Me fascinan los
rompecabezas. Os presento uno que doy por completado, aunque se podría hacer
tan extensible que necesitaría mil veces este espacio para exponer la cantidad
de acepciones, lugares e interpretaciones relacionados con el tema; yo solo
adelanto mi resumen, y lo que está más relacionado con nuestro cercano entorno,
por tanto, lo que nos atañe e importa. Principiamos: La primera pieza es una
tradición celebrada en Ayoó, la que me dio un susto de muerte el mismo día que
la conocí. Era una media noche de invierno, en la que no recuerdo el motivo,
pero me adelanté a ir a dormir. Con algo que leer en las manos, oí las campanas
sonar con insistencia. Eso significa poco bueno, por lo que me tiré de la cama,
puse a toda prisa la ropa y salí a la calle en busca de un resplandor. Al no
ver nada extraño, bajé a la calle de la Iglesia en busca de personas alteradas
que me explicaran que sucedía, y la tranquilidad era absoluta, aunque las
campanas seguían a todo trapo. Volví a casa, (por ahí tenía que haber
empezado), y entonces me explicaron que no pasaba nada, que era Santa Brígida.
¿?. ¿A las doce de la noche se tocan las campanas sin oficio religioso,
problema o aviso, sólo por ser Santa Brígida? Busqué entonces la segunda pieza
en el santoral, y la santa que incita al alboroto nocturno tiene poca o nula representación
en los retablos españoles, se trata de Santa Brígida de Kildare, o de Irlanda,
que nació en el año 451, hija de un rey pagano y una esclava cristiana, y fundó
el primer monasterio mixto de Europa. Murió en 525 y fue declarada patrona de
Irlanda. ¿?. La tercera pieza que uniera las dos anteriores traté de
encontrarla en la sabiduría de nuestros campaneros. Por desgracia ninguno de
ellos me ha dado mayor explicación que la continuación de la tradición heredada
de los mayores. Una cuarta pieza la encontré en Congosta, donde también se
repite el toque nocturno, aunque dicen que es “para echar a enero fuera”. ¿?.
Pobre enero, qué mal habrá hecho para despedirlo con tanta algarabía. Aunque
también me hablaron de ciertos “renuberos”, que asociaron con los sapitos que
parecen corretear contentos por el suelo tras el paso de una fuerte tormenta
veraniega, quienes la leyenda arroja desde las nubes. Esto comienza a cuadrar. Para
la quinta pieza salté lo que llaman las últimas estribaciones del Teleno, la sierra
de San Félix, en el pueblo que le da nombre, donde hace pocas décadas también
había sesión musical, y allí encontré los “renuberos” de Congosta con el ligero
matiz del viejo hablar leonés: “reñubeiros”, también relacionados con las
tormentas, a los que acusan además de deformes, porque dicen, o mejor, decían
“eres más feo que un reñubeiro”. Para seguir visualizando el rompecabezas
aportaremos la descripción de los “renoberos”, (nuestros “renuberos”), seres
malignos que habitan en las nubes, amasadores de granizos, fabricantes de
tormentas, y por tanto enemigos acérrimos de los agricultores y ganaderos de
una vasta zona que comprende el éste de Galicia, (allí son “nubeiros”), sur de
Asturias (nuberus) y norte de León (renoberos), lugares donde el primer día de
febrero se tocaban, o tocan las campanas con el convencimiento y la esperanza
de persuadir y alejar a esos seres perversos y así proteger sus bienes. Más
curioso es el origen, el motivo de relacionar precisamente a Santa Brígida, 1
de febrero, con agricultura y ganadería. El nombre Brígida es celta, Brigid,
divinidad femenina, quienes la asociaban al fuego, a las montañas y a cualquier
estado considerado elevado como la inteligencia o la perfección. Los celtas
celebraban equinoccios y solsticios, y sus cuatro intermedios: a grandes
rasgos, el primero de febrero “Imbolc”, celebración de purificación; el primero
de mayo “Beltaine”, que marcaba la llegada del buen tiempo, con el encendido de
hogueras para hacer saltar sobre ellas los ganados y librarlos de enfermedades;
el primero de agosto “Lughnasad”, comienzo de las cosechas y celebración de
torneos y juegos; y el primero de noviembre “Samhain”, su año nuevo, día que
dedicaban a sus muertos y espíritus. Vemos pues algunas importantes fiestas
paganas cristianizadas, Santa Brígida, purificadora; San José Obrero, fiesta
del trabajo; y Todos los Santos, con su contenido funerario y últimamente la
pagana fiesta de Halloween. Volvemos a remover la quinta pieza para que acabe
todo de encajar, la de San Félix de la Valdería. Allí dicen que la noche de
Santa Brígida se hacen hablar las campanas, que, (egoístamente), para alejar las
nubes lanzan los gritos de:
A los montes de
Toledo, que no hay trigo ni centeno;
a los montes de Granada,
que no hay trigo ni cebada.
Y en las casas
rezaban con fervor la jaculatoria:
Santa Brígida
bendita,/ tu que estás en los cielos,
líbranos de los pedriscos/
que tiran los “reñubeiros”
Resumiendo, esta tradición
es un ejemplo de sincretismo, la mezcla de culturas y religiones, es la
preocupación de los diversos pueblos de la antigüedad a sentirse solos y
desamparados, y la búsqueda o el mantenimiento de ritos ancestrales confiando a
lo mágico sus mejores bienes. Ahora ya no creemos en “renobreros”, y está de
moda el laicismo; no importa, sé que seremos muchos los que continuemos con los
ritos aunque solo sea por respeto a nuestros antepasados y sus herencias. Ésta,
en concreto, me encanta. Rompecabezas solucionado.
Que interesante, nunca lo habia oido. Me ha gustado mucho. En Santibañez creo que no se tocan las campanas ese dia, por lo menos cuando yo vivia alli. Un abrazo Paulina
ResponderEliminarTambién en Fuente Encalada se tocan ese día las campanas. Aqui se les llama "los renobreros".
ResponderEliminarManolo