Deténgase a mi lado,
entiendan lo que
digo,
para honrar el pasado
viene a cuento este
escrito.
A horcajadas al caño,
visto han, siempre,
los vivos,
para molienda creado
este humilde
edificio.
En San Félix
nombraron,
de “l’aceite” a este
sitio,
por ser diferenciado
de otros parecidos.
No hay lujo, nada
raro,
nada valioso o fino,
es herencia, un
legado,
algo antaño querido.
Parece abandonado,
viejo, roto y herido,
y solo por no usarlo,
dicen, es el
motivo.
De esto algo me
contaron,
el resto lo he vivido;
resumo, quede claro,
perdón por lo
omitido.
Primero molió grano,
mucho centeno y
trigo,
y por no estar parado
púsose a moler lino.
La harina se ha
guardado,
“la aceite” está en
su sitio;
¿Podría descansar?
¡No!
y cambiaron su
oficio.
Un cuarto levantaron
anexo, sin perjuicio,
donde atar la dinamo
a otro nuevo
artificio.
El agua del sobrado,
con un poco de
alivio,
trajo nuevo milagro:
San Félix, pueblo
rico.
Los hilos conectaron
casas con nuestro
amigo,
el candil relegado…
nada ya fue lo mismo.
Han pasado los años
de tanto sacrificio;
la ruina lo ha
enterrado
casi como el olvido.
Debieran jubilarlo,
verlo arreglado y limpio,
es venerable anciano,
ya es bastante lo que hizo.
Un cartel en el vano
del portón pide
auxilio:
no miréis a otro
lado,
SALVEMOS EL MOLINO.
----Etj----
(Dedicada a Santiago,
preocupado vecino.)
PUES MANOS A LA OBRA. YO CREO QUE SE PODRIA PONER UN NUMERO DE CUENTA PARA PODER HACER UN INGRESO . NOSOTROS QUE ESTAMOS LEJOS NO PODEMOS PARTICIPAR EN LA OBRA FISICAMENTE , PERO SI CON NUESTRAS APORTACIONES. UN ABRAZO.
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