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miércoles, 18 de diciembre de 2019

El recalentamiento global


Qué difícil se me hace tomar alguna posición en el último e indudable problema mundial. Porque una de tres: o el “cambio climático” es catastrofismo, y es un problema; o es real, y es un problema; o me quedo inactivo, y el problema sigue cuando oigo lo que no puedo aceptar por correcto y también por lo que se calla y se debiera tener en cuenta. Yo sólo sé que no sé nada, y nada puedo aportar, aparte de mi memoria por lo que he vivido y sentido, apenas 50 años, y todo eso no deja de ser menos de medio suspiro en la larguísima vida de nuestro planeta. Me siento una inocente mariposa en sus 15 días de vida que quiere dejar su opinión en la historia del clima: pues muy cambiante, la verdad; pero no sé qué hubiese dicho en el caso de haber vivido esos “15 días” en otro lugar de la tierra o en otra época remota; quizás me debiera de corregir y decir que ahora tenemos un clima demasiado apacible o un escenario catastrófico, no lo sé. (El ejemplo sería aletear en la contaminada Madrid capital o hacerlo en Ayoó de Vidriales, en medio del monte: parecido clima, distinta situación). Necesito entender la cuestión, para luego poderme posicionar; por eso me gustaría que se contrastaran datos y noticias, y no caer bajo los efectos del sensacionalismo mediático, ese mantenedor de morbo que diariamente nos bombardea hasta en la sopa, y es literal. Sobre el clima hay muchas voces, y es necesario escucharlas a todas y valorar sus argumentos.

Pongámonos en antecedentes con una metáfora: He leído por ahí, que si la edad de la tierra (4600 millones de años) la compactáramos en un año terrestre (365 días), sería el 31 de diciembre, el último día de todo ése año, cuando los antepasados humanos se separaron genéticamente de sus hermanos primates; que el género Homo apareció a las 19,30 (7,30 de la tarde), y que hasta las 23,15 (11 y cuarto de la noche) no decoraría los muros de las cuevas con sus pinturas rupestres. Nuestra era, lo que llamamos “después de Cristo”, comprendería los 2,86 últimos minutos, y como curiosidad, Darwin publicó El Origen de las Especies en los 11 segundos anteriores a las campanadas de fin de año. Cuando se tensa el mecanismo del reloj para el primer martillazo resulta que comienza la revolución industrial, estudiamos el clima e incluso mandamos satélites para ver en realidad cómo es nuestra nave interestelar. ¿Hemos tenido tiempo y datos para sospechar que los humanos con nuestra actividad estamos provocando poco menos que el fin de la vida en el planeta?

La anterior parece una metáfora excelente: para reflexionar sobre nuestro efímero paso por el mundo. No todo ha sido siempre como lo vemos, y no se puede contabilizar nuestra memoria como el único tiempo a tener en cuenta; porque hubo un “antes” demasiado extenso como para ignorarlo, y no sólo el “ahora” es el único tiempo que importa. Algunas estadísticas, como las del clima (o una buena comparación es la economía), se deben de examinar desde muy atrás en el tiempo para tener una percepción clara de las tendencias. De lo contrario, el egocentrismo de nuestros genes nos hará ver girar el mundo alrededor cuando en realidad somos nosotros los que giramos la cabeza hacia dónde nos apetece. Una metáfora que complemento con otra del escritor Mark Twain: “Si la Torre Eiffel representara la edad del universo, la capa de pintura que tiene en la punta representaría la porción que le correspondería al hombre de ese tiempo, y cualquiera se daría cuenta de que la torre se construyó sólo para el lucimiento de esa delgada capa de la punta… ¿o no?”.

No quiero crear más polémica, ni entrar en estériles discusiones, bastante lío hay ya; sólo dejar mi humilde opinión. Y me parece que se está planteando el tema mal, cuando se mezclan dos conceptos bien distintos: “cambio climático” (natural, y contra ese poco o nada podemos hacer) y “calentamiento global” (antropogénico). Sabemos que cambios climáticos ha habido varios, y muy importantes antes de la revolución industrial, esa que se culpa del calentamiento global por la emisión humana de gases de invernadero. Por tanto, deberíamos diferenciar para tratar con propiedad el problema, que de haberlo sería el “calentamiento global”, o incluso otro distinto, yo sugiero (y nunca he oído el término) RECALENTAMIENTO GLOBAL por nuestra emisión de gases de efecto invernadero (lo de generar fuentes de energía, calentar y volver a calentar, o recalentar, es muy propio de los humanos). Sin embargo, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en su artículo 1, punto 2, ya se apropia del término “cambio climático” para acusar directamente a las emisiones humanas como responsables: “2. "Cambio climático" significa un cambio climático que se atribuye directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera global y que se suma a la variabilidad climática natural observada durante períodos de tiempo comparables”. Vamos, que no han dejado sitio para la duda.

Pero también deberíamos decir que los gases de efecto invernadero son absolutamente necesarios para la vida, si desaparecieran la temperatura media del planeta descendería hasta los 18 grados bajo cero, dejaría de llover o nevar, y paradójicamente el sol nos freiría con su radiación ultravioleta. ¿Cuáles son los niveles adecuados? Los estudiosos no se ponen de acuerdo, los sensacionalistas agitan las calles, y los políticos parecen “engordar” con la mezcla. (Véase nuestro presidente llamar “fanáticos” a quienes anteponen la duda al “dogma” consensuado sólo por una parte de los opinantes).

Pero… ¿qué es lo “normal” en el clima? Para hacernos una idea de los bandazos climáticos solamente en los primeros 1900 años de nuestra era, sin ninguna emisión humana de gases de invernadero, podemos consultar un viejo artículo de Gabriel Puig y Larraz titulado “Sequías pertinaces”. Hay que decir que no necesariamente la sequía es producto del calentamiento, más bien la ausencia de lluvias; aunque un excesivo calentamiento lógicamente evapora, reseca y desertiza. Y también cuando se menciona el “hambre” puede que no sea causa directa de la sequía, lo puede ser del frío, y los que vivimos en el campo lo sabemos muy bien cuando vemos que en nuestros huertos no desarrolla ni madura el fruto simplemente si las noches son demasiado frías. Pero como uno de los síntomas aparentes del clima actual “cambiado” son las pocas lluvias y nevadas, y por el contrario, desproporcionadas en puntos concretos de la geografía, hagamos un repaso de años, datos y fuentes históricas que menciona Puig y Larraz respecto a esos episodios extremadamente intensos y duros en España que afectaron directamente a nuestra provincia de Zamora:
-El Cronicón de Idacio registra una sequía con tintes apocalípticos hacia el año 410.
-Un fenómeno que volvió a suceder hacia el 680.
-Del 707 al 709 hubo otra, “en tan grandes proporciones y tan continuada” que originó hambre y peste, muriendo la mitad de la población.
-Don José Antonio Conde recoge en su libro “Historia de la dominación de los árabes en España” varias sequías, como la del año 846 que no hubo trigo ni cebada, se secaron viñas y frutales y murieron los ganados.
-Otra, muy prolongada, del 867 al 877 secándose las fuentes.
-En el 901, en el cerco de Zamora por Abul Cassin, hubo tal sequía que se vadeaba el Duero por varios sitios.
-En el año 982 por la sequía no se pudo arar y sembrar.
-En el 1172 otra gran sequía, por la que murieron personas y ganados.
-En 1213, el arzobispo D. Rodrigo cuenta que hubo tal sequía y hambruna que se produjeron casos de canibalismo.
-A principios del siglo XIV, según D. Pedro Barrantes en el “Memorial Histórico Español” por la sequía “moríanse las gentes por las calles de hambre, e comía la gente pan de grama, e murió la cuarta parte de la gente”.
(Los últimos 3 puntos coinciden con el Período Cálido Medieval)
-En el mismo siglo XIV hubo otras dos, aunque de menor intensidad.
-El 1506 se dio en llamar “el año del hambre”, porque no hubo apenas cosecha de trigo, importándose de Sicilia.
-En los años 1539, 1545, 1546 y 1550 se repitió la sequía.
-Del 1596 a 1598 los campesinos tuvieron que comer salvados y hierba por falta de cosechas.
-Puig y Larraz también menciona sequías en los siglos XVII y XVIII, apuntando el 1868 por no haber llovido nada desde enero a julio, faltando la cosecha y volviendo el hambre.
(Este período es conocido como Pequeña Edad del Hielo)
En éste mismo blog ya comenté otro “año del hambre”, el 1942, por la “pertinaz sequía” del 1942 a 1945, todavía en la memoria de nuestros abuelos por no segar el cereal de bajo que estaba y tenerlo que arrancar manualmente. El 29 de julio de 1942 se produjeron las más altas temperaturas desde que se llevan registros en León. Otro dato: las menores precipitaciones en la Confederación Hidrográfica del Duero también son de esos años, 1944 y 1945, con 377 mm.

Con estos y otros datos queda claro que nuestro reciente pasado no ha tenido siempre un clima estable y predecible, más bien nunca lo ha tenido. Ahora bien, ¿en el cambio actual tenemos los humanos tanta culpa como se dice, o no? Creo que son los expertos quienes se deben de dejar de ideologías, de intereses y de inclinaciones diversas para trabajar en el progreso y la verdad, abriendo un auténtico y sincero debate, que es lo que debe de hacer la ciencia. Los demás poco podemos hacer, aparte de economizar energía en todas sus vertientes, reciclar para mantener el entorno más limpio y natural, y algo de lo que nunca se habla, que es el aprovechar al máximo nuestros bienes y servicios para luchar contra un consumismo que sólo genera basuras y gasta energía innecesariamente (para crear lo nuevo y reciclar lo viejo), o sea, los dos puntos anteriores juntos. Creo que aplicando el sentido común dejaremos una posibilidad de supervivencia a las generaciones futuras.

Yo he querido dar un paso más, y ofrecer mi casa, mi conexión a internet y mis cuidados futuros al estudio del clima, instalando una estación meteorológica y poniéndola a disposición de la Asociación Meteorológica del Noroeste Peninsular (NOROMET). A partir del 15/12/19, el alto Vidriales (desde Carracedo valle arriba) como paraje con características propias, muy distintas al resto del valle, cuenta con una estación meteorológica que se puede consultar desde cualquier parte y hora. El enlace es:

Una estación, la número 74 de la asociación, instalada y calibrada por un experto local en meteorología, Santi (Santi Bedunia)(Santiago Parrado), socio fundador de NOROMET, con estaciones propias en Camarzana de Tera y La Bañeza, y colaborador en el programa “La Bañeza y Astorga en la Onda” de radio Onda Cero La Bañeza y Astorga, dando las previsiones meteorológicas para la comarca.

Conclusión final: qué fácil es, y qué recurrente hablar del tiempo atmosférico; y qué fácil veo que soporta todas las culpas: cualquier racha que destaque, para calor o frío, aunque sea natural y cíclica, como la gota fría en el Mediterráneo, ahora será causa del cambio climático. Ya lo dice un antiquísimo refrán: ¿de qué te quejas, labrador “honrao”? Unas veces por seco, y otras por “mojao”. Cambiemos labrador por cualquier colectivo y tendremos el refrán actualizado, solo que ya tenemos a qué culpar:
al "recalentamiento global".






Lugares de interés:
Estación NOROMET Ayoó de Vidriales:
Artículo:
Científicos alertando del cambio climático:
Científicos en contra:
Catastrofismo climático:

Predicciones catastróficas:
Desmontando mitos:

Conferencia en la Universidad de Vigo, año 2006; Luis Pomar, Catedrático, Universidad de las Islas Baleares:

Conferencia en la Universidad de Vigo, año 2006; José Ramón Gómez Gesteira, Profesor. Área de Física de la Tierra. Facultad de Ciencias del Campus de Ourense, Universidad de Vigo