El día 25 de diciembre, Navidad, a las 10 de la mañana, entré en la iglesia para dar los últimos retoques al belén. Mi sorpresa fue mayúscula al descubrir que una zona se movía, que el serrín que simula el suelo tenía movimiento propio, como si un miniterremoto estuviera produciéndose en ese momento, por no hablar de magias u otros misterios que en aquel lugar le ponen a uno los pelos como escarpias. Después de unos segundos de incertidumbre observé unas conocidas pisadas por toda la superficie del belén, y me dí cuenta de lo ocurrido. Ayer, con el ajetreo, se nos coló un gato en la iglesia, un lindo gatito, como diría Piolín, y pasó la noche encerrado. Por la mañana, al sentirme, se escondió bajo la estructura del belén y me dio un susto de mil demonios. Pero claro, la noche es larga y tuvo tiempo de satisfacer su natural curiosidad entre las casitas, el río, el castillo y demás infraestructuras. Como un impresionante Godzilla provocó el pánico entre las figuritas, ya que varias estaban cuerpo a tierra, así como gallinas, patos, burros y demás bichos. A lo mejor el gatito quería colaborar, y la verdad es que lo hizo bien, nos dejó su montoncito, bien tapadito, como fiel cagón viviente, y esta simpática anécdota como regalo de Navidad. Seguro que algunos os habréis dado cuenta que el encabezamiento es un antiguo acertijo, solo que cambiando perro por gato. Y la respuesta es… “porque la puerta está abierta”.
Aprovecho, desde la modestia de éste blog, para desearos lo mejor en estas enternecedoras fiestas, en especial a los que éste año les haya sido un poco injusto, para que el que entre lo tenga en cuenta y les dé doble ración de paz y bienestar. Feliz navidad, y próspero 2011.
jajajaja que bueno, cómo lo cuentas jajajaja!! No he podido parar de reírme cuando lo he leido, es muy buena la historia!!
ResponderEliminarUn saludo, y que sepas que me conoces, ya te diré quién soy cuando te vea :)