No es la primera vez,
y con toda seguridad no será la última que entro en debate por culpa de algo
tan vinculado a nuestro carácter leonés: la palabra Cazurro. Resumiré mi
posición, añadiendo de antemano que me considero cazurro, orgulloso además, y cuando
me refiero a leonés o León, no es como gentilicio y provincia, siempre es como
miembro de la amplia región histórica que por la forma de ser merece este
adjetivo; algo que no se puede contener dentro de divisiones o fronteras: un
cazurro en Pekín seguirá siendo cazurro. Tengo que reconocer además que
solamente puedo aportar un poco de lectura y un mucho de razonamiento, pero
seguramente que poco menos que los demás, dado el declarado origen desconocido
de esta palabra que raras veces fuera del territorio mencionado no se usa de
forma peyorativa.
Ya que estamos en la
era de Internet, allí mismo encontramos la primera explicación, muy utilizada
en las redes sociales: «“Cazurro” es una derivación latina de la expresión
árabe “Cad’ Ur”, que significa “el que no cesa”». Que los árabes tuvieron una
extraordinaria relevancia en nuestra historia es incontestable;
aparte de los nombres de lugares, pueblos o ríos, de historias y leyendas, útiles y herramientas, un importante legado en ciencias, etc, recogemos en el vocabulario sus palabras y expresiones que usamos muchas veces
sin darnos cuenta de ello. Sabemos que durante su ocupación se conservaron las
lenguas nativas, se mezclaron con las suyas, nacieron nuevas como el romance y
el mozárabe, y posteriormente durante la reconquista quedaron definitivas y oficiales las latinas
que han llegado evolucionadas a nuestros días. Puede ser perfectamente creíble
esta explicación, aunque no está claro ni documentado el origen y significado
de las dos palabras árabes; otra cosa es descifrarlas y traducirlas al español,
cuando solamente de oídas pudieron construir el vocablo “cazurro”. Me viene a
la memoria la leyenda del “canguro”. Se dice por ahí, que cuando los ingleses
llegaron a Australia preguntaron a los nativos por el nombre de aquella rata
descomunal. Ellos contestaron “kan ghu ru”, y con canguro se quedó. Más tarde
comprendieron que lo que en realidad le habían dicho era “no te entiendo”.
Leyendas aparte, y solo como reflexión, “Cazurro” podría ser el particular
“Canguro” para los leoneses.
También corren por
ahí otras explicaciones, algunas tan divertidas como la de los zurrones
repletos de botillos, chorizos, jamón, salchichón… que los leoneses llevaban
durante la trashumancia a Extremadura. Los extremeños, al verlos llegar decían:
“vaya cacho zurrones traen”, y de ahí viene cazurro, de la contracción de cacho
y zurrón, ca-zurro. Por la misma abundancia se nos conoce a los leoneses, la
prueba irrefutable está en el regalo de las tapas en los bares; tómate unos
vinos y vas comido “pa” casa; aunque por el contrario, algunos asturianos nos
tildan de cazurros como agarrados, poco dados a invitaciones… ¿qué pretenden,
reventar? (Un abrazo para esta buena gente, siempre es un placer su amistad y compañía)
Para el aspecto serio
consultemos los diccionarios. En el DRAE cazurro es malicioso, reservado y de pocas palabras, tosco,
basto, zafio, torpe, lento en comprender… Para el “Corominas”, que data la
palabra en 1220-50, es grosero, marrullero, malicioso, insociable. Otros
diccionarios de nombres indecibles (interesante paradoja, teniendo tanto donde
escoger) en subidón intelectual, añade acepciones como astuto, ladino, pícaro,
socarrón, zorro… Y todos en común reconociendo el origen incierto de la
palabra; menos mal, porque sin menos datos no se puede poner a un cazurro más a
caer de un burro (valga el pareado). Curioso, ahora que lo pienso, compartimos
con el burro hasta algunas definiciones: persona terca, cabezota… otras no,
como necio, ignorante, y menos como describe “burro” el DRAE, persona bruta e
incivil. Estas últimas definiciones me suenan a derroche de palabrería, y más sabiendo
que el burro es posiblemente el animal doméstico que más fácilmente aprende y
realiza rutinas y tareas, y también, cómo no, el que protesta cuando las
condiciones no le son favorables; muy humano él. El burro no suele ser burro,
de haber un burro buscad en el comportamiento del amo; en el burro y en el
cazurro buscad cabezonería, perseverancia, constancia, testarudez… vamos,
literalmente el significado de aquellas palabras árabes: “el que no cesa”. Puede
no venir a cuento, pero no puedo dejar el tema sin unos viejos versos dedicados
al noble animal por un asnólogo, aprendiz de poeta:
Haced que yo a los hombres
desengañe
de su falsa opinión, del
error ciego
con que miran al asno,
despreciando
el mejor animal que hay en
el suelo.
Siguiendo con la
seriedad, Ramón Menéndez Pidal, en el capítulo VIII de su “Poesía juglaresca y
juglares” cita textualmente que “A la palabra caçurro (cazurro), que designa a
un juglar de ínfima clase, se le da un origen árabe: Cadzur, (sucio,
indecente), pero – continúa - no satisface fonéticamente y es muy probable que
sea una voz prerromana a juzgar por su sufijo (…urro)”. Esto confirmaría
también el origen árabe, y sería un buen insulto para los refugiados en los picos
de Europa, aquellos que hostigaron e hicieron retroceder al ejército invasor,
no les iban a llamar “guapitos de cara”. Según Menéndez Pidal, en el oficio de
juglar existían distintas especialidades: El goliardo, compositor; el juglar de
gesta; el remedador, imitador; y el cazurro, que parece ser el que usaba
“palabras caçurras”, mencionadas por Alfonso X El Sabio en sus Partidas. Cazurro
también tenía una acepción en el diccionario, “se decía de
las palabras, expresiones o actos
bajos y groseros, y de la persona que
las profería o los practicaba”. O sea, el más divertido de
todos. Pero lo que queda sin aclarar es qué tienen que ver los artistas cachondos callejeros
de la edad media con el origen de la palabra, y en qué punto se los relacionó
con los leoneses y su perseverancia guerrera.
También es conocida
la explicación del pueblecito zamorano de Cazurra, en la Tierra del vino. Se
dice que sus habitantes cuando emigraron a Asturias a trabajar, como no
entendían las máquinas, los asturianos los trataban de torpes y lerdos. Así el
gentilicio “cazurro” se volvió adjetivo, solo que el gentilicio real es
“cazurreño” y mucho antes de las máquinas que pudieran no saber manejar, en la
edad media, ya se conocía el vocablo cazurro. Según el INE, a principios de
2015 había 214 personas apellidadas “Cazurro/rra”. Un breve repaso a la heráldica
nos pinta en su escudo sobre oro la cabeza sangrante de un jabalí, y sitúa el
origen del apellido en el siglo XI. El Jabalí, en este arte de explicar y
describir los escudos de cada linaje es “un animal ferocísimo, indomable y de
tanta intrepidez que es expresión del ánimo valeroso en la lucha, que rompe
valiente y esforzado por las puntas aceradas de los escuadrones enemigos” (Instituto
de Historia y Heráldica Familiar, escudo del encabezamiento y demás datos,
Internet). No he encontrado explicación a la cabeza sangrante, pero no me puedo
contener en dar la mía: el Cazurro es vencedor del jabalí y de todo cuanto
significa, es poseedor del valor supremo. Y para finalizar, Jabalí en el Al-Andalus
era un cerdo de monte, que en árabe se dice “jabal”; y montes, árabes y leoneses
tuvieron mucho en común, ¿no?.
Animaladas aparte y resumiendo,
para mí, la palabra “cazurro” no es más que un agravio lingüístico, una palabra
que no se sabe como, quizás por su sonoridad, ha acabado siendo insulto. Y
añadiré otra palabra tan o más leonesa que sufre las mismas consecuencias:
Pendón. Aquí si que conocemos el origen, viene del latín “Pendeo” que significa
“colgar, estar colgado de”. Ya me gustaría saber, viendo de frente un Pendón,
como ha llegado a recogerse en los diccionarios para referirse a una mujer como “persona de vida irregular
y desordenada, de vida libertina en asuntos de sexo, prostituta”, una
barbaridad que debiera haberse abolido en cuanto salió a la luz.
Una vez leí a alguien que
ponía de ejemplo de cazurro a Sancho Panza, como malicioso reservado y de pocas
palabras. Nada más lejos de la realidad, aunque cazurro y aldeano siempre
demostró un sentido común muy práctico, una sabiduría innata y ser un
parlanchín conocedor del refranero popular. Como no iba a ser cazurro si
su padre era cazurro sanabrés, lo mismo que de don Quijote, admirado por su perseverancia en “desfacer
agravios, enderezar entuertos y proteger doncellas”. De poder pedirles una
última aventura, elegiría la cruzada para que ni Cazurros ni Pendones sean otra
cosa que lo que los leoneses llevamos con tanto orgullo y dignidad.
Porque ya está bien,
y perdonadme mis palabras cazurras cuando digo que “de burla a Cazurros y Pendones,
ya voy estando hasta los cojones”.
Y punto.
OLE TU !!!!
ResponderEliminarComentarios enjundiosos y recientes sobre el térmico 'cazurro'en el blog de Ricardo Chao:
ResponderEliminarhttp://corazonleon.blogspot.com.es/2016/09/cazurreando-con-la-palabra-cazurro.html
Saludos.
Un tema interesante, y un resultado común: el origen incierto. A partir de ahí, cuanto más hipótesis mejor.
EliminarSaludos.
Hola Ti Joaquín.
ResponderEliminarEl pendón en el único sitio donde no debe estar es en casa, se tiene que dejar ver en otros pueblos. Por comparación se le empezó a llamar pendón a la mujer que siempre estaba en casa ajena o fuera de la suya ¿haciendo qué?, ella sabrá.
Por cierto, si quieres disfrutar de una buena "pendonada", vente este domingo a León y ya de paso te enseño algunas cosas interesantes de "Legio".
Estimado amigo, siento discrepar ligeramente: para mi el Pendón es una cosa guapa que no sirve para prácticamente nada, algo así (con perdón) como las "mujeres florero" de antaño; de ahí podría venir el insulto de gente pobre, y por tanto trabajadora (sobre todo mujer), a mujer rica que sólo viven para aparentar y agradar a los hombres. Por cierto, no puedo ir a pendonear, me estoy reponiendo de una lesión de espalda, y lo primero es lo primero. Pasarlo bien.
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