Es la cuenta de la
vieja,
la que todos nos
echamos:
a una vida laboral
le corresponde un
descanso.
Sin esperar a mañana
porque surgen
sobresaltos,
debemos pedir lo
nuestro,
que no nos coman el
tarro.
Se acabaron los
trajines,
adiós muy buenas
contratos,
mojaduras y solianas,
nervios y demás
quebrantos.
Olvida el despertador,
queda en la cama otro
rato;
¿te apetece madrugar?
puedes poner tú el
horario.
Un café a madia
mañana,
como se hacía en el
tajo,
solo que ahora ya no
hay prisa
recuerda, todo ha
cambiado.
Y si apetece partida
siempre sobran
candidatos;
eres del grupo de
aquellos
cuando tú ibas al
trabajo.
Tampoco es cosa
quedarse
como un mal reloj,
parado;
hay mucho por ver o
hacer
antes de verte un
anciano.
Ejercicio en lo
posible,
a poder ser, comer
sano;
que no falten
excepciones
que también te lo has
ganado.
Sólo me queda un
deseo,
te lo envuelvo en un
abrazo:
como pedían en el
pueblo…
“y que sea por muchos
años”.
P.D.
Este poema lo dedico
a un reciente
jubilado:
trabajador incansable,
gran persona, y buen
hermano.
Con todo el amor del
mundo,
cuídate y disfruta, SANTOS.
Eres todo un poeta amigo Joaquín. Está perfecto t con toda la razón. Un abrazo Paulina
ResponderEliminarQue bonita foto de los 4. Un abrazo para el jubilado y otro para el poeta.
ResponderEliminarMe encanta la foto de los cuatro.
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