Todavía retumba,
imposible olvidarlo,
el loco traqueteo de
la rueda del carro
por roderas de piedras,
de polvo si no hay charcos;
y arre, vaca garbosa,
que el sol nos va pillando.
He perdido la cuenta;
te cargo y te descargo,
de los mil y un
tropiezos dormitando a tu lado,
cosechas de alegría,
siestas en tu regazo,
y la familia unida, y
paz en el trabajo.
Si llueve porque
llueve, el frío hay que aguantarlo,
el sol abrasa la piel,
el viento ata los brazos…
el reloj corre
aprisa, dura poco el descanso,
los dos vamos
vencidos, el tiempo hay que pagarlo.
Mírate, estás viejo…
ya te compré a mi hermano,
a él se lo diera
padre, ya de abuelo heredado;
mi hijo no te quiere,
los tiempos van cambiando,
no sé que hacer
contigo… te aprecio demasiado.
Mírate, y después
mírame, a donde hemos llegado:
tu con el tentemozo …
yo apoyado en un palo,
tú guardado en el
portal, en casa yo encerrado.
hijos de dos madres,
y… parecemos calcados.
Compañero de viaje,
hoy tu amo va cansado;
carro de mis sudores,
voy a hacerte un regalo:
de mi puño unos
versos, de mi boca un halago,
muera yo, y así
pierda; gana tú, conservado.
¡¡Muy bueno!!! ElTijoaquin solo hay uno.
ResponderEliminarMaravilloso, eso solo lo entiende el que ha vivido con el carro, mejor no se puede explicar.
ResponderEliminarGracias amigo por tus reflesiones.