Suscribo y comparto
una opinión publicada en la revista Muy Historia nº 44: “Nadie con sentido
común cuestiona la existencia histórica de Jesús de Nazaret”. Deidades y
divinidades aparte, que entraríamos en terrenos de controvertida fe, no cabe
duda que fue un personaje excepcional, un líder. Sus enseñanzas conducen a un
modelo de sociedad en la que prevalece la vida, la familia, la comunidad, y por
encima de todo un concepto que parece difícil de entender y de moverse entre
sus márgenes: el mutuo respeto, o dicho de otra forma, mutuo amor. Tampoco me
parece momento de juzgar aciertos o errores de la comunidad seguidora de estas
enseñanzas, sigo pensando que lo maravilloso del ser humano en su coexistir es
poder atinar o equivocarse, y también el aprender lo que se debe o no repetir.
De este modelo de vida, a juicio de una inmensa mayoría correcto, destaca su
represión histórica, hasta el punto de pretender eliminar su libre seguimiento,
tan perseverante y convincente que son por millones las personas que han
perdido la vida antes de renegar de sus creencias; son los llamados mártires, y
de entre ellos unos pocos reconocidos como beatos o santos. Este año se cumplen
los 25 años de la canonización de un vidrialés, que nació el 18 de octubre de
1594 en el seno de una humilde familia del pequeño pueblo de Carracedo de
Vidriales. Sus padres, Domingo y Leonor, lo bautizaron seguramente en sus
primeras horas de vida, siguiendo una tradición de darle el nombre del santo
del día: Lucas. Antes de cumplir 16 años, el 31 de junio de 1610 tomó el hábito
religioso; y al cumplir sus estudios, se ofreció voluntario para ir como
misionero a Filipinas. Era el año 1617, y la larga ruta era Sevilla – Méjico –
Filipinas. En su estancia en un convento de Méjico se ordena sacerdote y
celebra su primera misa; tenía 23 años. Luego, tras cruzar el país, parte desde
Acapulco en el anual barco “Galeón de Manila” para su destino en Filipinas.
Pero por una violenta represión y matanza de cristianos en Japón, se le envía
junto con otros religiosos allí para continuar la labor de sus compañeros
muertos; era el 9 de junio de 1623. En total clandestinidad, y ayudado por
japoneses conversos al cristianismo, aprende costumbres y lengua, recorriendo
el país de esquina a esquina. Como sobrenombre, por si le descubrían el correo,
su compañero y superior “el vizcaíno” le escogió el alias de “buey”, por ser el
animal apocalíptico correspondiente al evangelista S. Lucas, y porque sus
trabajos apostólicos misioneros podían compararse con los realizados por este
animal tan relacionado con forzados trabajos agrícolas. Con expresiones como “trabaja
como un buey”, y “bueno y trabajador como tal”, retrata el carácter del
vidrialés, y luego añade una proverbial frase: “¿pero dónde irá el buey que no
are?”, que pone de manifiesto que la personalidad y la disposición de cada uno
es indiferente al lugar en que se halle, para continuar con un presagio:”temo
que me lo lleven pronto a la carnicería, a donde todos llevamos traza de ir a
parar”. El 8 de septiembre de 1633, tras 10 años de apostolado clandestino, cae
prisionero junto con otros compañeros. A algunos de ellos les comenzarán a
torturar al día siguiente mediante el “tormento del agua”, que consistía en la
forzada ingestión de gran cantidad de agua y su doloroso vómito saltando el
verdugo sobre el abdomen del reo. El 14 de septiembre, con casi 40 años,
torturan así a Lucas. El objetivo es sonsacar información del escondite de los
cristianos, o hacerle apostatar de su fe. Pero queda tan mal parado que sus
verdugos temen por su vida y le dejan descansar al sol tras intentarle tranquilizar
el estómago. A los pocos días les trasladaron a una cárcel de Nagasaki, donde
fueron condenados a muerte por “horca y hoya”, cruel tormento que ocasiona una
muerte lenta y dolorosa, colgando al condenado de los pies sobre una fosa
cavada en la tierra, sin que la cabeza toque el fondo, algunas veces lleno de
sustancias nauseabundas. Cerrando con tablas el agujero a la altura de la
cintura, se dejaba horas e incluso varios días así hasta que morían. Algunas
veces solían hacer un corte en la cabeza para que la hemorragia causara mayor
desesperación. Unos jueces permanecían al lado del instrumento de tortura, de
donde los sacarían perdonándoles la vida si había intención de apostatar de su
fe, codiciada confesión que usarían para desengaño de otros cristianos. Cinco
horas estuvo Lucas colgado, al cabo de las cuales le retiraron volviéndole a la
cárcel, e hicieron correr el rumor de que el conocido Padre Lucas había
renegado de su Dios. Él, desde su mazmorra a gritos, defendió su fe hasta que
al amanecer le devolvieron al tormento, donde falleció a los 39 años y un día,
el 19 de octubre del año 1633, destrozado física y moralmente, aunque convencido
de no hacer mal a nadie al enseñar una forma de vida más humana, y por tanto,
mejor. La pequeña iglesia de Carracedo honra la memoria de San Lucas, entre
objetos como su imagen tallada en tronco de tilo, o la escenificación de los
momentos más importantes de su vida en un pequeño retablo esculpido con gusto y
esmero. San Lucas ha sido canonizado y declarado patrono y protector de
Vidriales y sus vidrialeses, de quienes acepten estos hechos, claro está; “como
a nadie se le puede forzar para que crea, a nadie se le puede forzar para que
no crea”. (Sigmund Freud).
Amigo Joaquin: Podias haber dicho que la talla es de Hipolito Perez Calvo, per.. ¿De quien son las tablas que publicas en el articulo?
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. El caso es que tengo previsto un segundo artículo sobre San Lucas, el primero es sobre su biografía, y el segundo sobre otras cosas relacionadas; permíteme contestar allí tu pregunta. Un saludo.
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