A mis “taitantos” años todavía recuerdo cuando llegó a mi pueblo natal la carretera de asfalto. Por fin la bici se deslizaba “a toda máquina” sin el traqueteo de las piedras ni los zig-zag por los baches. Después, los pueblos vecinos parecían bastante más cercanos. La velocidad y la energía propia de chavales descubrieron en aquella negra capa un modo distinto de diversión, y de contacto con otros lugares y sus gentes. Curiosamente, la primera vez que vine a Ayoó fue así, en bicicleta, con mis amigos. Aquel día, domingo por la tarde, destripamos el mito del pueblo que estaba al otro lado de la sierra de San Félix, del que oíamos hablar, y donde, cosas del destino, años después fui a “sentar el culo” y formar una familia. Y es que la carretera, indudablemente, es la salud de los pueblos, no importa si son grandes o chicos, con buena comunicación tienen vida. Apena, por ejemplo, llegar a Villageriz, parece un pueblo triste y alejado, cuando lo único que falla es una adecuada gestión de la administración, que es capaz de dedicar recursos a la construcción de una cancha de tenis e ignorar las vías de acceso, no solo a éstas diversiones, si no a necesidades básicas como la educación, la sanidad, el trabajo o el día a día de los que por alguna razón poblamos los pueblos. (No quiero dar más datos). Y de una carretera me gustaría hablar. Cruza varios valles desde La Bañeza a Camarzana. En algunos tramos, antigua e importante ruta estratégica y comercial, calzada romana, recientemente señalada donde las originales millas desaparecieron. La carretera autonómica LE-ZA 110 es de no poca importancia en nuestra comarca. Y yo llamaría la atención sobre lo acontecido tras sus últimas reformas. Los kilómetros, esas señales colocadas cada 1000 metros , obviamente, están repetidos hasta el kilómetro 17, es decir, la misma carretera tiene 2 km 1, 2 km 2 y así sucesivamente hasta 2 km 17. Parece ser que en un derroche de talento alguien mando contar desde los dos extremos, algo que habría visto en algunos catálogos o en las recientes páginas blancas y amarillas, y así tendrían dos principios y ningún final, un ingenioso truco de igualdad. El antiguo marcado en Zamora se volvió descendente desde el límite de provincias, algo intrascendente para los que transitamos con regularidad por ésta carretera, pero cuando un camionero de vete a saber dónde se queda atascado por la nieve, como sucedió hace dos años, y llama a la grúa explicándole que en la carretera de Camarzana a la Bañeza, en el km 17 se ha quedado atascado y no puede seguir, pues lo que menos piensa es en que provincia está, si no en cómo continuar hacia su destino en medio del frío y la desesperación. Por cierto que la grúa se desplazó, lo hizo desde la Bañeza, y en el km 17 que encontraron ni vieron camión ni la nieve suponía ningún problema, por lo que dieron la vuelta pensando que aquel problema había pasado. Menos mal que por las venas vidrialesas corre solidaridad a borbotones y unos vecinos de Fuentencalada se acercaron con tractores para ayudar al necesitado camionero. Y todo porque alguien no dio su brazo a torcer y siguió contando 18… 19… 20…, como es lógico. Tanto estudiar se nos olvida lo elemental. Lástima.
Claro ejemplo de nuestros gobernantes y caciques, que no dan mas de sí, pero este usted tranquilo que alguno leerá este error, pero no lo su sanaran, "que pena" no valen ni para pedir el voto.
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