“Las campanas y el
pendón del pueblo son”. El sábado 30 de agosto de 2014 se cumplió esta máxima
en torno al Santuario de Nuestra Señora la Virgen del Campo, en el corazón de
Vidriales y de manos del pueblo vidrialés de corazón. Tres campanas que no
dejaron de voltear desde el mediodía hasta el comienzo de una ceremonia religiosa
en honor a todos los pueblos del valle. Y un tímido pendón que inició su
andadura desde el paraje El Valle, de San Pedro de la Viña, arropado y nunca
mejor dicho, por los pendoneros ya confraternizados y sus pendones venidos de
las vecinas riberas de la Valduerna, Jamuz, Valdería y Órbigo. En medio de la
hermandad, su bautizo: la bendición de bienvenida al blanquiazul que ya ondea
con propiedad y garbo, y que con orgullo nos representará donde quiera que
vayamos en esta nueva etapa de promoción y recuperación de tradiciones de
nuestro Santuario Mariano.
El cielo amaneció
parcialmente nublado, a sabiendas de lo que habría de suceder. Viento ligero
para desplegar enseñas, algunas centenarias, y emoción al mostrar los nuevos
colores: blanco y celeste; en el suelo se ha reflejado el cielo, y en los rostros
la felicidad de la gente que auguraban entre nervios lo que ha pasado como día
memorable. Para nosotros ha sido difícil, hay que reconocerlo; pero hemos sido
sorprendidos por todos los grupos que con disimulada empatía han hecho de la
fiesta una verdadera solemnidad, con alegría, colorido, música, baile… y
distinción. En señal de gratitud, y para general reconocimiento, estos son:
Alija del Infantado
Bodegueros
Calzada de la
Valdería
Castrocalbón
Genestacio
Quintana del Marco
Jiménez de Jamuz
La Bañeza
Palacios de la
Valduerna
Pobladura del Valle
Quintana del Marco
Santa Elena de Jamuz
y el estandarte de
San Lucas de Carracedo.
Y como no, si de
fiesta hablamos, agradecer también el verdadero motor, el motivo que nos ha
concentrado este sábado en las inmediaciones de Rosinos de Vidriales: la
veneración con todos los honores de nuestra patrona la Virgen del Campo.
Comenzó con la tradicional procesión precedida por los pendones, que al finalizar
rindieron reverencia como colofón e inicio de la suntuosa misa presidida por el
P. José Antonio Nieto Rodríguez, Vicario General de la Congregación de la
Sagrada Familia, y concelebrada por quienes ya oficiaron en la novena: el P.
Carlos Cristóbal Cano, D. Carlos Fernández García, D. Pedro Centeno Vaquero, D.
Vicente Miguélez Miguélez, D. Pedro Aparicio Blanco, D. L. Aurelio Miguélez
Martínez, D. Eladio Ferrero Vaquero, D. Felipe Tostón Martínez y D. Gabriel
Benavides Ferrero.
No me he olvidado de
D. Víctor Murias Borrajo, y de D. Miguel Hernández Rodriguez, porque para ellos
es esta especial mención: el primero, actualmente Ecónomo de la Diócesis de
Astorga, por ser el promotor, allá en el año 2008, de esta nueva etapa de
florecimiento de enraizadas tradiciones; y el segundo y con todo el afecto, como
rector del Santuario, por saber ser quien es y ayudarnos a encontrar nuestro
lugar, por el ánimo y la ilusión inculcados, y porque no se canse nunca de dirigir
o lidiar nuestras batallitas, algunas imprescindibles, otras perdonables.
Vidriales siempre fue
tierra amada, no hace falta saber de arqueología o sociabilidad para
descubrirlo; me gustaría saber contar mejor para elevar a su lugar y darle la merecida
importancia para el valle de esta fiesta. El objetivo es unir a los vidrialeses
anfitriones con todos los pueblos invitados como se vieron hace varias décadas
en la romería que cada año llenaba las eras de Rosinos. Estrechos lazos nos
unen con nuestros vecinos; ojalá, y es deseo de todos recuperarlos. Para
quienes trabajan en este precioso proyecto, y como siempre se dijo… que la
Virgen se lo pague.
Bonito
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