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domingo, 27 de noviembre de 2016

Pesadilla en la cultura.



Hay veces que se me olvida el porqué veo tan poco la tele, aparte de los Simpsons a la hora de comer, y alguna serie tipo The Big Bang Theory mientras cojo el sueño después de cenar. Pero rápidamente alguien me lo recuerda, en este caso compartiendo un vídeo en Facebook.


Pesadilla en la Cocina vino a Zamora, con el irreverente Alberto Chicote al frente. La verdad, y es solo mi opinión, no entiendo como algún restaurante se preste a sacar a la luz sus miserias, exageradas y manipuladas, con lo extremadamente delicada que es la comida. Vamos, que están firmando el documento para que vaya una inspección de Sanidad, les multe y cierre el negocio. Porque, pienso yo… ¿alguien que acaba de comer en un lugar del que luego te dicen que no protege los alimentos, que los mezcla y los cubre de hielo en el frigorífico, que llevan fecha retrasadísima o que tienen moho … y un largo etcétera de barbaridades, y ve el programa no se va a los juzgados y pone una denuncia?¿O se vuelve al local y les monta el pollo padre?¿O es que somos masoquistas y nos tomamos el tema culinario a broma?

No he podido terminar de ver el vídeo, me sobrepasa. Voces, insultos, palabrotas… quiero pensar que se ha exagerado para captar la atención del televidente, que en un porcentaje bastante alto, entre los que me cuento, habrá sufrido aversión a la cocina y por ende a la capital de Zamora. Un programa morboso y cutre que seguramente no deje a nadie indiferente; por los comentarios que he visto, dan ganas de llorar. ¿Es así nuestra tierra?¿Es ésta la imagen que tenemos que dar?¿Acaso antes de entrar a comer a un local, porque es una necesidad, tenemos que dudar por si nos toca un “Café Zamora”?

Pero lo que de verdad me ha animado a escribir este artículo es la presentación: textualmente como “esa recogida ciudad castellana impregnada de historia…”. No sé si Zamora es recogida o no, ni la intención de ese apelativo que puede significar “lugar acogedor y resguardado”, o lo contrario, “retirado del trato y comunicación con los demás”. Visto las intenciones del programa… ya me creo todo. Pero en lo que hay que hacer hincapié es que Zamora no es castellana, es castellanoleonesa, o sencillamente leonesa, o de lo contrario dejemos aparte la “impregnación de historia”. Nuestra comunidad autónoma, mal que nos pese, es la unión de dos regiones históricas, por eso entre Castilla y León se escribe una “y”. Ni Burgos es León, ni Zamora es Castilla… aquí también, como en el viejo dicho, o "tanto monta, monta tanto", o a cada cual lo suyo ¿de acuerdo?, punto.

Y ya puestos a hablar de la tele y dar opiniones, aquí en Ayoó también estuvo; la autonómica CYL7. Por mucho que algunos nos esmeremos en dar una imagen actual y positiva de nuestro pueblín, tiene que aparecer algo o alguien que diga lo contrario. El tema es la antigua necesidad y costumbre de lavar la ropa en lavaderos públicos, presentada como el pan nuestro de cada día. Perdón, eso no es cierto, hace muchísimo que nadie coge toda su ropa y se va al pilo a lavar, y la excepción a la regla es alguna señora que si que es verdad que lleva algún trapito rebelde, y hay que estar muchos días al acecho para pillarlas in fraganti los minutos que tarda en darle el “deslabón”. No sé ni quiero saber quien organizó la puesta en escena, que se debería haber replanteado como costumbre y necesidad perdida y no como actualidad. Hay quien se ha sentido ofendido con esa imagen tercermundista del lavadero comunitario, y vuelvo a lo de antes… ¿nos beneficia en algo?¿es necesario rebajarse para distracción ajena? Recordemos que ya hay un precedente, en los años 80, cuando la “caja tonta” difundió una imagen poco digna del pueblo, lo peor de cada casa y caso, una humillación en toda regla para cuantos estando fuera de casa se apresuraron a invitar a sus amigos a ver en la tele su querido pueblo. Es que no espabilamos…

Y por último, el gentilicio de Ayoó. Veo últimamente que hay gente que dice “ayolino”, y la verdad es que cada uno lo puede decir como le venga en gana, pero… recordemos que en los gentilicios el sufijo “-lino” no existe, es “-ino”, por tanto se debería decir “ayoíno” si queremos expresarnos correctamente. ¿O es que tampoco importa?
  

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