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domingo, 17 de abril de 2011

Escombros o ruinas



No sería cosa de entrar en debate sobre la visita de culturas de otros mundos al nuestro, nos meteríamos en terreno escabroso, pero si nos sirve de analogía en un tema para los moradores de nuestra comarca olvidado e ignorado por repetido y cotidiano. Una paradoja, o eso me parece a mi. En el pasado siglo estuvieron muy de moda las noticias de avistamientos, encuentros, abducciones y convivencias con seres extraterrestres. Noticieros de todo el mundo se hacían eco, asociaciones y revistas florecían por todas partes, y de repetirlo, yo por lo menos, casi lo daba por sentado. Digo casi, y uno de los peros me viene al pelo para este artículo. Comenzamos. El ser humano en su ignorancia y en su innato deseo de conocer, y creo que esto es aplicable a la vida inteligente, para hacer poquita cosa necesita un enorme despliegue, genera un montón de basura y deja un rastro de señales tras de si, algunas hermosas, otras, las más, desagradables e imborrables. Todo para hacer poquita cosa. Por ejemplo: para “subir” unos cuantos (cientos) satélites y unas pocas escapadas al espacio exterior, hemos dejado en tierra un desproporcionado desarrollo de medios, de personal, de suciedad, de escombros y por el camino, esto es, orbitando a la tierra, en el jardín de nuestra casa, toneladas y toneladas de peligrosa chatarra. Todo para unos aparatos que aunque algunos nos hacen la vida más agradable, otros, los más, están totalmente injustificados desde el punto de vista práctico, no desde la necesaria investigación. Un Pulgarcito espacial, siguiendo las “miguitas” de chismes y chatarras, nos encontrarían en nuestro afán colonizador sin trabajo alguno. Aplicando éste principio a los “visitantes” (y no los volveré a nombrar), la verdad es que han sido muy cuidadosos y educados, porque en sus incontables visitas, fíjate tú, todavía no han dejado o perdido una sola cosa que hayamos encontrado, analizado y destripado que nos dé fe de su estancia. Alguna cosa, por pequeña que sea, no fabricada en la tierra con materiales y tecnología de aquí. Algo muy distinto al funcionamiento del ser humano, que por ejemplo, en las sucesivas oleadas colonizadoras en nuestra comarca, la han dejado salpicada de hermosos restos de sus culturas e indelebles señales que la hacen única y especial. Desde el Paleolítico, pasando por el Neolítico, el Calcolítico o edad del cobre, la edad del bronce, la edad del hierro, o la época tardorromana, en poblaciones como Arrabalde, Calzada de la Valdería, Camarzana de Tera, Castrocalbón, Colinas de transmonte, Granucillo de Vidriales, Manganeses de la Polvorosa, Rosinos de Vidriales o Vecilla de Transmonte, (solo por poner algunos ejemplos), situadas en las vegas del Eria, Esla, Orbigo, Tera y Vidriales, abundantes en agua y de fértiles tierras, permitieron emplazamientos de gran interés para su supervivencia, dejando tras de si tesoros y arte de gran valor y apreciados monumentos perfectamente mimetizados en el terreno, que hoy son estudiados y visitados, reconstruidos y cuidados, para preservar su recuerdo en el paso del tiempo. Dos de los más importantes para mi, y de la misma época, son el castro Celta de Las Labradas, en lo más alto de la sierra de Carpurias, en el término de Arrabalde, con una población astur, (aunque los primeros indicios de ocupación hallados pertenecen a la edad del bronce) y el campamento romano de Petavonium, en Rosinos de Vidriales, hábilmente escondido de las miradas de sus enemigos y al lado de la calzada romana, la via XVII del itinerario de Antonino, que cruzaba Vidriales desde León a Portugal, entre las antiguas ciudades de Astúrica Augusta (Astorga) y Brácara Augusta (Braga), para vigilar el transporte y comercio del oro extraído en las minas de las Médulas, en León, donde según dicen, trabajaron 80.000 esclavos en una extraordinaria obra de ingeniería. En el castro de Labradas, se había refugiado toda la población de los asentamientos cercanos a la llegada de las legiones romanas, y fue asediado y conquistado en el siglo I a.c., tras una larga y sangrienta resistencia de casi un siglo. Apasionante historia de David contra Goliat, aunque aquí el grande acabó con el pequeño de un pisotón. Invito a la visita de éstos dos asentamientos, culturas totalmente distintas, contrastadas, donde la más moderna y avanzada nos ha dejado mucha más cantidad de huellas de su paso por la comarca. Campamentos, grandes calzadas, canalizaciones de agua, minas, edificios, puentes… no dudaron en transformar el entorno para conseguir su propósito. Ahora bien, ¿Qué dirán de nosotros las sucesivas culturas que nos visiten y encuentren nuestras señales?. Chatarras, escombros de la moderna construcción, cristales, plásticos en toda su variedad, CO2 y todos los gases que diariamente soltamos a la atmósfera, venenos, basuras, algunas formas de radiacción, residuos industriales y un largo etcétera de cosas que desconozco, (o que en general se desconoce o se desconoce que es general), y que están complicando la existencia en nuestro maravilloso planeta. ¿Seremos merecedores de admiración y respeto como el que profesamos por éstos antiguos pueblos? Sinceramente… creo que no.



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