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miércoles, 15 de abril de 2020

La dama de Peñacabras.


En la calle Peñacabras,
entre corrales de ovejas,
cuando de refilón el sol
alumbra una vieja puerta,
entre sus oxidados clavos
una imagen se revela;
es una mujer, sin duda,
por qué está ahí, nadie acierta.

Nunca sabremos el nombre,
ni la edad de la doncella;
solo que sobre sus hombros
descansa lacia melena,
y con la mano parece
saludar a quien se aleja,
delante de su rebaño,
hasta que haga el sol la puesta.

Pudo ser un joven pastor
mientras a salir espera,
escondido tras la capa
un día desdobla la cheira,
y en la madera le labra,
a su amada la silueta;
esa es su forma de decir
lo que calla por vergüenza.

Ya se levanta el tallador,
porque el ganado no espera;
mira atrás, mientras ajusta
el zurrón en bandolera,
por si la dama aparece
y cobra vida la escena,
le alza la mano y susurra:
“te esperaré hasta que vuelvas”.

Pero hoy tampoco acudió,
“bueno, quizás a la vuelta”.
Arrea el ganado y camina,
que toca bajo la sierra.
Y así, muchos de los días
al monte llora sus penas,
suspirando por su amada,
y callando mientras sueña.

Quiero pensar que esta historia
no terminara en la hoguera,
como le ocurrió al lienzo
sin que yo me diera cuenta.
Quizá el pastor pudo vencer
su timidez pasajera;
lo digo porque en las tablas…
la imagen quedó incompleta.




1 comentario:

  1. Eres la caña de España!!!. Me encanta la poesía y la imaginación prodigiosa, ante una silueta, que a mí, seguramente no me diría nada 👏👏👏👏. Un abrazo amigo Joaquín. Paulina

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