Terminaba el verano
de 1968, en ese ajetreado espacio temporal que hay entre eras y vendimias. Eran
sobre las 3 de la mañana, y una ambulancia circulaba apresurada, por las
serpenteantes y a aquellas horas vacías carreteras de la provincia de León en
dirección al hospital. Ocupaba su camilla, en la parte posterior, una mujer de unos
36 años que acababa de perder a su cuarto hijo en un aborto y mostraba una
seria hemorragia. Delante, con el conductor, se sentaban dos acompañantes de la
malograda parturienta: Avelina (mi abuela), y Honorio, su hijo (mi padre),
quien al notar que hacía un buen rato que no sentía queja alguna de su esposa,
Ana María (mi madre), se volvió para preguntar qué tal se encontraba.
- “Ahora muy bien, - le respondió con serenidad – porque que
me va cuidando esta señora.”
La respuesta extrañó
a los tres ocupantes delanteros de la ambulancia; aquello parecía síntoma de desvarío. Mi padre, preocupado más si cabe, le dijo:
- “Pero qué dices, si no hay nadie contigo…”
- “¿Queda mucho?”, preguntó a continuación mi madre.
- “Acabamos de pasar La Virgen del Camino…”, le contestó él.
- “Tranquilos, estoy bien…”
El viaje continuó sin
más quejidos ni conversaciones, y en sorprendentes pocos días Ana María se
repuso, volvió a casa, y felizmente a los tres años dio a luz con total
normalidad a Toni, mi hermano pequeño.
No sé cuantas veces
mentaría mi madre aquel suceso; la total claridad con la que vio y sintió a su
lado una hermosa figura femenina que le quitó el dolor y el incómodo agitar del
vehículo camino del hospital. Pero en tantos viajes volvió por aquella
carretera y pudo, hizo una visita al Santuario de la Virgen del Camino, aunque
solo fueran unos minutos; de esas curiosas paradas, y de volver a escuchar el
porqué, varias veces fui testigo.
He oído decir que una
persona no es grande por el bulto que ocupa o el cargo que ostenta, si no por
el vacío que deja cuando se va. Ana María se acaba de ir para siempre dejando
un profundo abismo, un punto de inflexión en el gráfico de las vidas de cuantos
tuvimos la suerte de tenerla al lado. Si algo tuviera que decir de ella la
describiría como incansable, sufrida, agradecida, resignada… ejemplar esposa y
madre de sus hijos, camaleónica modelo de mujer, y a la vez encantadoramente
sencilla y práctica. Y no son palabras de hijo influenciado por el amor de una
madre, solo reflejo el pensar de los muchos que nos transmitieron con sus
recuerdos un último adiós para ella.
Ana María nos ha
dejado tras pasar una larga estancia en el hospital; unos días, en el sentido
más estricto de las palabras, que se han hecho angustiosamente eternos. No
sabría como agradecer al equipo médico su atención, y sus esfuerzos por
devolver la salud a mi madre; doy fe del derroche de medios y amabilidad en
León. Pero nada es para siempre, y un desgastado corazón quiso pasar factura.
Porque mi querida madre todo lo que hizo en su azarosa vida, lo hizo con
corazón. Sus palabras, pocas, pero bien medidas para no molestar, las dictó su
corazón. Qué decir de sus consejos… puro corazón. Con un gran corazón nos
quiso, nos enseñó, nos apoyó incondicionalmente… Y nadie puede albergar en su
pecho un corazón tan grande, tan generoso y que dé para tanto; lo que ella
nunca dijo,
“¡¡¡ BASTA !!!”, lo dijo él, totalmente fatigado. Es de entender.
Reparar aquel cansado
corazón se convirtió en prioridad en nuestras vidas. Sus cuatro hijos hicimos
piña, el resto de la familia y amigos buenos deseos. La última foto que le
hice, con la ilusión de comentarla con ella en el futuro y recordar los días
que pasamos en el hospital, se la enseñé diciéndole lo hermosa que era mi
madre, la mejor que nadie pudiera desear. No pude de ningún modo grabar sus
abrazos, dados con toda el alma; aunque no puedo olvidarlos, a cada minuto los
echo en falta. Me hubiese gustado conservarlos físicamente para esos ratos que
solo con ellos ella sabía repararlo todo.
En la sala de
reanimación del hospital, apenas cinco horas después de su última y más
delicada operación, nos cogió las manos y luego, ya que hablar no podía por la
intubación, con las palmas hacia abajo y sacudiéndolas con energía nos lanzó un
mensaje de tranquilidad. El mismo que antaño les hiciera a sus acompañantes en
la ambulancia. Hoy quiero pensar que quizás a su lado estuviera presente
aquella “señora” para aliviar su dolor, y no nos diéramos cuenta. Solo así se
puede explicar tanto tiempo en el hospital y ni una sola palabra de rechazo
para semejante situación. Cuando vuelva por aquella carretera, volveré a parar, y
en su nombre agradeceré a esa “Señora” el alivio para tanta enfermedad. Y por
Ella, que sabe donde está, le enviaré este pequeño mensaje con la última rosa de
la casa familiar de Calzada,
ese gran nido… vacío:
“Madre, muchas gracias
por ser como fuiste”.
Lo sentimos Joaquín!!!. Descanse en paz!!!
ResponderEliminarLo siento mucho Joaquin!!!Un abrazo
ResponderEliminarTienes toda la razón en lo que cuentas, puro corazón. Hay algo que yo también puedo destacar, a los que compartimos con ella también nos enseñó,nos arropó, daba gusto llegar a su casa, siempre tenía algo guardado para darme.
ResponderEliminarÁnimo a todos!
Isabel Turrado
Nuestro mas sentido pesame Joaquin para todos. De verdad lo sentimos mucho. Un abrazo
ResponderEliminarMUY BONITO, HERMANO. Y MUY CIERTO . TODAS LAS MUJERES DE ESAS GENERACIONES SON DE OTRA PASTA . PARECE IMPOSIBLE QUE PUEDAN AGUANTAR TANTO.
ResponderEliminarESTANDO EN EL HOSPITAL , AUN SE PREOCUPABA DE LA SALUD Y LOS ACHAQUES DE TODOS LOS QUE CONOCIA .Y QUIERO DECIR QUE ELLA ERA CONSCIENTE DE LA GRAVEDAD DE SU ENFERMEDAD , PERO NUNCA SE QUEJO Y SE DEJO LLEVAR. HAY QUE LUCHAR , DECIA.SABIA PERFECTAMENTE QUE ERA SU ULTIMO VIAJE . FUI EL ULTIMO EN VERLA CON VIDA Y ME GUSTARIA COMPARTIR ESE MOMENTO DE LA NOCHE DEL JUEVES .CONSCIENTE DE QUE LE QUEDABA POCO ME DIJO UN TE QUIERO QUE SONO DE OTRA MANERA. MUY DULCE. Y DULCEMENTE SE FUE . SE QUE DESDE DONDE ESTE SEGUIRA CONTROLANDO NUESTRAS VIDAS .
AYER FUE EL CUMPLEAÑOS DE SANTOS , Y YO NO ME ACORDE DE FELICITARLO . LO HICE TARDE Y MI HERMANO ME DIJO " CLARO , AHORA NO TENEMOS QUIEN NOS RECUERDE LOS CUMLEAÑOS " Y ES VERDAD . SE ACORDABA DE TODOS.
UN BESO ALLI DONDE ESTES , MAMI.
Mi más sentido pésame para toda la familia, un abrazo
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