Me gustaría hacer
llegar este artículo a un pequeño sector de gente de Ayoó, quienes parece que
no ven con buenos ojos las modificaciones que algunas veces se realizan en
nuestros actos religiosos. No se si soy yo quien para intentar aclarar estas
cuestiones, aunque para ello cuento con el permiso de nuestro párroco, el deseo
de seguir trabajando en y para nuestra iglesia, y en la beneficiosa sensación
de fraternidad que la acompaña. Comienzo puntualizando que la mayoría de la
gente que acude a la iglesia ronda edades avanzadas, y por otra parte la
juventud, la poca que tenemos, parece no tomar la iniciativa; aunque también
debo señalar que cuando se necesitan voluntarios, aparecen todos. Este panorama
ya exige una primera adaptación de horarios, calendarios, rutas…. La segunda
serían las normativas que no podemos olvidar para evitar posibles problemas.
Por ejemplo: para realizar una procesión por una carretera, se necesita permiso
del Gobierno Civil, presencia de la Guardia Civil para el control del tráfico,
y seguir las normas de circulación establecidas para estos casos. Digo esto por
cierta polémica del año pasado en la procesión de la fiesta de San Mamés, por
las críticas al razonado alejamiento de “encuentros” y detenciones en medio de
la carretera. En lo posible, se debería utilizar únicamente para
desplazamiento, y aún así hacerlo de forma ordenada y atendiendo al resto de
tráfico. No se puede, ni se debe cortar la carretera con una procesión, por
importante que sea para nosotros, el resto de usuarios no tienen porque
compartir nuestras costumbres, y en caso de protesta o accidente siempre
llevaríamos las de perder. Creo que importa poco si “el encuentro” se realiza
en “la noria”, en “las escuelas”, o abajo, en el acceso a la ermita; todo es
simbólico y ya somos mayorcitos para considerar el mínimo riesgo. Otro rumor de
alguna forma ha entristecido esta pasada Semana Santa. Parece ser que ha habido
protestas por no usar la imagen del niño que acompaña a la Virgen del Rosario en “el encuentro”
tras la iglesia. Ya llevamos algunos años portando la imagen del Jesús adulto,
el Sagrado Corazón, en la que se aprecian los estigmas de la reciente
crucifixión en las manos, y por tanto, la propia del día. Hay quien ha
recurrido a la tradición para pedir sacar otra vez al niño. El caso es que no
existe tal tradición, ni nunca ha existido; solamente en el pasado siglo se han
hecho tantos cambios que es imposible definir mayor tradición que la propia
procesión independientemente de las imágenes sacadas. Por no ir más atrás en el
tiempo, recordaré algunas “tradiciones” desde 1950: Siempre que hubiera
procesión, se exponían la Virgen del Rosario y la Virgen Inmaculada, ambas a la
vez, aparte del resto de imágenes. Eran encargadas de portarlas las mujeres,
sobre todo las jóvenes, y había interés y celo en turnarse para participar en
la procesión. Los hombres únicamente llevaban la cruz parroquial, los faroles y
a San Mamés. El día 6 de agosto, la fiesta del Salvador, se incluía entre las
imágenes la que ocupa actualmente la hornacina de encima del Sagrario. Las
andas eran muy antiguas, de color azul y con una línea lateral roja, y llevaba
tallados motivos herbales. Con ellas se realizaba también “el encuentro” del
día de Pascua, pero encima no se colocaba el niño Jesús de la Virgen del
Rosario, si no otra figura, también de pequeño tamaño, que representaba a un
Jesús adulto, con pelo largo y barba, sandalias en los pies, túnica blanca con
manto rojo cruzado, y báculo de su misma estatura en la mano derecha. Por su
similitud con un conocido oficio se le llamaba “el Divino Pastor”, y
actualmente se encuentra en paradero desconocido. Pero las andas se encontraban
en mal estado, carcomidas, y aunque se intentó no se pudieron restaurar, por lo
que, aproximándose la fiesta del Salvador, el párroco de entonces, D. Ezequiel
Ferreras, encargó a Daniel Zapatero, más conocido como “el mudo”, y a Alberto
Alonso la construcción de unas nuevas andas, un poco más pequeñas, acorde con
las imágenes. Estos dos carpinteros en aquellos días trabajaban en casa de
Florencio Castaño, al que pidieron alguna madera de la sobrante. Y así, con dos
barrotillos de los usados en los trabajos del corredor, y unas tablas de
“chilla” de los recortes, construyeron las andas de color blanco que se guardan
en la casa del cura. Esto fue en el año 1952, y D. Ezequiel obsequió a los
carpinteros, que querían donar su trabajo, con dos pesetas como gratificación.
Seguramente fue en la década de los 60, cuando desapareció “el Divino Pastor”,
y entonces en la mano, normalmente del monaguillo, se llevaba el niño Jesús en
“el encuentro” de Pascua. Siendo párroco D. Aquilino Cavero, decidió poner esta
pequeña imagen en unas andas, que construyó también Alberto Alonso, son las
pequeñitas también de color blanco que cumplieron su función tantos años y eran
ideales para llevar entre niños. Por desgracia, en los últimos años llegó a ser
difícil encontrar 4 niños de estaturas parecidas para este menester, y con
adultos la imagen parecía de broma, por lo que se decidió, antes de perder la
procesión, de exhibir el Sagrado Corazón, como se hizo este año. Acusan a D.
Víctor de este cambio, también tengo que decir que NO; son los tiempos y las
circunstancias los que empujan a adaptarnos, él lo único que aportó fue su
parecer y su permiso, y creo que ganamos con el cambio, lo digo sólo como
opinión personal. Por último, hay que ser realistas, todas las imágenes son
simbólicas, y me parece ridículo recordarlo; cuando participamos en actos
religiosos debemos olvidarnos de materialismos para hacer realidad el mensaje
de aquel refrán: “la procesión va por dentro”, aunque otro dice que “nunca
llueve a gusto de todos”. Apelo al entendimiento y a la razón para borrar ese
“nunca” en nuestro pueblo.
Siempre me he preguntado por qué algunos, que hasta presumen de no ser creyentes, quieren marcarnos la ruta a los creyentes en nuestros comportamientos o actos religiosos.
ResponderEliminarNo me vale lo de la "tradición" porque muchas veces no es tal y en la mayoría es una "tradición selectiva", acogiéndose sólo a lo que interesa y descartando el resto de la tradición. Si el argumento es la tradición nos quedamos con TODAS LAS TRADICIONES o que cada uno haga lo que quiera.
Tampoco me vale que digan que son actos culturales o de interés popular(y muchas veces lo son), porque en los actos religiosos prevalece LO RELIGIOSO sobre lo cultural, y esto lo tendremos que decicidir los creyentes practicantes ¿o no?. Eso sí, teniendo en cuenta lo que tiene de cultural o social, pero no supeditándonos irremediablemente a ello.
Es mi humilde opinión