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sábado, 23 de abril de 2011

El vigilante de piedra



Si, ya sé, solo es una peña. Una inerte y vasta roca que hay que mirar desde determinado sitio para encontrarle la gracia. Sin ningún valor, por supuesto, que nadie se llame a engaño, que la mano del hombre nada tuvo que ver con su forma. Pero no se me negará que tiene su encanto. En una especie como la humana, tan llamada a simbolismos, a mi me apetece imaginarla como el vigilante, el noble guerrero, el incansable vigía atento al acceso a nuestro pequeño pueblo, me apetece contemplarlo y saludarlo como al ser más viejo de Ayoó.

Pero… ¿es sólo una peña… o hay algo más? Porque un secreto se esconde a los pies del guerrero. Quizás en una época tan temprana como el neolítico ya conocieran y veneraran al vigilante, y dejaran a su cargo algo de gran valor sentimental. Es un yacimiento descubierto hace años, valorado, catalogado y publicado en una revista cultural llamada Lirva. Fue encontrado casualmente por Isidoro Lobato, “Dori”, vecino de Castrocalbón, conocido en Ayoó por distintas facetas, como la de decorador, músico y amante de la naturaleza. Correctamente orientado hacia naciente, pasa totalmente desapercibido entre pinos y urces, sólo unos ojos educados descubrirán y valorarán este pequeño edificio. Se trata de un dolmen, que en bretón significa “mesa grande de piedra”, un monumento megalítico sepulcral, posiblemente de una antigüedad cercana a los 4000 años. Es una rareza, totalmente distinto a otros monumentos de la zona, como los dólmenes de Granucillo o de Morales del Rey, pero no por eso menos valioso, y se desconoce el origen y el clan que la construyó. Lo levantaron con piedras, porque ya sabían que perdurarían en el tiempo, mostrando así gratitud y respeto por la naturaleza que los acogía, y a ella confiaban la memoria y los restos de sus seres queridos. Y piedras son, piedras de las abundantes piedras, como la peña que asemeja al vigilante. Podemos verlas como ellos, objetos sagrados, o despreciarlas como lo que son, inactivas piedras, porque el valor siempre, siempre es relativo. Distinto es explicar el significado de estas piedras y lo que simbolizan, para lo que creo que no hay bastantes palabras, como tampoco se puede describir, por ejemplo, la esencia de algo tan cotidiano como la de una mirada; y si es la atenta del Vigilante, peor.


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