Veo feliz a la luna,
esa vieja desdentada,
que por no tener no
tiene
más que el cielo de
cañada.
Perdió el pelo, son
las nubes,
sus ojos, estrellas
blancas,
con su rosada mejilla
la aurora tejió la
capa.
Perdió la voz, es el
viento,
la niebla lo que fue su
alma,
las lágrimas el rocío
que siembra perlas de
plata.
Perdió el albino
semblante,
de él se apropió la
helada,
perdió la compaña del
sol…
y la luz, que es
prestada.
Apenas si conserva el
don
de encantadora del
agua;
pero se esfuerza en
sonreír
y llevar alta la
cara.
Hoy te canto, luna
bella,
porque te alegras con
nada;
quien entienda
moralejas
no precisa más
palabras.
El ti Joaquín.
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