Dice un
proverbio chino, que el aleteo de las mariposas se pueden sentir al otro lado
del mundo. Seguro que Edward Lorenz, meteorólogo y matemático estadounidense,
conocía esta máxima cuando acuñó el término “efecto mariposa”, que enunció así:
Cuando una mariposa bate sus alas, en el lado opuesto del mundo se crea un
tornado. Esto no es rigurosamente cierto, pobrecitas mariposas, lo real, a grosso
modo, es que pequeños cambios en un sistema pueden tener un resultado complejo
y errático. Pues si me permitís invertir esta famosa teoría, algo muy gordo ha
tenido que suceder al otro lado del planeta para que un precioso pájaro, un
torcecuellos, abandone su hábitat natural, y venga a Ayoó a estrellarse contra
el cristal de una ventana, tratando de introducirse en el interior de una
vivienda. El desgraciado murió en el acto, y se libró de las fauces de algún
espabilado gato, y de pasar totalmente desapercibido, sólo porque el dueño de
la casa oyó el choque, y salió a ver la causa del ruido en su ventana. Yo nunca
había visto ninguno, y lo mismo me contestaron quienes pregunté, fue una guía
de campo y después Internet quienes nos sacaron de dudas. El torcecuellos es un
pájaro carpintero, familia de los cucos, que éstos si abundan en nuestros
montes, y aunque se les ve poco, se les oye perfectamente a largas distancias.
Su plumaje es parecido al del engañapastores, perfecto para el camuflaje, y su
tamaño es bastante menor. Come insectos, principalmente hormigas; en nuestra
zona desarrollaría una importante labor de limpieza de plagas, pero por
desgracia no es autóctono, y éste podría estar extraviado, alejado de la ruta de
migración. También podría ser que algunos “defensores de la naturaleza”, con
sus delirantes sueños maternales, (tema en tintero, bastante maduro), hayan soltado
algunas parejas para poblar, que no repoblar, nuestros campos y montes. O
también que su insólita muerte sea fruto del extraño comportamiento que padece
nuestro planeta, propio de un estado de demencia; el clima se ha vuelto
inestable y yo diría respondón. Por ejemplo, la sequía y el calor del pasado…
¿invierno? nos comienzan a pasar factura. Nuestra querida fuente de la Iglesia
está dejando de manar, no quiero ni pensar lo que podría ocurrir al otro lado
del mundo, como profetizaba Edward Lorenz con su “efecto mariposa”… ¿otro
tsunami?
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