Algo lejos queda de
mi tierra vidrialesa, aunque nunca ha sido inconveniente para que cientos de
romeros locales se acercaran a Castrotierra para venerar a su bien más preciado,
la Virgen del Castro. Por eso éste artículo, y porque además esta romería esconde
una historia de esas que tanto me gustan y mejor me gustaría contar.
Comienza en un
temprano siglo V, hacia su primera mitad, y en el escenario alternaban
violencia y miseria. Un panorama difícil de imaginar si además mentalmente no
descomponemos la moderna estructura de nuestros pueblos hasta convertirlos en
minúsculas aldeas, habitadas por, como mucho, un ciento de vecinos para los que
la mayor riqueza era un animal de tiro, algo de tierra que labrar y un lugar
seco y abrigado donde cobijar a su familia. Transcurrían años de intensa
sequía, una desgracia agrícola que culminó en desesperación y en pobreza total.
Muchos de aquellos humildes labriegos sin saber como actuar, acudieron en grupo
en busca de orientación y consuelo a los pies de un hombre considerado sabio,
aunque por los problemas de un falso testimonio, apartado de su actividad en
Palencia. El obispo Toribio escuchó paciente a sus paisanos, y su respuesta fue
un desengaño; él nada les podía remediar. Pero a continuación les dijo:
- “Volved a Astorga.
Buscad, no lejos de ella, a la Virgen de Castrotierra. Llevarla en procesión a
la catedral y tenedla allí en solemne novenario. Si tal hicierais, la lluvia
fecundará de nuevo vuestros campos, y siempre que os encontréis en apuros de
sequías, peste u otra calamidad, acudid a la Virgen y seréis remediados”.
Así hicieron y milagrosamente
las súplicas se vieron recompensadas con abundantes precipitaciones, y con la
vuelta a la normalidad en el clima.
Como vemos puede
haber un importante anacronismo: Santo Toribio no fue contemporáneo de la
catedral, ni de la talla de la Virgen. Aunque también pudo referirse a Astorga
como “catedral” de historia y espiritualidad, como sigue siendo, y la actual
talla supliera otra más antigua y desaparecida. Pero todo eso nada parece importar
para que los agricultores, cuando ven peligrar sus cosechas, pidan otro
traslado y novena por medio de los Procuradores de la Tierra, y algunos miles
de personas arropados e identificados con sus pendones, cruces parroquiales, y
su querida “Abogada de la lluvia” recorran los 18 Km. que separan el Santuario
de Castrotierra de Astorga y viceversa, para solicitar la húmeda bendición para
sus campos.
Quienes han indagado
en el origen de ésta romería se hallan estancados entre la leyenda y lo que
fuera realidad. Es cierto que el documento de mayor antigüedad conocido, del Archivo Diocesano, “solo” nos retrae a 1577, cuando hizo el camino “por falta
de agua”, y además “se le regaló una capa de brocado”. En la misma situación se
encuentra quien indaga en el origen de los Pendones que acompañan esta romería:
en la documentación nos vamos al mismo siglo aproximadamente. Seguramente que
si quisiéramos hacer igual con las cruces parroquiales llegaríamos a idéntica
situación, y así con otros objetos. Pero es que tampoco encontraremos padrones
de habitantes antes de 1528-1536 (1) lo que nos
lleva a una interesante pregunta: ¿tampoco existían los habitantes antes del
siglo XVI? Quien me la responda, con el mismo argumento le responderé a la
antigüedad que busca; siempre respetando casos de documentación puntual, la
excepción a ésta regla para documentación general.
Ésta es una romería
difícil de explicar; es mejor vivirla para poderla sentir. Gentes de todas
edades con devoción contenida haciendo un duro camino de 7 horas arrastrando
consigo Pendones, Cruces, y la imagen milagrera. Generaciones de romeros con la
comida a cuestas para llegar en la ida al oscurecer a Astorga, y en la vuelta,
después del madrugón, al mediodía a Castrotierra. Solemnidad en estado puro
para continuar la tradición; siempre se dijo que “la fe mueve montañas”… ¿por
qué no iba a hacer llover?.
Se dice que no se ha
ganado el título de pendonero si no se hace al menos una vez “el camino de la
Virgen” con el Pendón al cinto. La bien llamada “madre de todas las romerías”
es un ejercicio de destreza, aguante y compañerismo en particular, y de
hermandad de pueblos en conjunto. Pujadores de los cuatro puntos cardinales se
reúnen (podría decir “nos reunimos”, pero reconozco ser mero aprendiz entre
tanto curtido maestro) bajo estandartes de hasta 12 metros, independientemente
de las condiciones climatológicas; las fortísimas rachas de viento de estos
días en vez de amedrentar no hacían más que añadir belleza al desfile. Y en la
mente de todos el mismo empeño: “hay que seguir”, típico de la perseverancia
innata de nuestras gentes.
Descansa, “Castrina”;
la buena lluvia ya ha bendecido la tierra, y a nosotros con ella. Tuyo es mi
cinto y mi corazón, uno más de los de miles de romeros. Queda en paz, hasta
cuando el tiempo quiera.
Ida:
Vuelta:
Más fotos, de
Pendoneros de León:
Prensa escrita y
digital:
BONITO REPORT , COMO SIEMPRE. ALLI ESTUBIMOS ACOMPAÑANDO A LA SANTINA. UN RECONOCIMIENTO A LOS PENDONEROS.EL VIENTO LATERAL ERA BASTANTE FUERTE Y ERA DIFICIL MANEJAR EL TRAPO. UN ABRAZO A TODOS.
ResponderEliminarY COMO PEDIAMOS AGUA , AGUA TUBIMOS.