente, aunque la probabilidad que a alguien le caiga un rayo encima, según las odiosas estadísticas, está en 1 entre 3 millones, más fácil que acertar la lotería primitiva, (1 entre 14 millones…). 

¡Que Santa Bárbara nos proteja!




martes, 13 de diciembre de 2011

Caty, la reina del patio.


Había nacido en un amoroso hoyito en el pajar de casa. Su madre, gata vieja, sólo la trajo a ella con vida, y siempre fue una gatita torpe y enferma. Sin embargo le gustaba madrugar, y en cuanto notaba movimiento, rascaba con la patita nuestra puerta del patio solicitando su desayuno de galleta. Luego, si lo había, buscaba algún rincón donde el sol ofreciera sus primeros rayos de calor, y enrollándose cual bolita, dormitaba a la espera de hacer compañía con un run-run a quien se atreviera a cruzar su territorio. Le pusimos, mejor, ya no sé quien le comenzó a llamar Caty, nombre al que nunca atendía. Ella sólo con oír “mis-mis”, o algo de ruido ya tenía suficiente motivo para aparecer entre los pies y hacer tropezar. Ninguna gatita podía ser más cariñosa. Le daba lo mismo subir a una espalda, a un hombro o a un regazo, desde su nacimiento gustó del contacto y del calor humano, rozando en algunos momentos la encantadora pesadez. Dormía como nunca he visto hacer a ningún animal, descansando cómicamente su frente en el suelo, y cada día el patio, con sus gracias, bien merecía las múltiples visitas que cada miembro de la familia realizaba. Pero Caty se había saltado la sagrada regla de la supervivencia gatuna: “Los de abril pa mi, los de mayo pa mi hermano, y los de junio pa ninguno”. Su retrasado nacimiento pasado la mitad del año había sentenciado su existencia. De nada sirvieron cuidados ni caprichos, el invierno resultó demasiado duro y su débil cuerpecito dejó de llamar una mañana a la puerta del  patio. La enterramos en el jardín, delicadamente recostada en una humilde caja de zapatillas, entre las flores que no dejaba crecer por sus infantiles carreras y saltos. Caty jamás cazó un ratón ni un pájaro, y de haberlos apresado seguro que conquistaría su amistad, lo mismo que hizo con nuestros corazones.






miércoles, 7 de diciembre de 2011

El tinto con casera



Creo que sin ánimo de ofender, un chiste un pelín machista cuenta la semejanza entre las mujeres y las gaseosas: unas son pitusas, otras caseras y las demás revoltosas. Estas tres quizás sean las marcas más conocidas de una bebida refrescante consumida en casi todo el mundo, sola, con sabor a limón, cola o naranja, o acompañando a otras, especialmente al vino. (Cuando era niño, en el bar de mi pueblo al refresco de naranja le llamábamos “butano”, por el parecido a la botella de gas, y también pedíamos gaseosa con granadina. ¡Qué recuerdos!). Sus ingredientes básicos son agua carbonatada, edulcorantes y acidulantes, y el envase clásico es una botella de cristal transparente con un tapón de porcelana, con su correspondiente junta de goma roja, que cierra mecánicamente. Mi amigo Miguel “cuete”, experto cosechero y vinatero, dice que jamás una buena gaseosa estropeará un mal vino, mezcla que la gente fina llama tinto de verano, y que en Vidriales cuenta con nombre propio gracias a una gaseosa elaborada en San Esteban de Nogales: gaseosas Calderón. Y para contarlo aprovecho una graciosa anécdota que sucedió en Madrid hace unos cuantos años. Un vecino de Santibañez, de tapas con unos amigos por la capital, se sentó en una concurrida terraza, y pidió un “calderoniano”. El camarero, que oyó perfectamente, pero que no le entendió, preguntó una segunda vez qué quería tomar.
 – Un “calderoniano”,- contestó con naturalidad el vidrialés.
No siendo que lo trataran de ignorante, el camarero se fue a la barra, donde se encontraba el jefe, y le dijo que en la terraza había un tipo que quería un “calderoniano”, que eso que era. El dueño del bar se echó a reír y le dijo:
- Anda, vete ponle un vino tinto con gaseosa, que ese es de mi pueblo.




miércoles, 23 de noviembre de 2011

Para Honorio, in memoriam



No es lo mismo saber que estabas lejos, pero estabas, que estar cerca cuando ya no estás, como no es lo mismo poderte ver y quererte, que quererte ver y no poder. Ya ves, han pasado unas horas y ya te extraño. Hace unos días, aquí mismo, agradecía a mamá la parte que le corresponde, y quién lo iba a decir, no me dejaste preparar la tuya. Quería enseñar tus cositas, tus entretenimientos, contar detalles de tu trabajo y de tu vida… y me dejaste…, nos dejaste con la boca abierta. Ahora que comprendo mejor tus reproches, cuando tengo que reprobar a los míos, tus enfados, porque yo también me enfado, aquella alegría con los brazos abiertos en cada visita a tu casa…, ahora ya no estás para volver una vez más, decirte lo que hoy te escribo y sentir esos brazos que me atraparon para siempre. A tu sombra comencé a proyectar, muy débil, la mía; observando tus manos aprendí lo hermoso que es crear, construir. En tu casa cuelgan esas herramientas que eran la prolongación de tus dedos, las que considero mi chupete profesional. A escondidas, y me consta que ya lo sabías, me gustaba usar tu azuela, las tenazas, el berbiquí, la escofina… como te veía hacerlo a ti. Mas tarde, a tu lado, me enseñaste gran parte de lo que sé, y lo que más aprecio, la honradez en el trabajo. No es tiempo de llorar, que a ti no te gustaba, que sepas que te recordamos así, alegre y generoso; y tus consejos, mandamientos, que nadie como tú vivió en la escasez como para no recomendar en la abundancia. Pero permíteme regañarte por marcharte así, que nos aguantaste lo indecible de pequeños, y parece que no nos quisiste molestar cuando quisimos ayudarte de mayor. A Dios agradecemos que tus últimos días los viviste tranquilo y contento, en casa, y cuando cerraste los ojos para dormir, después de cenar, lo hicieras para siempre, sin un ápice de dolor. Pues quédate con Dios, buen hombre, que ya dice mamá, solo nos llevas la delantera.



lunes, 14 de noviembre de 2011

Mi tributo a la mujer rural



Se suele decir que una imagen vale más que mil palabras. Puede que sí, pero siempre que dediquemos mil palabras a la presentación de la imagen, o corremos el riesgo de sacarla de contexto. Un carro y unas vacas, y una mujer al frente, puede ser eso mismo, así de simple y para alguien divertido; o puede esconder un profundo significado que sólo puede entender quien haya vivido o conozca una situación parecida. 

Estudiando esta imagen, podemos ver que no es fotografía, pero no por eso no deja de ser real, porque la original si lo fue. El entorno parece llano y productivo, una vega; al fondo vemos unos árboles, por sus rasgos parecen chopos, característicos de las riberas de los ríos. La mujer empuña con valentía una vara larga y delgada que en el argot agrícola se conoce como ijada, destinada al necesario azuzamiento y disciplina de las vacas, una marrón y otra gris claro, uñidas (uncidas) al carro, en un día otoñal, frío y ventoso, que así lo indica la sequía de las hierbas del suelo, el pelo descolocado y las ondas de su ropa. 

La vaca gris, que cariñosamente sujeta, se llamaba “Listana”, porque seguramente nació en Aliste, comarca zamorana; la marrón de gruesos cuernos era la “Garbosa”, sobra decir el porqué de su nombre. Y el lugar es el valle de la Valdería, en la vega de Calzada, mi pueblo natal. 

Nada me parece que represente mejor a la mujer rural que ésta imagen. Sola, al cuidado de unos animales brutos (aparentemente), tirando de un carro simple y tosco, exento de la más elemental comodidad, para el transporte de cualquier producto agrícola cultivado con la misma técnica: ninguna. Una imagen que nos habla de necesidad, humildad, modestia, paciencia, sencillez... , valores impuestos que solo dieron opción a soñar con otra forma de vida, y la mujer como protagonista. 

Ya antes de salir de casa, estuvo pendiente de sus inquilinos: niños, marido, animales…, en el campo cumplirá con el trabajo como la mejor jornalera, con la prisa de terminar pronto para preparar la comida; por la tarde continuará hasta “el sol puesto”, para volver a casa rendida a continuar las tareas del hogar. Y en medio de éste ajetreo, sacará tiempo para coser y lavar manualmente, reponer la despensa, atender las necesidades de los hijos y un sinfín de cosas más que harán los días interminables y las noches demasiado cortas para un correcto descanso. 

La mujer rural, icono por excelencia de la mujer trabajadora, que nunca conoció horarios ni calendarios, ni domingos, festivos o puentes, no digamos vacaciones, supo dar a la sociedad, aparte de su trabajo, lo mejor de si misma, sus hijos, los que hoy podemos mirar atrás y agradecerles su infinita paciencia y su recta educación, la que no tuvieron y sin embargo hicieron brillantemente gala. Ésta imagen es el reflejo de una época dura y difícil, y la quiero dedicar a todas las mujeres rurales, para ellas mi respeto y admiración, y muy especialmente para esta: Ana María, mi madre.





domingo, 13 de noviembre de 2011

Hasta el año que viene.


El invierno que todo lo detiene o aletarga, ha hecho mella también  en el Santuario de la Virgen del Campo. El domingo 6 de noviembre cerró sus puertas al público con el recuerdo a los beatos mártires de Vidriales, en una ceremonia de lujo presidida por el mayor precursor para la recuperación de éste templo, D. Víctor Murias, ahora en el cargo de Ecónomo Diocesano del Obispado de Astorga. Como reconocimiento a su labor, al concluir la misa se le hizo entrega de una copia de la imagen de nuestra patrona, obra de José Luis Casanova, y un cuadro con una vista del Santuario, pintado por Juan José Sastre Fernández (Pepín), de Ayoó. En la homilía resaltó una realidad, el carácter comunitario de éste edificio en el valle de Vidriales, como lo fue antaño, gentes venidas de todos los pueblos con un objetivo común, y todos bajo el amparo de la Virgen del Campo. El año que viene pronosticó D. Miguel que ya contaremos con las nuevas campanas, aparte de nuevas obras que poco a poco devuelven esplendor al centro religioso de nuestro valle.







Fértil Prepalacio




Supongo que al visitante de Ayoó le resulte extraño Prepalacio. A mi así me lo pareció cuando vine a este pueblo y encontré ese montón de parcelitas por entonces regadas con el agua de la fuente de la Iglesia, a fuerza de “abrir y tapar” el pilo. Parece que el nombre se remonta a los tiempos del monasterio de Ageo, de una construcción aneja a la Iglesia con las funciones de residencia y nombre de Palacio, y los quiñones se dividieron y repartieron del huerto que rodeaba el edificio, pudiendo tener nombre de Prado, que también tiene como acepción “lugar llano, verde y agradable que sirve de paseo”. Al unir ambas palabras (prado-de-palacio, pra-palacio, prepalacio) dio origen a éste topónimo. En verano es un hermoso jardín, en los diminutos quiñones se pueden recolectar excelentes lechugas, escarolas, cebollas, patatas, tomates… y además, por la cercanía al pueblo y entre sí, lugar de encuentro, comentario y regalo o intercambio de las distintas semillas y plantas de semillero que allí se cultivan. Con tanta armonía, no es extraño que la naturaleza se entretenga en crear extraordinarias hortalizas que parecen más bien obra de artista que de la inocente tierra vivificadora. Gracias a ésta abundancia, hace unos años, cuando en casa no se consumía toda la producción del huerto, lo mejor se solía llevar a vender a los pueblos cercanos, o a los mercados, para compartir, algunas veces presumir, y de paso traer a casa unas pesetas. En una caballería, con un par de talegas atadas con una soga a modo de improvisadas alforjas, cierto agricultor de Ayoó se acercó al vecino pueblo de Uña de Quintana a ofrecer sus pimientos, tomates, fréjoles… y se encontró con más clientes de los que esperaba, pues allí también tenían sus huertos. Sorprendido, preguntó si había sucedido algo, y una señora le contestó más o menos así, lamentándose del resultado de su cosecha.
-¡Claro, vosotros tenéis a San “Mamedico”, que es muy “buenín”!, nosotros tenemos al “cundenao” San “Caetanote”, labios de burro, morros de avispa, que anduvimos nueve días y nueve noches alumbrándolo con cera blanca y cera “mariella”, y nos mandó un pedrisco que nos amoló la “faceira”.

Cundenao- Condenado, que provoca enfado.
Caetanote- Cayetano, Santo venerado en Uña de Quintana el 7 de agosto, al que se le ha añadido el sufijo –ote, aumentativo y despectivo a la vez.
Nueve días y nueve noches- Novena, rezo popular, rogativa.
Mariella (o marilla)- Amarilla.
Faceira- Extensión de terreno inmediata a la aldea, donde están las labrantías de los vecinos.









martes, 1 de noviembre de 2011

Ley de vida





Quizás por el distinto tamaño de las sepulturas, en los cementerios suele haber una zona determinada para enterrar a los niños. En el cementerio de Carracedo era el rincón más sucio y desordenado, totalmente abandonado, por suerte, por lo que varios vecinos decidieron igualarlo y cubrirlo con una capa de hormigón. En las labores de limpieza encontraron una antigua cruz de hierro, de las que se colocaban en la cabecera de las tumbas. Con la proliferación de panteones y nichos, estas cruces se vieron desplazadas a una orilla, o directamente a la chatarra. Agustín Del Prado, uno de los trabajadores voluntarios, se llevó la cruz a casa, la limpió, restauró, pintó, y la devolvió al cementerio, plantándola en la losa de hormigón que hace a modo de gran panteón común para respetar donde algún día hubo entierros infantiles. Hasta ahí todo perfecto. Pero a la cruz, en el espacio para escribir el nombre y edad del fallecido, le añadió un extraño epitafio, un texto en latín y castellano, de Marco Tulio Cicerón: La ley innata. Primero confundido, y después curioso, busqué a Agustín y le pregunté el porqué de aquel escrito. Me contestó que era algo que le gustaba y era para libre interpretación. Posiblemente nadie en Carracedo se haya parado a leer con detenimiento y meditar su contenido, y los que lo hayamos hecho, no estemos preparados para ello. Razonar a cerca de la ley innata, o la ley natural, es complicado por nuestra tendencia a simplificar y resumir. Y es que la presunta inamovible ley ha cambiado tanto como nosotros, la sociedad humana que la interpreta. Superficialmente, podríamos decir que el planteamiento es impecable, pues afecta a todos por igual, sin distinciones de edad, raza, religión, sexo…, y establece conductas correctas para alcanzar el bien común de acuerdo con la naturaleza. Y que también es tan extensa que incluye aspectos comunes con otros seres vivos, como el cuidado de los hijos, de la salud y de la propia vida. Para Cicerón, modelo de hombre culto, extremadamente elocuente, elegante y humano, brillante orador, siempre preocupado por usar términos y expresiones que fomentaran la perfección en el arte de hablar, (murió el 7 de diciembre del año 43 a. C.), la ley natural era “una ley verdadera, la recta razón inscripta en todos los corazones, inmutable, eterna, que llama a los hombres al bien por medio de sus mandamientos y los aleja del mal por sus amenazas; pero ya sea que ordene o que prohíba, nunca se dirige en vano a los buenos ni deja de atemorizar a los malos. No se puede alterarla por otras leyes, ni derogar algunos de sus preceptos, ni abrogarla por entero; ni el Senado ni el pueblo pueden liberarnos de su imperio; no necesita intérprete que la explique; es la misma en Roma que en Atenas, la misma hoy que mañana y siempre una misma ley inmutable y eterna que rige a la vez a todos los pueblos y en todos los tiempos. El universo entero está sometido a un solo amo, a un solo rey supremo, al Dios todopoderoso que ha concebido, meditado y sancionado esta ley; desconocerla es huirse a sí mismo, renegar de su naturaleza y por ello mismo, padecer los castigos más crueles, aunque se escapara a los suplicios impuestos por los hombres" (Del "Tratado de la República"). Esta ley natural e innata, dictada por la misma naturaleza para hacer más llevadera la vida de sus miembros, preside éste pequeño recinto de tristeza y muerte, y además donde los niños, que ni entienden de leyes, dioses, bien ni mal, terminaron su corta existencia. Éste epitafio obliga a una profunda reflexión, en un mundo desnaturalizado, con una sociedad desigual, donde algunos no ven que hacer con la riqueza y otros no saben que hacer con el hambre, un mundo en el que el odio es infinitamente más abundante que el amor y el respeto, en el que todos sin excepción tarde o temprano acabaremos en un lugar así o peor… ¿no será, amigo Agustín, que quien haya fallecido sea tu ley innata antes de haber alcanzado la pubertad? ¡Que difícil puede ser la libre interpretación!.
  



miércoles, 19 de octubre de 2011

Hace un año y un día



Hace un año y un día de una injustificada condena, la que se cebó en una querida familia de ayoínos. Con nocturnidad, para más horror si cabe, el despiadado fuego consumió e inutilizó absurdamente en una hora escasa más de 400 m2 de viviendas y locales comerciales, dejando literalmente en la calle a sus ocupantes. Lo que no hizo la viva luz del fuego lo remató la negra y sucia sombra del humo. Muchas veces pienso si aquel malnacido día fue mejor no oír las campanas, ni los gritos de alarma, ni siquiera los ladridos de los perros que todo lo delatan, como le ocurrió a otros muchos vecinos, y dormir plácidamente ignorando por la mañana lo sucedido, o por el contrario, saltar de la cama, correr y compartir impotencia y rabia, y frío, o abrasador calor, y humedad… como sufrieron los que presenciaron la desgracia, pero al lado de mis amigos. Hace un año y un día, aquel lunes al atardecer, tomábamos unas cervezas en la casa rural, como siempre, entre risas. Al amanecer del nefasto martes mi amigo panadero no tenía casa, ni trabajo, y un futuro cercano difícil de imaginar. ¡Qué injusta es la vida! Ayer volvimos al mismo bar, faltaría más, y volvieron las risas, porque al fin y al cabo estamos aquí para contarlo, que siempre es lo más importante, y lo demás, tras el duro trabajo de una veintena de empresas, casi todo ha vuelto a la normalidad, casi todo porque el susto, los sobresaltos, el miedo… han dejado huellas difíciles de borrar. Permitidme una reflexión y un refrán. La primera se la oí muchas veces a mi abuela Avelina, quizás la persona más buena que he conocido, “Dios que nos tiene aquí, solución nos ha de dar”. Simplemente quiere decir resignación, ejemplarmente llevada por esta familia, ya bastante acuciada por otros problemas. Y el refrán me lo contó y para que nunca se me olvidara también me lo dio por escrito, un anciano de Fuentencalada: “No hay mal que por bien no venga, ni bien que pesar no traiga, ni cosa que fin no tenga, ni torre que no se caiga”. Para meditar en éste día, el día después de un año.






http://www.laopiniondezamora.es/benavente/2010/10/20/incendio-arrasa-panaderia-ayoo-planta-baja-casa-propietarios/471411.html