He oído decir, que si
en los primeros instantes de febrero no se repican las campanas, será signo de
mal agüero. Los hacedores de pedrisco, “los diablos que amasan la piedra”,
comienzan entonces sin descanso a producir y almacenar granizo con el que destruir
todas las cosechas del año. Según dicen, esos seres malignos y despiadados solo
se amedrentan con una cosa, que el tañer de las campanas haga eco en sus
grandes y afiladas orejotas. Su pequeño cerebro no es capaz de asimilar ese
sonido metálico y huirán a su lejano mundo hasta un nuevo febrero. Por eso las
gentes están alerta, y en muchos campanarios esta noche, esté como esté, las
campanas volverán a vibrar con fuerza, así ha sido en Ayoó de Vidriales y así
deberá continuar.
La rato se presentaba
muy frío, sin nubes, con una luna creciente iluminada en un 91%. Tanta claridad
no es impedimento para distinguir las estrellas más brillantes y orientarse
entre constelaciones, vigiladas de cerca por el gigante errante, padre de
dioses y de hombres: Júpiter, padre también de la luz. En el cénit campa a sus
anchas una escena de montería: Orión el cazador, dos perros y una liebre; sobre
el cuadro unos mellizos con la luna a los pies, flanqueado por un toro, un
cangrejo y un lejano león que viene trotando por un camino de estrellas. No ha
tantos años con una piña de ellas alguien descubrió un reloj con forma de
arado, consultado a cualquier hora de la noche para computar los sueños y las
tareas; allá se ve, al poniente. Y también desde el alto se ve el gran carro, los
Septem Triones romanos en su lento caminar en el círculo de la vida. Cuanta
leyenda en un puñado de soles lejanos.
El toque de esta
noche, bien documentado en el viejo reino de León y en algunas zonas de España,
es uno de los muchos enigmas sin respuesta. El origen se acepta como la
cristianización del rito celta de “Imbolc”; la veneración a Santa Brígida de
Kildare. Ni una sola imagen de esta santa ocupa hornacina en nuestros retablos,
ni un solo templo consagrado a la patrona de Irlanda, al contrario de Santa
Bárbara, nominada contra las tormentas y con representación en muchos lugares.
Pero todos y cada uno de los años Santa Brígida está presente en nuestro más
íntimo acervo popular, y en las torres de las iglesias se alternan campaneros
dispuestos a prolongar la tradición.
Nuestras campanas voltearon,
y repicaron, porque es el “día de Santa Brígida”. En Congosta hacen lo mismo
para “echar a enero fuera” y en otros sitios para alejar los renuberos. Pero
este toque es mucho más que eso, es una gran fiesta invernal preludio de la
primavera: 31 de enero (noche y víspera), 1 de febrero Santa Brígida, 2 de
febrero Las Candelas, 3 de febrero San Blas (la cigüeña verás) y 5 de febrero Las
Águedas. A lo ancho y largo de nuestra geografía son todavía días festivos
reconocidos. Nada, al parecer, comparado con la repercusión que tuvo en otros
tiempos. Ésta fiesta se me antoja como la mañana de viernes de un fin de semana
primaveral.
Como natural de
Calzada de la Valdería, pueblo con larga tradición de toque de campanas para
deshacer las nubes de tormenta, y como afincado en Ayoó y campanero de Santa
Brígida, termino con una inscripción curiosa, que he encontrado en Internet,
grabada en una campana:
“Funera plango,
fulmina frango, sabbata pango, excito lentos, dissipo ventos, paco cruentos.”
Traducido podría ser:
(En los funerales lloro, quiebro los rayos, llamo a fiesta; apresuro a
los perezosos, alejo las tormentas, pacifico el derramamiento de sangre.)
Y también con estos
versos, como homenaje a campanas y campaneros:
Campanas del mi lugar,
sé que me queréis de veras,
tocasteis cuando nací,
tocareis cuando me
muera.
SANTA BRÍGIDA
Campanas y campaneros 2015
Enlaces de interés:
Me han comentado que mi abuelo era muy bueno repicando las campanas de Calzada de la Valdería.
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