Un poco de historia para completar el artículo anterior: el diccionario
etimológico castellano e hispánico del filólogo Joan Corominas apunta la
posible procedencia de la palabra “carnaval”: “carnelevare”, compuesta de
“carne” y “levare” (quitar), por ser las últimas fiestas antes del inicio del
ayuno en la cuaresma. Ésta se estableció en el siglo IV como espacio de 40 días
similares a los que pasó Jesucristo en el desierto, y como homenaje era
aconsejable el ayuno y la abstinencia. Pero a partir del siglo VII se
excluyeron los domingos por ser días festivos y por tanto permisivos.
Actualmente, la Cuaresma son los 40 días que van desde el Miércoles de Ceniza
al Sábado Santo, sin contar los 6 domingos, que pronto adquirieron los nombres
que recogiera la copla que las memorias, también las ayoínas, han portado hasta
el día de hoy: “Ana, Susana, Suseca,
Rebeca, Lázaro, Ramos, y en pascuas estamos”. En el siglo XI la Iglesia
Católica comenzó a imponer la ceniza, como símbolo de muerte, para recordar lo
efímera de la vida e invitar a la reflexión. Durante la ceremonia las frases
han ido cambiando, los mayores recuerdan aquella curiosa de “polvo eres y en polvo reverteres”, (del
latín Pulvis es, in
pulverí reverter is, (Gn. 3,19)). Pero hablando de reflexiones
religiosas, me gustaría invitar a una, extensible también para los laicos,
basándome en las palabras de Carl Sagan, incuestionable científico y divulgador
de los últimos conocimientos sobre el cosmos que nos acoge y envuelve. Si
ciencia y religión en muchos temas no son afines, su conclusión sobre los
siglos de estudio del universo es cuanto menos asombrosa: “...Y entonces, un día, llegó una criatura cuyo material genético no
era muy diferente de las estructuras moleculares reproductoras de cualquier
otra clase de organismos del planeta, que dicha criatura llamó Tierra. Pero era
capaz de reflexionar sobre el misterio de su origen, de estudiar el extraño y
tortuoso sendero por el cual había surgido desde la materia estelar. Era el
material del Cosmos contemplándose a sí mismo. Consideró la enigmática y
problemática cuestión de su futuro. Se llamó a si mismo humano. Y ansió
regresar a las estrellas”. Podríamos definirla como la forma poética de la
teoría de la panspermia, que explicaría el nacimiento de la vida en la tierra,
relegando a la vida en sí, a la maravillosa naturaleza viva, a mera contaminación
interestelar. Para mi es tanto como decir “solo sé que no sé nada”, del viejo
sabio Sócrates, aunque también añade otra famosa frase: “somos polvo de
estrellas”, (curiosamente, y he aquí el objeto de meditación, nuestro “polvo
eres…”). Volviendo al martes de Carnaval, otra tradición manda en su mañana a
participar uno de cada casa en trabajos comunitarios, en las “yeras” (antes se
hacía al toque de las campanas). Limpiezas de regueros o terrenos comunes,
fuentes, podas de árboles, plantaciones, riegos de praderas, etc, a cada
participante se le asigna un trabajo o una medida, la “varada”, que deberá
cumplir bajo la supervisión del alcalde/alcaldesa o de un concejal. Como
premio, por la tarde un tino de escabeche, pan y vino se reparten en el bar del
ayuntamiento. Algunos, que no podemos cumplir la tradición de los trabajos ni
acudir a la tarde al bar, nos juntamos para cenar el escabeche en el día que no
sé porqué, mejor sabe. Al menos nos lo parece.
Como siento no poder haber estado con vosotros. Estuve en la rural, pero por la tarde. Hay un dicho que dice que el que tenga hacienda que la atienda, o si no que la venda .Tuve que volver a La Bañeza a cuidar a Mami. Otro año será. Pero que sepáis que se os ve guapines. No se como acabaría.........
ResponderEliminarAsi se celebra el carnaval, con mucho cohete, pan y Prieto Picudo, al proximo me invitais que todos estamos necesitados.
ResponderEliminar