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domingo, 13 de diciembre de 2020

Breve historia de Ayoó de Vidriales: del 25 a.C. al 1310 d. C.

 

Ayoó de Vidriales.

Ayoó de Vidriales es uno de esos pueblos abundantes en historia escrita y no escrita que me apetece repasar cronológicamente, a sabiendas de no poder aportar más que unos conceptos generales (fáciles de relacionar y atribuir, pero imposibles de confirmar), unos documentos interpretables, y de otros de apariencia cierta. Mi paréntesis comienza 25 años antes de nuestra era, y se cierra en una fecha cierta, el año 1310.

 

Nos remontamos pues a los últimos coletazos de la edad del hierro, a la llegada de la escritura con los romanos, que pudieron aparecer hacia el 25 a. C. en Vidriales con el propósito del sometimiento indígena. Dada la abundancia de clanes esparcidos por todo el valle, y en las inmediaciones del mayor castro ástur de la zona augustana, Las Labradas, sin duda alguna la guerra fue cruel y sangrienta, por tanto, las bajas incalculables. En la parte que nos toca, es difícil saber el número de habitantes del castro de la Peña, aunque hay estudiosos que se aventuran a hacer un cálculo por hectárea de los recintos prerromanos, desde mi punto de vista carente de exactitud.


Castros ástures en Vidriales.


 En ese 25 antes de Cristo, la peña albergaba un pequeño clan, a juzgar por el perímetro de sus murallas. No tenían nombre propio porque nunca lo necesitaron para nada. No nombraban su asentamiento, o si lo nombraron jamás lo pudimos conocer, porque la escritura era algo desconocido y en ningún sitio se dejó constancia. Por la ausencia de un nombre a todos los que compartían los mismos rasgos, otros se lo adjudicaron, y el nexo de unión fue el oeste del río más largo de la península que no desemboca en el mar, el Ástura (Esla): de forma general les llamaron ástures, y en particular Superati, como el resto de moradores de nuestro valle.

 

El castro de la peña aparece por primera vez documentado en fecha del 7 de enero de 1154, cuando el rey de León Alfonso VII regala el monasterio a un abad, don Suero. Comienza la descripción de los límites de su coto con “scilicet per FARUM desuper Carrazedu de Vidriales…”, traducido por D. Augusto Quintana Prieto como “esto es, desde el LUGAR SAGRADO que hay por encima de Carracedo de Vidriales”. No seré yo quien contradiga al ilustre archivero, traductor y escritor, por eso he propuesto ese nombre para distinguir el castro de la Peña: Lugar Sagrado. 


Seguramente los ástures del Lugar Sagrado no fueran diferentes de las tribus vecinas en la vestimenta, ni en su actitud, ni por sus costumbres… ni por su carácter extraordinariamente temperamental. Y paradójicamente los podemos conocer gracias a los escritos del geógrafo e historiador griego Estrabón, a pesar de que nunca pisó nuestra península. Parece ser que reescribió los escritos de otros historiadores, o los relatos de quienes invadieron e instauraron la Hispania romana.

 

Dice Estrabón que los hombres vestían sayos negros, con los que dormían en jergones vegetales. No se cortaban el pelo, y sólo se lo ceñían a la frente con una cinta para luchar. Las mujeres vestían ropas floridas, y luchaban igual que los hombres. (Obsérvese la importancia de la preparación militar; indica una fuerte predisposición a la violencia). No practicaban el comercio, no usaban aceite sino manteca, comían pan de bellota, sobre todo carne de cabrito, bebían vino y sacrificaban muchos animales de una vez. Hacían las comidas en corro, sentados en bancos alrededor de las paredes, respetando la edad y dignidad. Los condenados a muerte se despeñaban, y a los parricidas, fuera madre o padre, los lapidaban. Orgullosos y libres, siempre preferían la muerte a caer prisioneros. No tenían cementerios, y a los enfermos los dejaban en los caminos, para que quien conociese su enfermedad los curase. Era una sociedad matriarcal; las mujeres heredaban y casaban a sus hermanos, y cuando parían, hacían acostar al padre con el recién nacido. Usaban un veneno muy potente, que mataba sin dolor, para situaciones imprevistas. Y les gustaba la música y el baile, haciendo corros, saltando e inclinándose alternativamente.

 

La invasión romana tuvo unas consecuencias muy graves para los ástures, que ofrecieron una resistencia realmente extraordinaria junto con los cántabros, hasta el punto de declarar Roma la guerra total a estos dos pueblos abriendo simbólicamente las puertas del templo de Jano, y desplazándose el emperador Octavio Augusto en persona para dirigir las operaciones militares.

 

El primer daño fue físico, ocasionando enormes pérdidas humanas entre los luchadores más valientes, o a cualquier otra persona que ofreciera una mínima resistencia, sin distinción de sexo o edad. El siguiente paso fue arrasar los poblados, expoliando todo lo que tenía valor: tesoros, ganado, herramientas, armas…. El tercer golpe fue directo a los modos y costumbres, obligando a los supervivientes a bajar de los castros y establecerse donde fuese fácil el control total, a acatar las leyes romanas, e incluso a reclutar a los válidos para colaborar en ciertos trabajos, como en la minería o la construcción de caminos y puentes. Todo había cambiado de dueño, ya nunca nada sería lo mismo. La ley de la fuerza se hizo patente.


Campamento romano del Castrillo.

El Castrillo fue el primer campamento romano levantado en Vidriales, el principio de la invasión del valle. Era del tipo temporal, un “Castra Aestiva”, y tuvo como objetivo el ataque al Lugar Sagrado. Ocupaba una superficie aproximada de 1,40 ha. y estaba construido con un foso perimetral, parapeto de tierra y céspedes, y valla de afilados troncos. La orientación era Norte-Sur, aproximada, y estaba al lado de una calzada que venía de la zona campamental de la Chana de Castrocalbón, lo que conocemos como “el camino La Bañeza”.


Vuelo fotogramétrico 1945-46 del Castrillo.


Vuelo fotogramétrico 1980-86 del Castrillo.

Vuelo fotogramétrico 2004 del Castrillo.

La conquista del castro Lugar Sagrado tuvo una consecuencia directa mencionada antes: el abandono del recinto de la Peña y su asentamiento en el valle. Partiendo del hecho que es un castro muy pequeño y de la estrategia romana, los pocos sobrevivientes a la batalla del asalto no es probable que les fuese permitido alejarse del control militar, situado en ese momento en el campamento del Castrillo, por tanto, ese sería el primer destino, en rudimentarias cabañas, o cannabas. Seguramente transcurriera un tiempo desde la última batalla hasta las primeras viviendas independientes; un tiempo marcado por el comportamiento de los clanes hacia el invasor. Únicamente en relativa paz se hubiese permitido un nuevo asentamiento lejos del centro de control militar, que recordemos finalmente se mantuvo en Petavonium.

 

El clan del Lugar Sagrado, asentado en el valle, fue “pre-ayoíno”; todavía tardaría más de un milenio en configurarse como pueblo de Ayoó, y por tanto crearse el gentilicio “ayoíno”. Pero sin duda alguna construyeron sus casas siguiendo la más elemental forma defensiva: el círculo; sólo así se sentirían protegidos tras la pérdida de sus murallas. También buscaron el agua, cansados de acarrearla hasta lo alto del montículo; y mejor agua potable, así que elegirían la cercanía de alguna fuente de las muchas que alimentan el arroyo Almucera. (Por cierto, hasta la llegada de los agarenos este cauce tampoco pudo tener nombre árabe, y no parece haber registros del nombre antiguo.) Por tanto, busquemos un lugar con forma circular y cercano al agua, para aproximarnos al primigenio pueblo desde el que hoy estoy planteando tantas incógnitas y proponiendo nuevas hipótesis.

 

Panorámica de Ayoó.

Una de las mejores herramientas para retroceder en el tiempo es la fotografía aérea que primero de forma secreta, y luego con permiso de Franco, tuvo como objetivo cartografiar Europa con objetivos militares por miedo a una inminente guerra fría. Los vuelos americanos de 1945-46 y 1956-57 nos muestran un Ayoó sustancialmente distinto al actual, y es en esos documentos donde podemos hurgar para intentar hallar el lugar que eligieron nuestros ancestros, o los invasores eligieron por ellos para el asentamiento original, el origen de nuestro pueblo.

 

Pacificada la zona, con las documentadas revueltas resueltas, sería cuando por fin eligieran un lugar al lado del agua, del camino romano que venía desde los campamentos de la Chana de Castrocalbón, y con forma redonda; y las fotos fotogramétricas del vuelo americano de 1945-46 nos lo intuyen con bastante probabilidad: el barrio de los Palomares, al que se accede por una calle en forma de “V” que indica antigüedad, pequeñez, aislamiento… la calle Casillas (diminutivo de casa).

 

Barrio de los Palomares.

Este Ayoó primigenio tendría un diámetro aproximado de 135 metros, una superficie de 1,5 ha., y constaría de dos partes, viviendas en la parte alta, y otro lugar cercano al arroyo donde ganado en rediles y huertos podrían compartir espacio. La fuente “del Caño” sería la encargada de la sed y de la cocina; mientras “el caño” garantizaría el consumo animal. Es muy curiosa la distribución de las parcelas adyacentes, en círculos concéntricos y con la cabecera hacia el pueblo; todo antes de la concentración parcelaria, aunque en un principio no estuviese tan activa la agricultura.


Superficie: primer asentamiento.

Diámetro: primer asentamiento.

Forma circular en el catastro.

Vuelo fotogramétrico 1945-46: primer asentamiento.

Vuelo fotogramétrico 1956-57: primer asentamiento.
Dirección radial de las parcelas.


 Aneja a esta aldea de desarrolló una importantísima vida monástica, únicamente separada por una franja de terreno conocida como Perapán. La fundación de este monasterio pudo ocurrir hacia el año 650, cuando el fundador de varios centros espirituales San Fructuoso, hizo su viaje de Astorga a Braga para hacerse cargo del obispado de esta ciudad portuguesa. La ruta elegida, la XVII del Itinerario de Antonino, conocida en la zona como “el camino del Obispo”, había estado muy activa mientras el ejército romano estuvo acantonado en Vidriales (hasta el 400 d. C.  aproximadamente, fecha en la que el Ala II Flavia abandonó Petavonium). Allí quedó una ciudad importante y decadente, de unas 90 ha., en la que pudo pernoctar Fructuoso y el abundante séquito que le acompañaba. Seguramente decidió reconducir la vida espiritual en Vidriales, y buscó un lugar idóneo para fundar su monasterio. Valle arriba encontró un lugar apartado, tranquilo, fértil, con caza y abundante agua; todos los recursos ideales para su proyecto.

 

San Fructuoso: Iglesia Parroquial de Ayoó.

Eligió las inmediaciones de una nueva fuente para los primeros edificios religiosos, en el entorno de la actual Iglesia parroquial de Ayoó, decidido a respetar el poblado ya existente y a mantener distancias con él. Con el tiempo se les levantaría una iglesia, que por falta de espacio quedaría fuera del círculo primigenio. Todavía los mayores recuerdan sus muros, al otro lado de la calle circular, allí estaba la iglesia de San fructuoso.

 

Las dos partes diferenciadas, original y monástica.

Poco se sabe de esta primera etapa del monasterio, sólo que hacia el año 714 la invasión agarena llega a nuestras tierras, asolando todo a su paso. Primero Tarik Ibn Ziyad, y después en segunda oleada Muza Ibn Nusayr impusieron su dominio por el terror en un imparable avance hasta la cordillera cantábrica. Los monasterios, como centros espirituales contrarios a la doctrina musulmana y como poseedores de riqueza y recursos, fueron objetivos primordiales. Prácticamente todas las fundaciones de Fructuoso fueron arrasadas hasta los cimientos. En el lote iba la casa de Fructuoso en Ayoó y el monasterio de San Pedro de Montes, hoy Montes de Valdueza.


Grabado de la época: invasión musulmana.

Los monjes, huidos para salvar sus vidas, apenas pudieron volvieron a su monasterio, encontrando un panorama comparable a un pasaje del Antiguo Testamento que sin duda conocían casi de memoria: la reconstrucción del Templo de Jerusalén. En el año 539 a. C. se consumó la derrota y destrucción de Babilonia por el rey de Persia Ciro II el Grande. La reconstrucción del Templo fue una de las preocupaciones de los primeros repatriados judíos, que entraron en conflicto con los colonos y samaritanos provenientes de Asiria por evitar un sincretismo que alterara la pureza original, hasta el punto que Artajerjes, sucesor en el trono persa a Ciro, prohibió los trabajos. Fue entonces cuando el profeta menor Zacarías espolea esa reconstrucción con ayuda de otro profeta menor, que lleva un nombre que se lleva repitiendo y repetirá en todo el artículo: el profeta Ageo, o Hageo. Seguramente, el abad de aquella comunidad usara el ejemplo de los profetas para estimular en los enormes trabajos y sacrificios que tenían por delante, con las lecturas de los cuatro discursos de Ageo. Resumo en dos versículos: “Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella, mi voluntad, y seré honrado, ha dicho Jehová” "¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su primera gloria, y cual ahora la veis? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?”. Pudiera ser entonces cuando la vieja casa de San Fructuoso se restaurara en un nuevo monasterio; en el de Ageo, el de la reconstrucción.


Este regreso al monasterio pudo ocurrir a partir del año 878, cuando se libró la última batalla contra la morisma en nuestra comarca, propiciando la repoblación cristiana de todos los antiguos asentamientos. Fue en Santa Cristina de la Polvorosa, entre las tropas de Alfonso III de Asturias y las del emir Muhammad, con sonora victoria de los ástures. En dicha batalla el imaginario popular ha difundido toda suerte de circunstancias favorables: un eclipse de luna, un fuerte viento en contra de los musulmanes, que unido al polvo de pies y pezuñas dicen provenir el nombre de “Polvoraria”, o la aparición de la Virgen María arrojando piedras a los pocos supervivientes que huían (Virgen de la Vega, en Cimanes de la Vega). El caso es que los cristianos, en un estudiado ataque sorpresa, encajonaron la morisma contra el río Órbigo causando, según algunas fuentes, más de 12.000 muertos.


 La historia escrita sobre los orígenes del pueblo de Ayoó comienza en el año 892, aproximadamente. En esta época, en la que era abad Arandiselo, la comunidad en el monasterio debía ser muy importante y avanzada a su tiempo, a modo del bullicio en una universidad actual; la edad de oro de la casa de Fructuoso. Esta situación se deduce por el escrito de donación o "testamento" de uno de sus monjes, Genadio, fechada en el 915. En él relata resumida su vida en Vidriales, y el hecho de pedir el beneplácito y la bendición de su abad para él y doce compañeros (un “apostolado”) antes de partir hacia el Bierzo para restaurar el monasterio de San Pedro de Montes, que recordemos también había sido arrasado por las huestes agarenas. El abad aprobó y alentó aquel proyecto, sin duda por lo que significaba para ellos reconstruir otra obra de Fructuoso, pero también porque la ausencia de 13 monjes no alteraba demasiado la vida monacal en la cabecera del valle de Vidriales.

 

San Genadio: Iglesia Parroquial de Ayoó.

En el año 909 Genadio, obligado por el rey de los ástures (o de las Asturias) Alfonso III, abandona el monasterio de San Pedro de Montes con dirección a Astorga para hacerse cargo de su obispado, además de incorporarse a la Corte Real, que ya se situaba en León.

 

En el 919 Genadio renuncia a la sede episcopal para volver a la soledad y meditación monástica, viviendo como anacoreta en la “cueva de San Genadio”, que está a 4,5 km de Santiago de Peñalba en un paraje de especial belleza. Pero antes recomienda ante el rey de León Ordoño II a uno de los compañeros que partieron de Vidriales para sucederle en el cargo: Fortis.

 

Cueva de San Genadio. Montes de Valdueza.

Fortis muere en el año 930, y también por consejo de Genadio, el rey de León Ramiro II nombró sucesor a un tercer monje vidrialés: Salomón. Otros ilustres monjes que partieron de nuestro valle fueron: Vicente, que relevó a Genadio en la abadía de San Pedro de Montes; Urbano, elegido abad del monasterio de Santiago de Peñalba; y Donadeo, abad también, del monasterio de Santa Leocadia de Castañeda. De éstos nos ha quedado constancia, aunque seguramente que varios más dejaran huella tras el paso por Vidriales.

 

En el 936 fallece Genadio y es enterrado en Peñalba de Santiago. Pero no descansó en paz; en 1603 fue exhumado, en 1621 separada su cabeza y trasladada a Astorga, y posteriormente su cuerpo enterrado en Valladolid, donde hoy está el Hospital Campo Grande.


 En el año 940, en un diploma de Santiago de Peñalba  aparece el nombre de un nuevo abad de nuestro monasterio: Valdemaro, quien confirma junto a otros abades dicho documento.


Almanzor.

De otros avatares en nuestra historia no se dejó constancia escrita (bendito papel), y si se dejó acabó destruida por el siguiente incidente del año 988, que sí quedó registrado: la segunda devastación del monasterio de Ageo, esta vez por Almanzor. Este suceso nos deja nuevos datos: el abad en ese momento se llamaba Zacarías, y el rey de León Bermudo II los acoge en su propio palacio de Carracedo, en el Bierzo. El Obispo de Astorga, Don Jimeno, da su consentimiento para fundar para ellos un nuevo monasterio, de origen vidrialés, confiando la abadía a Zacarías.

 

Un breve inciso: a los actuales ayoínos nos suena el Bierzo como algo lejano e inaccesible, cuando históricamente es todo lo contrario; no me cabe duda que hubo una ruta ancestral, un cordón umbilical cultural que mantuvo unido Bierzo (antiguamente Vierzo) y Vidriales, sobre el que ya escribí una vez, y me parece imperativo reconocer y promocionar.

 

En el momento en el que “los moros de Almanzor” (textual en referencias) dejan de ser un problema para la convivencia en Vidriales, el abad Zacarías pide el favor a Bermudo II para repoblar su abandonado monasterio, con viejos y nuevos monjes, y él al frente. Era sobre el año 995. Siete largos años de soledad y destrucción se encontraron al llegar de nuevo a Vidriales; sin duda y de nuevo se invocaron los escritos de Ageo para devolver vida y esplendor al monasterio.


En esta historia de Ayoó aparece una nueva fecha documentada: el 4 de octubre del año 1057. La infanta Elvira, una los 6 descendientes que tubo Bermudo II fuera del matrimonio hace una donación al monasterio a Ageo, “et damus et concedimus eam ad aulam Sancti Fructuosi…”, traducido, “y la dimos y entregamos a la casa de San Fructuoso…”, dato que parece confirmar el origen del monasterio de Ageo: San Fructuoso, fundador.

 

En 1065, el 27 de diciembre, muere el rey de León Fernando I después de dividir sus posesiones, concediéndole a sus hijas Urraca y Elvira Zamora y Toro, respectivamente, además “con todos los monasterios que él había constituído, imponiéndolas el deber de cuidar dichas iglesias y de guardar virginidad”. En este lote iba nuestro monasterio de Ageo, ya con su coto, una importante cantidad de terreno alrededor.

 

Infanta Urraca de Zamora.

Infanta Elvira de Toro.

Otro documento importante, aunque desaparecido y sólo mencionado por el cisterciense padre Alonso, habla de la infanta Sancha, hija de Urraca I de león, hermana de Alfonso VII y su donación del monasterio de Ageo al de San Martín de Castañeda, quien llevó su dirección muy pocos años, quizás desde 1150 hasta 1154.

 

Monasterio de San Martín de Castañeda.

Llegamos a 1154, a un documento mencionado antes para encontrar nombre al Lugar Sagrado, y redactado en la ciudad de Salamanca. Ese 7 de enero, a modo de regalo de reyes magos el rey de león Alfonso VII manda escribir: Hago carta de donación y texto de firmeza a Dios y a vos, don Suero, y a todos vuestros sucesores, de aquel monasterio de Aio que está en Vidriales; os doy y concedo dicho monasterio con su coto…”. A partir de entonces ocurre algo extraordinario, el nuevo abad Suero toma el mando en propiedad, pudiendo hacer del monasterio y de su coto lo que estimara conveniente, sin contar con la realeza.

 

Solamente dos años más tarde, en 1156, un 14 de mayo este abad Suero, del monasterio de Ageo, es designado Obispo de Coria, Cáceres. Así que redacta un nuevo documento traspasando su monasterio a Pedro Pérez, monje y diácono del monasterio, especificando: “Doy y confirmo por escrito a ti, el nombrado pedro, el monasterio antes nombrado, por entero, como a mí me lo dio el Emperador, para que desde este día y desde este tiempo quede separado de mi propiedad, y pasado a la tuya, para que lo tengas confirmado, y lo poseas tú y tus sucesores para siempre”.

 

Pedro Pérez estuvo al frente de Ageo hasta 1169, un 19 de marzo, en el que sucede a Suero en el obispado de Coria hasta 1177, año en el que fallece. El monasterio vidrialés queda sin propietario, en una posible lucha interna por el control hasta una nueva y trascendental fecha en nuestra historia.

 

En 1182 los Templarios llegan a Vidriales y se apropian del monasterio “per ptentian secularem”; a pesar de ser una Orden Religiosa lo hacen así, con fuerza militar, de forma violenta. Los monjes huyen hacia San Martín de Castañeda, y se querellan ante el Papa Lucio III, quien exige a los violentos la devolución a los legítimos dueños, a lo que se niegan, quedándose con todo.

 

La presencia templaria en Vidriales se prolongó a lo largo de 128 largos años hasta la extinción de la Orden en 1310. En esta fecha termina esta crónica, sencillamente porque el monasterio y su coto quedan totalmente libres y se convierten en una simple parroquia. Nada quedaba de monjes ni de templarios, sólo un enorme solar y una nueva historia para el nuevo pueblo de Ayoó, unificando el lugar primigenio circular y los arrabales del monasterio; y, ya podemos decirlo, sus ayoínos.

 


Referencias:

Fotografía aérea: Gabi. (Gracias)

Bibliografía:

Geografía. – Estrabón.

El monasterio de Ageo. – Augusto Quintana Prieto.

Historia del monasterio de san Pedro de Montes.- Joaquín Herrezuelo.

Historia de los Reyes de León. – Ricardo Chao Prieto.

Documentos inéditos desconocidos de Alfonso VII y Alfonso IX, de León. – Alfonso Andrés.

España Sagrada. – Henrique Flórez.

Iglesias Mozárabes. – Manuel Gómez-Moreno.

Suero, obispo de Coria. – Alfonso Andrés.

El Testamento de San Genadio: Adelino Álvarez.

Web:
Profeta Zacarías: https://gecoas.com/religion/Trabajos/Biblia/profetas/zacarias.htm

Profeta Ageo: https://gecoas.com/religion/Trabajos/Biblia/profetas/ageo.htm

Monasterio de Carracedo: http://www.jdiezarnal.com/monasteriodecarracedo.html

Grabado invasión musulmana: https://historiaespana.es/edad-media/conquista-musulmana

Batalla de la Polvoraria: https://observatorio.cisde.es/archivo/9846/

Almanzor: https://cellopraha.wixsite.com/el-romanico/edad-media

Infantas Urraca y Elvira: http://www.xenealoxiasdoortegal.net