Ayoó de Vidriales. |
Ayoó de Vidriales es uno de esos pueblos abundantes en historia escrita y no escrita que me apetece repasar cronológicamente, a sabiendas de no poder aportar más que unos conceptos generales (fáciles de relacionar y atribuir, pero imposibles de confirmar), unos documentos interpretables, y de otros de apariencia cierta. Mi paréntesis comienza 25 años antes de nuestra era, y se cierra en una fecha cierta, el año 1310.
Nos remontamos pues a
los últimos coletazos de la edad del hierro, a la llegada de la escritura con
los romanos, que pudieron aparecer hacia el 25 a. C. en Vidriales con el
propósito del sometimiento indígena. Dada la abundancia de clanes esparcidos
por todo el valle, y en las inmediaciones del mayor castro ástur de la zona
augustana, Las Labradas, sin duda alguna la guerra fue cruel y sangrienta, por
tanto, las bajas incalculables. En la parte que nos toca, es difícil saber el
número de habitantes del castro de la Peña, aunque hay estudiosos que se
aventuran a hacer un cálculo por hectárea de los recintos prerromanos, desde mi
punto de vista carente de exactitud.
Castros ástures en Vidriales. |
El castro de la peña aparece por primera vez documentado en fecha del 7 de enero de 1154, cuando el rey de León Alfonso VII regala el monasterio a un abad, don Suero. Comienza la descripción de los límites de su coto con “scilicet per FARUM desuper Carrazedu de Vidriales…”, traducido por D. Augusto Quintana Prieto como “esto es, desde el LUGAR SAGRADO que hay por encima de Carracedo de Vidriales”. No seré yo quien contradiga al ilustre archivero, traductor y escritor, por eso he propuesto ese nombre para distinguir el castro de la Peña: Lugar Sagrado.
Seguramente los
ástures del Lugar Sagrado no fueran diferentes de las tribus vecinas en la vestimenta, ni en su actitud, ni por sus costumbres… ni por su carácter
extraordinariamente temperamental. Y paradójicamente los podemos conocer gracias
a los escritos del geógrafo e historiador griego Estrabón, a pesar de que nunca
pisó nuestra península. Parece ser que reescribió los escritos de otros
historiadores, o los relatos de quienes invadieron e instauraron la Hispania
romana.
Dice Estrabón que los
hombres vestían sayos negros, con los que dormían en jergones vegetales. No se
cortaban el pelo, y sólo se lo ceñían a la frente con una cinta para luchar. Las
mujeres vestían ropas floridas, y luchaban igual que los hombres. (Obsérvese la
importancia de la preparación militar; indica una fuerte predisposición a la
violencia). No practicaban el comercio, no usaban aceite sino manteca, comían
pan de bellota, sobre todo carne de cabrito, bebían vino y sacrificaban muchos
animales de una vez. Hacían las comidas en corro, sentados en bancos alrededor
de las paredes, respetando la edad y dignidad. Los condenados a muerte se
despeñaban, y a los parricidas, fuera madre o padre, los lapidaban. Orgullosos
y libres, siempre preferían la muerte a caer prisioneros. No tenían
cementerios, y a los enfermos los dejaban en los caminos, para que quien
conociese su enfermedad los curase. Era una sociedad matriarcal; las mujeres
heredaban y casaban a sus hermanos, y cuando parían, hacían acostar al padre
con el recién nacido. Usaban un veneno muy potente, que mataba sin dolor, para
situaciones imprevistas. Y les gustaba la música y el baile, haciendo corros,
saltando e inclinándose alternativamente.
La invasión romana tuvo unas consecuencias muy graves para los ástures, que ofrecieron una resistencia realmente extraordinaria junto con los cántabros, hasta el punto de declarar Roma la guerra total a estos dos pueblos abriendo simbólicamente las puertas del templo de Jano, y desplazándose el emperador Octavio Augusto en persona para dirigir las operaciones militares.
El primer daño fue
físico, ocasionando enormes pérdidas humanas entre los luchadores más valientes,
o a cualquier otra persona que ofreciera una mínima resistencia, sin distinción
de sexo o edad. El siguiente paso fue arrasar los poblados, expoliando todo lo
que tenía valor: tesoros, ganado, herramientas, armas…. El tercer golpe fue
directo a los modos y costumbres, obligando a los supervivientes a bajar de los
castros y establecerse donde fuese fácil el control total, a acatar las leyes
romanas, e incluso a reclutar a los válidos para colaborar en ciertos trabajos,
como en la minería o la construcción de caminos y puentes. Todo había cambiado
de dueño, ya nunca nada sería lo mismo. La ley de la fuerza se hizo patente.
Campamento romano del Castrillo. |
El Castrillo fue el primer campamento romano levantado en Vidriales, el principio de la invasión del valle. Era del tipo temporal, un “Castra Aestiva”, y tuvo como objetivo el ataque al Lugar Sagrado. Ocupaba una superficie aproximada de 1,40 ha. y estaba construido con un foso perimetral, parapeto de tierra y céspedes, y valla de afilados troncos. La orientación era Norte-Sur, aproximada, y estaba al lado de una calzada que venía de la zona campamental de la Chana de Castrocalbón, lo que conocemos como “el camino La Bañeza”.
Vuelo fotogramétrico 1945-46 del Castrillo. |
Vuelo fotogramétrico 1980-86 del Castrillo. |
Vuelo fotogramétrico 2004 del Castrillo. |
El clan del Lugar
Sagrado, asentado en el valle, fue “pre-ayoíno”; todavía tardaría más de un
milenio en configurarse como pueblo de Ayoó, y por tanto crearse el gentilicio
“ayoíno”. Pero sin duda alguna construyeron sus casas siguiendo la más
elemental forma defensiva: el círculo; sólo así se sentirían protegidos tras la
pérdida de sus murallas. También buscaron el agua, cansados de acarrearla hasta
lo alto del montículo; y mejor agua potable, así que elegirían la cercanía de
alguna fuente de las muchas que alimentan el arroyo Almucera. (Por cierto, hasta
la llegada de los agarenos este cauce tampoco pudo tener nombre árabe,
y no parece haber registros del nombre antiguo.) Por tanto, busquemos un lugar
con forma circular y cercano al agua, para aproximarnos al primigenio pueblo
desde el que hoy estoy planteando tantas incógnitas y proponiendo nuevas hipótesis.
Panorámica de Ayoó. |
Una de las mejores
herramientas para retroceder en el tiempo es la fotografía aérea que primero de
forma secreta, y luego con permiso de Franco, tuvo como objetivo cartografiar
Europa con objetivos militares por miedo a una inminente guerra fría. Los
vuelos americanos de 1945-46 y 1956-57 nos muestran un Ayoó sustancialmente
distinto al actual, y es en esos documentos donde podemos hurgar para intentar
hallar el lugar que eligieron nuestros ancestros, o los invasores eligieron por
ellos para el asentamiento original, el origen de nuestro pueblo.
Pacificada la zona,
con las documentadas revueltas resueltas, sería cuando por fin eligieran un
lugar al lado del agua, del camino romano que venía desde los campamentos de la
Chana de Castrocalbón, y con forma redonda; y las fotos fotogramétricas del
vuelo americano de 1945-46 nos lo intuyen con bastante probabilidad: el barrio
de los Palomares, al que se accede por una calle en forma de “V” que indica antigüedad,
pequeñez, aislamiento… la calle Casillas (diminutivo de casa).
Barrio de los Palomares. |
Este Ayoó primigenio
tendría un diámetro aproximado de 135 metros, una superficie de 1,5 ha., y
constaría de dos partes, viviendas en la parte alta, y otro lugar cercano al
arroyo donde ganado en rediles y huertos podrían compartir espacio. La fuente
“del Caño” sería la encargada de la sed y de la cocina; mientras “el caño”
garantizaría el consumo animal. Es muy curiosa la distribución de las parcelas
adyacentes, en círculos concéntricos y con la cabecera hacia el pueblo; todo
antes de la concentración parcelaria, aunque en un principio no estuviese tan
activa la agricultura.
Superficie: primer asentamiento. |
Diámetro: primer asentamiento. |
Forma circular en el catastro. |
Vuelo fotogramétrico 1945-46: primer asentamiento. |
Vuelo fotogramétrico 1956-57: primer asentamiento. |
Dirección radial de las parcelas. |
San Fructuoso: Iglesia Parroquial de Ayoó. |
Eligió las inmediaciones de una nueva fuente
para los primeros edificios religiosos, en el entorno de la actual Iglesia
parroquial de Ayoó, decidido a respetar el poblado ya existente y a mantener
distancias con él. Con el tiempo se les levantaría una iglesia, que por falta
de espacio quedaría fuera del círculo primigenio. Todavía los mayores recuerdan
sus muros, al otro lado de la calle circular, allí estaba la iglesia de San
fructuoso.
Las dos partes diferenciadas, original y monástica. |
Grabado de la época: invasión musulmana. |
Los monjes, huidos para
salvar sus vidas, apenas pudieron volvieron a su monasterio,
encontrando un panorama comparable a un pasaje del Antiguo Testamento que sin
duda conocían casi de memoria: la reconstrucción del Templo de Jerusalén. En el
año 539 a. C. se consumó la derrota y destrucción de Babilonia por el rey de
Persia Ciro II el Grande. La reconstrucción del Templo fue una de las
preocupaciones de los primeros repatriados judíos, que entraron en conflicto
con los colonos y samaritanos provenientes de Asiria por evitar un sincretismo
que alterara la pureza original, hasta el punto que Artajerjes, sucesor en el
trono persa a Ciro, prohibió los trabajos. Fue entonces cuando el profeta menor
Zacarías espolea esa reconstrucción con ayuda de otro profeta menor, que lleva
un nombre que se lleva repitiendo y repetirá en todo el artículo: el profeta
Ageo, o Hageo. Seguramente, el abad de aquella comunidad usara el ejemplo de
los profetas para estimular en los enormes trabajos y sacrificios que tenían
por delante, con las lecturas de los cuatro discursos de Ageo. Resumo en dos
versículos: “Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella, mi
voluntad, y seré honrado, ha dicho Jehová” "¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en
su primera gloria, y cual ahora la veis? ¿No es ella como nada delante de
vuestros ojos?”. Pudiera ser entonces cuando la vieja casa de San
Fructuoso se restaurara en un nuevo monasterio; en el de Ageo, el de la
reconstrucción.
Este regreso al monasterio pudo ocurrir a partir del año 878, cuando se libró la última batalla contra la morisma en nuestra comarca, propiciando la repoblación cristiana de todos los antiguos asentamientos. Fue en Santa Cristina de la Polvorosa, entre las tropas de Alfonso III de Asturias y las del emir Muhammad, con sonora victoria de los ástures. En dicha batalla el imaginario popular ha difundido toda suerte de circunstancias favorables: un eclipse de luna, un fuerte viento en contra de los musulmanes, que unido al polvo de pies y pezuñas dicen provenir el nombre de “Polvoraria”, o la aparición de la Virgen María arrojando piedras a los pocos supervivientes que huían (Virgen de la Vega, en Cimanes de la Vega). El caso es que los cristianos, en un estudiado ataque sorpresa, encajonaron la morisma contra el río Órbigo causando, según algunas fuentes, más de 12.000 muertos.
La historia escrita sobre los orígenes del pueblo de Ayoó comienza en el año 892, aproximadamente. En esta época, en la que era abad Arandiselo, la comunidad en el monasterio debía ser muy importante y avanzada a su tiempo, a modo del bullicio en una universidad actual; la edad de oro de la casa de Fructuoso. Esta situación se deduce por el escrito de donación o "testamento" de uno de sus monjes, Genadio, fechada en el 915. En él relata resumida su vida en Vidriales, y el hecho de pedir el beneplácito y la bendición de su abad para él y doce compañeros (un “apostolado”) antes de partir hacia el Bierzo para restaurar el monasterio de San Pedro de Montes, que recordemos también había sido arrasado por las huestes agarenas. El abad aprobó y alentó aquel proyecto, sin duda por lo que significaba para ellos reconstruir otra obra de Fructuoso, pero también porque la ausencia de 13 monjes no alteraba demasiado la vida monacal en la cabecera del valle de Vidriales.
San Genadio: Iglesia Parroquial de Ayoó. |
En el año 909 Genadio,
obligado por el rey de los ástures (o de las Asturias) Alfonso III, abandona el
monasterio de San Pedro de Montes con dirección a Astorga para hacerse cargo de
su obispado, además de incorporarse a la Corte Real, que ya se situaba en León.
En el 919 Genadio
renuncia a la sede episcopal para volver a la soledad y meditación monástica,
viviendo como anacoreta en la “cueva de San Genadio”, que está a 4,5 km de
Santiago de Peñalba en un paraje de especial belleza. Pero antes recomienda
ante el rey de León Ordoño II a uno de los compañeros que partieron de
Vidriales para sucederle en el cargo: Fortis.
Cueva de San Genadio. Montes de Valdueza. |
Fortis muere en el
año 930, y también por consejo de Genadio, el rey de León Ramiro II nombró
sucesor a un tercer monje vidrialés: Salomón. Otros ilustres monjes que
partieron de nuestro valle fueron: Vicente, que relevó a Genadio en la abadía
de San Pedro de Montes; Urbano, elegido abad del monasterio de Santiago de
Peñalba; y Donadeo, abad también, del monasterio de Santa Leocadia de
Castañeda. De éstos nos ha quedado constancia, aunque seguramente que varios más
dejaran huella tras el paso por Vidriales.
En el 936 fallece
Genadio y es enterrado en Peñalba de Santiago. Pero no descansó en paz; en 1603
fue exhumado, en 1621 separada su cabeza y trasladada a Astorga, y
posteriormente su cuerpo enterrado en Valladolid, donde hoy está el Hospital
Campo Grande.
Almanzor. |
De otros avatares en
nuestra historia no se dejó constancia escrita (bendito papel), y si se dejó
acabó destruida por el siguiente incidente del año 988, que sí quedó registrado: la segunda devastación del monasterio de Ageo, esta vez por Almanzor. Este suceso
nos deja nuevos datos: el abad en ese momento se llamaba Zacarías, y el rey de
León Bermudo II los acoge en su propio palacio de Carracedo, en el Bierzo. El
Obispo de Astorga, Don Jimeno, da su consentimiento para fundar para ellos un
nuevo monasterio, de origen vidrialés, confiando la abadía a Zacarías.
Un breve inciso: a
los actuales ayoínos nos suena el Bierzo como algo lejano e inaccesible, cuando
históricamente es todo lo contrario; no me cabe duda que hubo una ruta
ancestral, un cordón umbilical cultural que mantuvo unido Bierzo (antiguamente
Vierzo) y Vidriales, sobre el que ya escribí una vez, y me parece imperativo reconocer
y promocionar.
En el momento en el que “los moros de Almanzor” (textual en referencias) dejan de ser un problema para la convivencia en Vidriales, el abad Zacarías pide el favor a Bermudo II para repoblar su abandonado monasterio, con viejos y nuevos monjes, y él al frente. Era sobre el año 995. Siete largos años de soledad y destrucción se encontraron al llegar de nuevo a Vidriales; sin duda y de nuevo se invocaron los escritos de Ageo para devolver vida y esplendor al monasterio.
En esta historia de
Ayoó aparece una nueva fecha documentada: el 4 de octubre del año 1057. La
infanta Elvira, una los 6 descendientes que tubo Bermudo II fuera del
matrimonio hace una donación al monasterio a Ageo, “et damus et concedimus
eam ad aulam Sancti Fructuosi…”, traducido, “y la dimos y entregamos a
la casa de San Fructuoso…”, dato que parece confirmar el origen del
monasterio de Ageo: San Fructuoso, fundador.
En 1065, el 27 de
diciembre, muere el rey de León Fernando I después de dividir sus posesiones,
concediéndole a sus hijas Urraca y Elvira Zamora y Toro, respectivamente,
además “con todos los monasterios que él había constituído, imponiéndolas el
deber de cuidar dichas iglesias y de guardar virginidad”. En este lote iba
nuestro monasterio de Ageo, ya con su coto, una importante cantidad de terreno
alrededor.
Infanta Urraca de Zamora. |
Infanta Elvira de Toro. |
Otro documento
importante, aunque desaparecido y sólo mencionado por el cisterciense padre
Alonso, habla de la infanta Sancha, hija de Urraca I de león, hermana de
Alfonso VII y su donación del monasterio de Ageo al de San Martín de Castañeda,
quien llevó su dirección muy pocos años, quizás desde 1150 hasta 1154.
Monasterio de San Martín de Castañeda. |
Llegamos a 1154, a un
documento mencionado antes para encontrar nombre al Lugar Sagrado, y redactado
en la ciudad de Salamanca. Ese 7 de enero, a modo de regalo de reyes magos el
rey de león Alfonso VII manda escribir: Hago carta de donación y texto de
firmeza a Dios y a vos, don Suero, y a todos vuestros sucesores, de aquel
monasterio de Aio que está en Vidriales; os doy y concedo dicho monasterio con
su coto…”. A partir de entonces ocurre algo extraordinario, el nuevo abad
Suero toma el mando en propiedad, pudiendo hacer del monasterio y de su coto lo
que estimara conveniente, sin contar con la realeza.
Solamente dos años
más tarde, en 1156, un 14 de mayo este abad Suero, del monasterio de Ageo, es
designado Obispo de Coria, Cáceres. Así que redacta un nuevo documento
traspasando su monasterio a Pedro Pérez, monje y diácono del monasterio,
especificando: “Doy y confirmo por escrito a ti, el nombrado pedro, el
monasterio antes nombrado, por entero, como a mí me lo dio el Emperador, para
que desde este día y desde este tiempo quede separado de mi propiedad, y pasado
a la tuya, para que lo tengas confirmado, y lo poseas tú y tus sucesores para
siempre”.
Pedro Pérez estuvo al
frente de Ageo hasta 1169, un 19 de marzo, en el que sucede a Suero en el obispado
de Coria hasta 1177, año en el que fallece. El monasterio vidrialés queda sin
propietario, en una posible lucha interna por el control hasta una nueva y
trascendental fecha en nuestra historia.
En 1182 los Templarios
llegan a Vidriales y se apropian del monasterio “per ptentian secularem”;
a pesar de ser una Orden Religiosa lo hacen así, con fuerza militar, de forma
violenta. Los monjes huyen hacia San Martín de Castañeda, y se querellan ante
el Papa Lucio III, quien exige a los violentos la devolución a los legítimos
dueños, a lo que se niegan, quedándose con todo.
La presencia
templaria en Vidriales se prolongó a lo largo de 128 largos años hasta la
extinción de la Orden en 1310. En esta fecha termina esta crónica,
sencillamente porque el monasterio y su coto quedan totalmente libres y se
convierten en una simple parroquia. Nada quedaba de monjes ni de templarios,
sólo un enorme solar y una nueva historia para el nuevo pueblo de Ayoó,
unificando el lugar primigenio circular y los arrabales del monasterio; y, ya
podemos decirlo, sus ayoínos.
Referencias:
Fotografía aérea: Gabi. (Gracias)
Bibliografía:
Geografía. – Estrabón.
El monasterio de Ageo.
– Augusto Quintana Prieto.
Historia del
monasterio de san Pedro de Montes.- Joaquín Herrezuelo.
Historia de los Reyes
de León. – Ricardo Chao Prieto.
Documentos inéditos desconocidos
de Alfonso VII y Alfonso IX, de León. – Alfonso Andrés.
España Sagrada. – Henrique
Flórez.
Iglesias Mozárabes. –
Manuel Gómez-Moreno.
Suero, obispo de
Coria. – Alfonso Andrés.
El Testamento de San Genadio: Adelino Álvarez.
Web:
Profeta Zacarías: https://gecoas.com/religion/Trabajos/Biblia/profetas/zacarias.htm
Profeta Ageo: https://gecoas.com/religion/Trabajos/Biblia/profetas/ageo.htm
Monasterio de
Carracedo: http://www.jdiezarnal.com/monasteriodecarracedo.html
Grabado invasión musulmana: https://historiaespana.es/edad-media/conquista-musulmana
Batalla de la Polvoraria: https://observatorio.cisde.es/archivo/9846/
Almanzor: https://cellopraha.wixsite.com/el-romanico/edad-media
Infantas Urraca y
Elvira: http://www.xenealoxiasdoortegal.net
Maestro mi profunda admiración!!!
ResponderEliminarImpresionante amigo Joaquin!!! No tengo palabras. Eres un maestro en el tema. Un abrazo Paulina
ResponderEliminarGrande. Muy bueno. Quedo impresionado.
ResponderEliminarMuy bueno Joaquín, desde que soy pequeña me as enseñado cosas muy valiosas, y me alegra mucho seguir aprendiendo de ti, para mi eres un ejemplo de superación, de persona, trabajador, buen padre, buen amigo y muy buen maestro, gracias!!! Un abrazoo
ResponderEliminarLo he vuelto a leer. Me ha impresionado más. Enhorabuena Joaquín. Mi admiración.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho
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