Decía un viejo sabio:
“Si lloras por no haber visto el sol, las lágrimas te impedirán ver las
estrellas” (Rabindranath Tagore). Cuántas veces los árboles no nos dejan ver el
bosque, o la armonía de las flores ocultan el hechizo de un animado jardín.
Cuántas veces presumen las fotos de robarle y encerrar tanta belleza, y ni
siquiera conservan su más leve fragancia, las caricias del viento o el sonoro
aleteo de sus recaderos alados, insectos de distintos tamaños y colores que dan
vida a las plantas, en el más estricto sentido de la palabra. Quien gozara de
tiempo para derrocharlo en actitud contemplativa entre tanta beldad; porque cada
año es único, cada día diferente, la naturaleza es sabiamente egoísta y como
Paganini, no repite. En los pocos
momentos que dispongo para deleite en nuestro jardín, volví a encontrar un
asiduo, temporal, y maravilloso visitante. He oído decir que pertenece a un
clan nocturno, pero parece disfrutar más del brillo del sol que de la palidez
de la luna; de sobra sabe que sus amadas las flores anhelan también la luz y el
calor, de que servirían sus llamativos colores sin claridad; inevitablemente,
la cruel noche es un rasero para el color. Este forastero es un insecto
delicado en sumo grado, tan tímido y considerado que ni roza a sus admiradas,
aletea furioso para mantenerse en el aire, levitando en apariencia, batiendo
sus alas hasta 85 veces por segundo para desenrollar su larga trompa y libar
delicioso néctar. La semejanza con el pájaro más pequeño le presta el nombre a la
mariposa, mariposa colibrí. Con una envergadura de 5 cm, llega a alcanzar los
80 km/h, ríete tú de las decenas de reactores que escriben garabatos tóxicos en
la pizarra celeste que nos cubre, y cada día odio mirar. Laboriosa y delicada,
es todo un tierno espectáculo; actualmente está emigrando hacia el sur, huyendo
del frío. Sea bienvenida al jardín, lástima que mi pequeña cámara apenas
muestre un borrón escondido entre las flores. Quizás cuando vuelva, y sé que lo
hará, traiga compañía. Por eso abogaré para que el próximo año el jardín le
ofrezca multitud y variedad de petunias, de entre todas nuestras flores, su
preferida.
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