Mucho antes de que la
globalización y las nuevas tecnologías nos enseñaran tradiciones de lejanos
países, hace casi 50 años, y hablo por experiencia propia, y mucho antes por lo
que he preguntado, en la noche de Reyes los niños de esta comarca y más allá ya
limpiábamos los zapatos, o buscábamos calcetines, para colocarlos en la
ventana. Se decía que así al pasar los Magos verían que eran de niños, y no se
olvidarían de dejarnos regalos.
Creo que fue mi madre,
quien nos explicaba con infinita paciencia de narradora por vocación y entretenedora
por necesidad cada Navidad el porqué de aquella tradición. Todo había comenzado
en Belén, el lugar más famoso de todos los tiempos, en el portal donde se
albergaba una vaca y una mula. Allí había nacido un niño especial al que todos
iban a conocer, entre ellos dos hermanitos. Por el camino de vuelta iban comentando la pobreza de aquel niño, al encontrarse en un lugar tan
mísero, acostado en un pesebre, y decidieron regalarle unos calcetines y unos
zapatos para cubrirle los piececitos, que debían estar aterecidos. Al llegar a
casa, seleccionaron el mejor par de cada, limpiaron con un paño húmedo los
zapatos para quitarle cualquier rastro de suciedad y sacudieron los calcetines
con energía, por si albergaban alguna mota de polvo. Luego los pusieron al suave
sol invernal, en el alféizar de la ventana, para que se secaran, con la
intención de regalárselos al día siguiente, secos y calentitos.
Al ser de día se
levantaron para ir cuanto antes al portal, encontrando sus zapatos y calcetines
repletos de regalos. ¿Qué había ocurrido? Los Reyes Magos de Oriente, que por
aquello de magos habían adivinado la buena intención de los hermanitos,
decidieron recompensarles. Y por lo de reyes decretaron que los niños que se
portaran bien, como los de la historia, y colocaran sus calcetines o zapatos en
la ventana serían igualmente recompensados.
Bendita imaginación
para entretener a los niños con leyendas tan simples y enternecedoras, y
bendita candidez infantil que todo nos creíamos, hasta el punto de mantener
cierta compostura por si los Magos descubrían nuestras travesuras y nos dejaban
los calcetines y zapatos vacíos.
Pero nunca es tarde
para conocer alguna nueva historia que nos retraiga a los inocentes años de
infancia. Precisamente dando forma al Belén de nuestra Iglesia, mi compañero Matías
me pedía poner la vaca, y no la mula, cerca del niño Jesús. Yo que soy tanto de
preguntar, insistí en conocer el porqué de aquella sugerencia. Pues resulta que
también en el Portal de Belén, en la fría noche en la que nació Jesús, la vaca,
en su instinto maternal no se separó ni un momento de al lado del recién
nacido, para aportarle el calor de su cuerpo, y cuando no, el de su aliento. La
mula, tozuda, solo pensó en si misma, en dormir tranquila sin preocupaciones.
Por todo esto, el Dios que rige el mundo concedió a la vaca el don de la
fecundidad, del que privó a la mula por su nefasto comportamiento, quedando
estéril por toda la eternidad.
Este año, para dicho
Belén de nuestra Iglesia Parroquial, hemos elegido el tema de la carpintería,
el oficio de San José, el noble artesano minimizado en las sagradas escrituras,
del que solo conocemos unos pocos datos de su vida en la infancia de Jesús.
Valga como homenaje a su personalidad, al trabajo, o a lo que cada cual estime.
Todas las herramientas son antiguas, casi en desuso, la mayor parte para mi tan
familiares como que son con las que mi padre fabricaba lo que por su época de
actividad era menester. Y las virutas que Matías y yo mismo arrancamos de un
trozo de madera al lado mismo del Jesús niño, como si dos mil años solo hayan
sido un suspiro.
La Navidad comenzó en
Vidriales prematuramente, el 23 de diciembre en el mismo corazón para todas las
extremidades, en el Santuario de Nuestra Señora del Campo con el pregón de
Navidad en boca de Teresa Peral, de Congosta. A continuación el diácono del
Centro Pastoral, Fernando García, bendijo el Niño que todas las fiestas será
posible adorar como es tradicional y el Belén representativo de todos los
belenes del valle. Luego el presbiterio se transformó en un improvisado
escenario para acoger al trío Son de los Valles, en su extraordinario concierto
de villancicos de nuestra zona, olvidados y desconocidos, pero no por ello
menos preciosos, al contrario, y así lo demuestran los aplausos de los
asistentes. Por último, un refrigerio para acompañar los primeros deseos de
Navidad.
Y es que es tiempo de
deseos, de sueños de riqueza, de una vida nueva… Yo voy a irme a los mismos
tiempos del nacimiento de Jesús para lanzar mi deseo para el nuevo año, de puño
y letra de Quinto Horacio Flaco, (65 AC-8 AC.):
“Si estás bueno del
estómago, y no te duele ningún costado, y puedes andar con tus pies, ninguna
otra cosa mejor te podrán añadir todas las riquezas de los reyes.”
Feliz Navidad, salud
para el nuevo año, y que los Reyes Magos nos llenen los zapatos y calcetines
con la candidez de un niño, para apreciar realmente lo poco o mucho que
tenemos, y dentro de un todo lo nada que necesitamos para alcanzar la felicidad.
¡¡¡2017, ahí vamos!!!
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