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viernes, 8 de julio de 2016

Todos somos autónomos.


De lo poco que veo la tele, hay un anuncio que me ha llamado la atención últimamente, el de Bankia. Dicen en su spot que “los autónomos no parecen humanos”, como si tuviera gracia, viniendo de un banco investigado por estafa en su salida a bolsa, tarjetas Black, apropiación indebida, administración fraudulenta, delito fiscal… Un banco que para evitar la quiebra papá Estado inyectó… ¿Cuánto era?¿Veintidós mil millones de Euros? MÁS DE 3 BILLONES Y MEDIO DE PESETAS… Pues no, señores, ni tiene gracia ni los autónomos somos humanos, a una legua se nos nota la aureola de la santidad.

Quizás antes de nombrar a los autónomos los debieran conocer. Si, y no por sus cuentas corrientes. A esa conclusión solo llegan como parásitos sociales que son: “¡vengan, vengan, traigan sus ahorrillos, pídanos dinerito y nosotros engordaremos a vuestras expensas!”. Patético.

Papeleo, impuestos, normativas,… y la frasecita final: domiciliación bancaria, como que no hay escapatoria. Si o si hay que ir al banco, esperar el turno, saludarlos con educación (por si acaso), y hacer los trámites sin rechistar, que para eso nos tratan de sobrehumanos… Creo que al menos no es mucho pedir evitar la burla, ¿no?.

Si Bankia se hunde aparecen millones de euros como por encanto… ¿Saben ustedes lo que pasa cuando un autónomo se hunde? Pues, por ejemplo, pregunten a los afectados por el incendio en la fábrica Embutidos Rodriguez, de Soto de la Vega. Fracasa su medio de vida y ahí están, con una mano delante y otra detrás… ¿Dónde estás ahora, papá Estado?

Recogidas de firmas, búsqueda de apoyos, todo es poco para concienciar del mal trago de la casi totalidad de la plantilla de la fábrica, que a la vez alzan la voz en nombre de otros compañeros autónomos en su misma situación. La última idea es ir a León a manifestarse, y pienso que allí deberíamos estar todos… solo que como humanos que somos, mal que le pese a los de Bankia, tenemos que apechugar con nuestros respectivos trabajos, que día a día reinventamos y mantenemos con esfuerzo, sudor y lágrimas.

Acabamos de sufrir unas segundas elecciones, y seguimos siendo los grandes olvidados. Claro, que apenas somos 1.961.282, según el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, a 31 de marzo de 2016. Solo les preocupa jubilarnos a los 67, o 70 años, porque juegan a no saber de economía. Me veo con la cachica subido en el andamio… mientras quienes me obligan gozan de pagas vitalicias y otras prebendas. Si acaso nos mirarán con lupa, como posibles defraudadores de Hacienda, no siendo que hagamos algún movimiento de unos miles de euros en “negro”. En su estudiada miopía nunca ven los grandes movimientos de capital, no hay más que ver las noticias, ¿verdad? Hipócritas.

A veces me imagino un rincón campestre en el que el autónomo es como un caracolillo, constante, paciente, siempre tanteando el terreno que pisa. Claro que por eso lleva su casa encima, y si algo le ocurriera a la dirección todo su ajuar caerá con él a cualquier hoyito. Bien delante, lleva sus cuernecitos sociales, para que vaya por donde vaya se sepa qué es y a qué se dedica. Compite como puede con las hormiguitas, muchas más y mejor entrenadas; pero quizás él se siente especial y le gusta dejar su toque personal. Se esmera en un trato amigable con el cliente, porque sabe que contento es su mejor publicidad. Sueña con tiempos mejores y su único anhelo es disfrutar de los placeres de una vida digna, fruto de su esfuerzo diario. Si algo se rompe intentará arreglarlo, y si la tarea sale bien será menester guardar para la que sale mal. En los malos tiempos se recogerá en casa, minimizando energías; serán vitales a la hora de volver a caminar. Su gran problema es el rastro que lo persigue vaya donde vaya. Por él se guiarán los depredadores, los oportunistas que tratarán de medrar a su sombra, conocedores de esa debilidad de no saber caminar hacia atrás, ni de tener unos afilados dientes para defender su hogar.

Ánimo, compañeros autónomos. Sabed que estamos con vosotros aunque el cuerpo siga donde lo dejamos ayer. Algo tiene que cambiar, y quizás sea el momento. A por ellos!!!

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