Es evidente mi pasión
por la historia, especialmente por los tiempos pasados de nuestra comarca, lo
ocurrido para llegar donde hemos llegado y comprender quienes somos para pensar
lo que podemos llegar a ser. Decía Abraham Lincoln: "Si pudiéramos saber
primero en donde estamos y a donde nos dirigimos, podríamos juzgar mejor qué
hacer y como hacerlo”. Me parece inestimable la ayuda que nos ofrece Google,
tanto en la digitalización de libros antiguos como en la divulgación y
mantenimiento gratuito de este y otros blogs preocupados por el tema. “El
conocimiento os hará libres”, decía Sócrates; pues sea, vamos a conocer por esa
ansiada libertad desde las primeras referencias escritas que he encontrado
sobre censos y cuentas de vecinos de nuestro pueblo, hasta el último censo del
pasado mayo; un repaso de historia y sobre todo de gentes.
Comenzamos por un
primer libro encontrado, que recoge el censo de población de la Corona de
Castilla en el siglo XVI, con datos extraídos del Real Archivo de Simancas por
el capellán Tomás González. Hay dos censos, uno de vecinos pecheros (personas
obligadas a pagar tributo, no el verdadero número de habitantes o “almas”) en
el año 1594, en el que el pueblo de “Ayo” (atención a los nombres) hay 118 vecinos, y en “Congosto” (Congosta) y
Carracedo 75. Un segundo censo es del Obispado de Astorga del año 1587 a través
del Arciprestazgo de “Valdevidriales”, que tiene inscrita una pila bautismal y
101 vecinos en “Ayó”, en Carracedo 1 pila y 20 vecinos y en Congosta 1 pila y
29 vecinos; se desconocen cuantas “almas”, aunque un promedio aceptable parece
ser el de cuatro por vecino. Me parece un libro interesante, que incluye la
“provincia de las tierras del Conde de Benavente”, con nada menos que 60
pueblos, incluidos Benavente, Cubo (de Benavente) y “Fuencalada” (Fuente
Encalada). Ayoó y sus anejos Carracedo y Congosta, San Pedro de la Viña y
Molezuelas vienen en la relación de la provincia de Zamora, en Tierra de
Alcañices.
Un segundo libro, el
Diccionario Geográfico-estadístico de España y Portugal, escrito por Sebastián
Miñano y Bedoya, publicado en 1826, nos habla de un Ayoó de la provincia de
León ¿?, con 70 vecinos, 269 habitantes, y recalca sus muchas fuentes y sus
tejados de urces. Recoge la parroquia del Salvador, la ermita de San Mamés, y
un almacén… ¿la Lóndiga?
Tercer libro, el
Diccionario Geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de
Ultramar, de Pascual Madoz, publicado en 1847. Mucho más extenso, habla de 62
casas, el ayuntamiento, y un total de 56 vecinos, 221 habitantes.
31 años más tarde, en
1878, conocemos el telegrama publicado en La Iberia sobre el famoso incendio de
Ayoó, donde se dice que se quemaron 44 casas, de ellas habitadas 33. Por mucho
que el pueblo creciera en tres décadas, con estos datos nos podemos hacer una
idea mejor de la magnitud de la desgracia; hoy hubiese sido declarado siniestro
total.
Llegamos al cuarto
libro, publicado en el año 1967, quizás el mejor estudio hecho hasta el momento
de Zamora: agronomía, geología, clima, ganadería, y un largo y valioso etcétera
de información; a ella nos remontamos para conocer los censos en el,
seguramente, momento de mayor actividad de nuestros pueblos. La población está
registrada por ayuntamientos y por propietarios; en el de Ayoó, con 2 pueblos,
había 1.223 habitantes con 42.327 parcelas para 942 propietarios. De ellos solo
2 tenían tractor, el señor Ismael Ferreras y el señor Lorenzo Alonso; juntos
sumaban 90 CV. La densidad ganadera es espectacular: había censadas 475 vacas,
471 cerdos, 1.851 ovejas, 680 cabras, 133 caballos y yeguas, 21 burros y burras
y 11 mulas o machos, lo que hacen un total de 3.642 cabezas de ganado, y nunca
se censó el total real. Todo para 60,04 Km.², la mayor extensión de la zona
Benavente y los Valles, y el número 38 de la provincia.
Según el censo
electoral de las recientes elecciones de mayo, el ayuntamiento actualmente
cuenta con 344 votantes, o sea, personas censadas de más de 18 años. De menos
los contamos con los dedos de una mano, así que el total no llega a los 350
habitantes para los tres pueblos. La parte buena está en el derroche de
tranquilidad y, en contra de lo que muchos piensan, bienestar; el día a día es
lo sano y apacible en sumo grado. La parte mala está en que solamente en Ayoó
más de 70 ancianos cuentan con más de 80 años, y no lo digo por que la
población envejecida sea un problema, si no porque ya parece que las campanas de
la iglesia no dejan de encordar. Que lejos quedan las décadas 60 y 70, en la
que solamente mozos, varones solteros de más de 14 o 15 años, se llegaron a
contabilizar más de 100. Por otra parte el monte avanza, y con él sus criaturas,
que arrasan los cada vez menores bienes agrícolas. En la lucha
humano-naturaleza poco podemos hacer ante una rival tan constante y obstinada
por el libre albedrío; ha venido para quedarse, exigir lo que es suyo y
recordarnos las consecuencias anunciadas del abandono progresivo. El tiempo es
un juez tan sabio que no sentencia de inmediato, pero al final da la razón a
quien la tiene, pone cada cosa en su lugar y pasa cada factura a su pagador.
Esta es nuestra cuenta pendiente: se me antoja que está llegando, lenta e
inexorablemente y de una forma marchita, el ocaso de los pueblos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario