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domingo, 30 de enero de 2011
Los desaparecidos negrillos
Casi todos los pueblos de altitud y humedad del suelo similar a Ayoó han perdido un habitante. Imperceptiblemente, quizás, haya sucedido y, lo que es peor, no hagamos nada para remediarlo. En otro tiempo se añoraría su ausencia, porque este discreto habitante, el negrillo, era usado… o mejor, necesitado, para carpintería, por ejemplo en las braceras de los carros de vacas o en máquinas agrícolas por su dureza, y por su elevada resistencia a la humedad como viga en el lagar de nuestras cuevas, entre otros usos. Parece ser que un inmundo bicho no contento con comerse sus hojas y su madera lo infecta con un hongo que tapona su vital savia y lo seca en pocos meses. Ahora solamente los árboles jóvenes, los brotes nuevos, nos enseñan su característica hoja dentada en el borde y con suave bello en el envés. Este majestuoso árbol que podía alcanzar los 30m. de altura ha dejado de verse sobre todo en los arrabales y con él se fue el dorado otoño que sus hojas coloreaban, al igual que los robles, solo que éstos, mas ariscos, solo embellecen el monte. A lo mejor, si volvemos a construir carros como antaño, o cambiamos nuestra moderna prensa hidráulica por la natural y eficaz palanca de la cueva, buscáramos el remedio para su enfermedad. Pero creo que nos preocupa mas envenenarnos con inventos transgénicos o hacer apología del ecologismo sin mover una hoja, que queda bonito, y mirar para otro lado, porque el negrillo ya no es útil y con ignorarlo le podemos aplicar esta especie de eutanasia. Yo, cuando veo un negrillo, me detengo, lo admiro y saludo, y sufro con él, con su desaparición por tan temprana muerte. Mi memoria me recuerda que gran parte de mi niñez transcurrió a su sombra. En Ayoó tenemos varios intentos que por el comentado problema acaban en árbol seco. Hay uno que veo con frecuencia, que además cada dos por tres queman las zarzas que prosperan a su alrededor y aumentan su agonía. También puede ser que “lo que no te mata te hace más fuerte” y nuestro negrillo sobreviva como un fénix de sus cenizas. Va a ser que no. Al negrillo, sinceramente, lo hecho de menos.
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