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domingo, 12 de julio de 2020

La paradoja del historiador.



En el valle Vidriales, en el cruce de sus dos carreteras principales ZA-110 con ZA-P-2554, hacia el año 2006 plantaron un monolito para señalizar la ruta XVII de Antonino, que unía Braga (Portugal) con Astorga. Fue uno de varios, dentro del proyecto “Vías Augustas”(1). Este en concreto corresponde a la mansio de Petavonium, una de las mayores de Castilla y león con sus 90 hectáreas, dentro de la mencionada ruta.


Cualquier viandante, desconocedor del tema, pudiera ser que reparara en lo de “guerras cántabras”. Sin duda el término “guerras cántabras” le llevará a pensar en alguna guerra de Cantabria. Y Cantabria, en tiempos actuales, desde aquí al más o menos su centro hay 3,5 horas de viaje en coche, por modernas autovías; en tiempos de los romanos, andando, unos 10 días de marcha si no hay contratiempos. La siguiente pregunta sería: ¿y qué pasó en Cantabria para que aquí se estableciera un campamento romano con sus cánabas y categoría de mansión? (2)

La respuesta es tan sorprendente como ridícula: no pasó nada. Las guerras cántabras comenzaron y terminaron en Cantabria, y sirvieron para someter al yugo romano al penúltimo pueblo rebelde de Hispania. En el valle de Vidriales nada se puede relacionar con los cántabros, excepto que los que aquí residían, en apariencia y costumbres, eran semejantes a ellos, y fueron llamados ástures, por vivir en las márgenes del Ástura (Esla). (3)

Y aquí se plantea una paradoja, muy triste. Hay historiadores, que algunas veces escudriñan hasta lo imposible relatos clásicos (estudio riguroso), y transcriben después nuevos conceptos ignorando detalles más que evidentes (pura manipulación); sólo para confundir en los mejores casos, y en los peores para intentar modificar la historia, en base a su interés o visión personal. (Ejemplo recorte 1)

Por tanto, me parece una falta grave de atentado a la verdad, en pleno valle de Vidriales recordar la guerra contra los cántabros sin una sola mención a la guerra contra los ástures; máxime cuando los asentados en nuestra comarca, llamados "Superatti", pudieron ser los últimos rebeldes a Roma. Ambos, cántabros y ástures, reconocidos como los más fuertes de Hispania, fueron los causantes de la declaración de guerra total y la venida en persona del césar Augusto con sus ejércitos para instaurar una paz escondida en el sometimiento y en el expolio de las riquezas autóctonas.

Tito Livio dejó bien clara y diferenciada Cantabria de Asturia (¡ay!, si levantara la cabeza…). Otros autores, como Floro, Dion Casio, Orosio… parecen estar inspirados por Tito Livio, y son los que nos han permitido leer sus obras perdidas. Estrabón dice que los ástures, como sus vecinos, vivían en castros pequeños, en cada uno de los cuales se recogería un clan. El poeta Virgilio, contemporáneo de Tito Livio, cita También a los ástures: “… sequitur pulcherrimus Astyr, Astyr Equo fidens et versicoloribus armis.” El geógrafo Mela sitúa a los ástures como vecinos de los cántabros, y nombra el “Salia” (Sella), como frontera natural. Otro poeta y político, Silio Itálico, habla de las minas de oro astures: “Astur avarus”, y su forma de lucha en guerrillas: “astur belliger”. Plinio llama “iuga Asturum” a la parte oeste de la actual cordillera cantábrica, con referencias al “Conventus Asturum” y a algunos de sus pueblos, situando el Duero como límite entre ástures y vetones, y el río Navia como frontera entre la Gallaecia primigenia y Asturia. Dividió a los ástures según esta cordillera: al norte los “Astures Trasmontani” y al sur los “Astures Augustani”, y como capital de todos “Asturica Augusta”. Hay dudas si los ástures dieron nombre a su principal río, o el río dio nombre quienes habitaban sus márgenes. San Isidoro dice que fue el río, el Esla, a la gente:“Astures, gens Hispaniae, vocati eo quod circa Asturam flumen septi montibus sivisque inhabitant”. Incluso los caballos de Asturia, los asturcones, fueron famosos por pequeños y de mal aspecto, pero duros y veloces, aptos para jinete o carro y muy valorados por los romanos para las carreras del circo, según los escritos de Plinio, Vegecio, Varrón, Marcial, etc. (4)
He dejado para el final las obras inspiradas en Tito Livio. Orosio dice que “Cantabros atque Astures, duas fortissimas Hispanae gentes…” “Cantabri et Astures Gallaeciae provinciae…”. Por su parte Floro dice que “Cantabri et Astures, inmunes imperio agitabant.”, en la parte de su segundo libro que dedica expresa y claramente al “bellum cantabricum et asturicum”. Así pues, entre tantas menciones por separado a distintos pueblos, cántabros y ástures, ¿por qué leches a esta guerra algunos historiadores actuales se empeñan el llamar “guerras cántabras” solamente? ¿Aclaran o adelantan algo con ello?
Esta falta de rigor me recuerda a la comunidad autónoma de Castilla y León, que en su totalidad algunos se obsesionan con denominarse “castellanos”. No, castellana será la región de Castilla, y la región de León nunca dejará de ser leonesa; para mal o para bien, pero leonesa. La unión de dos regiones no significa que alguna pierda sus características, del mismo modo que la unión de dos personas no indica que una de ellas quede ninguneada para siempre. Pues la guerra contra dos pueblos bien diferenciados no debería mencionarse como la de uno solo, ignorando deliberadamente los textos históricos, que de dieron a ambos el mismo valor.

La misma falta de rigor a la hora de confundir o hacer confundir la actual Asturias con la Asturia romana; una con capital en Oviedo y la otra en la leonesa Astorga primigenia (Mapa 1). O confundir o hacer confundir la Galicia actual con la provincia Gallaecia romana, que modificó sus límites excluyendo e incluyendo a Asturia. (Mapa 2)

Y no digamos de la pésima traducción de la Crónica albedense: donde algunos leen reino de Asturias, dice realmente reino de los ástures (Astororum regnum), que en el 910 se instala en León por la costumbre de reinar desde la última gran ciudad conquistada. Para el primer rey elegido “per omnes astores” (por todos los ástures) Don Pelayo (722 – 737) la capital fue Cangas de Onís, tras la batalla de Covadonga. Silo I (774 – 783) trasladaría la corte a Pravia, lugar mucho más estratégico. Alfonso II el Casto (791 – 842) la llevó a Oviedo. Y por último Alfonso III (866 – 910) fijó la capital del reino de los ástures en León.

En fin, a lo que iba y por terminar, al letrero del azulejo:
“Se aprecian en este gran yacimiento arqueológico, que corresponde a la mansión viaria de Petavonium de la vía XVII del I. de A. (del itinerario de Antonino), parte de las ruinas, desde hace algún tiempo exhumadas, de uno de los campamentos establecidos aquí al finalizar la guerra contra cántabros y ástures (bellum cantabricum et asturicum). Se cumplían en este lugar 39 millas desde Astúrica Augusta (Astorga) y 208 desde Bracara Augusta (Braga)”

Ahora sí, con rigurosidad. ¿Queda alguna duda?



Ejemplo de paradoja: léase Bellum Cantabricum et Asturicum, y más abajo Asturia y Cantabria; todo correcto. Sin embargo luego se mencionan "las Guerras Cántabras" ignorando la mitad de lo que se acaba de escribir, lo relacionado con "Bellum Asturicum".

Mapa 1, Astura, capital Astúrica.

Mapa 2, Gallaecia.


Referencias:
4Los cántabros y ástures y su guerra con Roma. Adolf Schulten.
https://drive.google.com/file/d/1ihrFTKxTfuC0Wn_eAjX49xc8Geua1pmR/view (página 26)

1 comentario:

  1. A SUS PIES, HERMANO. UN DIA ME TENDRAS QUE ESPLICAR DE DONDE SACAS TU TANTO TIEMPO PARA ORDENAR TODO ESTE DESALIÑAO. O ESO , O TIENES UNA ORDA DE ELFOS EN CASA A JORNADA COMPLETA.
    UN SALUDO HERMANO.

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