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domingo, 20 de febrero de 2011

La ermita de San Bartolomé


Recordando un poco de historia, Ayoó fue un prolífico centro religioso. Cuna de santos, obispos o mártires, llegó a contar en sus términos nueve capellanías. La penúltima en desaparecer como edificio, ya que la última sería nuestra iglesia, fue la ermita de San Bartolomé, y estaba situada en la calle Peñacabras. Subsistió en sus últimos años con titularidad privada, como pajar y corral de ganado, y fue totalmente destruida hacia el año 1973 transformándose en lo que es hoy, casa particular. Contaba con una entrada hacia el sur, con un arco de medio punto bordeando la puerta. Las paredes estaban levantadas de piedra autóctona, como las lajas del alero, las mismas que todavía se pueden observar en los antiguos edificios del pueblo, extraídas de una cantera de la ladera de Peñacabras. La estructura del tejado era de madera, con elevada inclinación, y recubierta con una tupida capa de urz, que a pesar de los años apenas tenía goteras. Fue el último de la estirpe de edificios con techumbre de urz, que aguantó estoico infortunios y adversidades, como grandes nevadas, fuertes vientos o el famoso incendio que calcinó a sus vecinas, bien merece esta mención, porque solo a la mano del hombre, la misma que la construyó, le permitió su desmantelamiento. Bien hecho.

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