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domingo, 28 de agosto de 2016

Las campanas de Farrucón.


Cuentan por Fuente Encalada, que hace muchos años se pidieron ayudas y donativos para dotar al campanario del Santuario de Nuestra Señora del Campo de unas campanas. De aquella había un señor en el pueblo que se llamaba Francisco, y por su corpulencia y modo de ser llamaban “Farrucón”. Acudió a la solicitud con su viejo gorro, una montera o como él dijo, con una monterada de monedas de bronce como aportación personal. Eran todas y todo cuanto tenía de valor en su ya de por si humilde casa. Cuando le preguntaron cómo había hecho aquello, respondió que así las nuevas campanas tañerían su gesta con esta cantilena:

“Bom, bom… bom, bom… las campanas de Farrucón…, bom, bom…”

El santuario, como el resto de templos esparcidos por nuestra tierra se levantaron así. Quien pudo, como Francisco, donó cuanto estuvo a su entender; otros aportaron su trabajo personal, otros su pareja de vacas y carro para transportar materiales, y los más diestros todo su saber hacer para tener y compartir un lugar que en el siglo pasado tuviera su máximo esplendor como preceptoría, centro religioso, y en su contorno unas ferias de renombre.

En un afán de nueva puesta en valor del templo Mariano van tímidamente, pero con fuerza, resurgiendo costumbres y tradiciones; viejos derechos adquiridos de los antepasados por su maravilloso legado constructivo y cultural.

Inexplicablemente encontramos problemas y trabas añadidas a las inherentes a cualquier organización. Nuestros servidores y administradores anteponen sus prejuicios al bien común buscado: armonía, fiesta y distinción. Que nuestros pueblos mueren es un hecho fehaciente, solo pedimos que sea de forma natural y no bajo la sandalia de algún petulante e inculto ocupante de un cargo.

En los últimos días la nota dominante ha sido la indignación. En primer lugar fue rechazada la procesión con el patrón San Lucas y desfile de Pendones desde Carracedo, como la del año pasado que tanto gustó, supuestamente porque el corte breve y puntual de la LE-ZA 110 afectaría a muchos usuarios de esta pequeña carretera. Bien, no queremos molestar, solicitamos desde Bercianos. Esta alternativa cuenta con un buen desvío, por Tardemézar y Santibáñez, apenas 3,8 km más, unos cuatro minutos de rodeo en coche y en caso de corte total, que no es el caso, pues solamente necesitamos media vía y prudencia en los conductores. ¿A que se debe esta segunda negativa?

Una de las cosas más tristes que se pueden ver es un desfile de Pendones, con varios siglos de documentación e importancia cultural, desfilar como forajidos, escapados por caminos de tierra. Ha sido la última alternativa, totalmente nefasta para la fiesta y por la que públicamente hemos pedido perdón. Sin más comentarios.

Hay que agradecer el informe positivo por parte de la Diputación de Zamora, y la preocupación de algunos alcaldes de la zona por la realización de la procesión y desfile. También agradecer la incomprensible negativa de otro alcalde, de cuyo pueblo suelo acordarme, a colaborar en unas simples solicitudes, allá su conciencia y capricho; lo suyo no ha sido zancadilla, si no impulso, gracias, porque como bien es sabido, "quien tropieza y no cae, adelanta terreno".

Por lo demás, y dentro de nuestras capacidades, deseamos que cuanto tenemos haya sido del agrado público. Gracias por su presencia, señor Obispo, y gracias a los religiosos que lo acompañaron por la solemnidad de los actos a los pies de Nuestra Patrona. Y gracias Don Miguel por soportarnos, es cierto, somos insufribles.

Y gracias a todos cuantos atendieron a la llamada de las campanas de “Farrucón” para colaborar en lo posible, y dar ese lustre al que el Santuario nos comienza a acostumbrar. No hice fotos, el esplendor podría dañar mi cámara.

El próximo año más y mejor.



Prensa:


Fotos en Facebook, de Pendoneros de León:


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