En
medio del retablo mayor de nuestra iglesia, y encima del sagrario, llama la
atención un círculo celeste que recoge en su interior un triángulo equilátero
amarillo, rodeado de rayos blancos y con un ojo pintado en su centro. Es la
representación cristiana de Dios, en un icono usado ya en la antiguedad como el
ojo que todo lo ve, como Horus, dios egipcio. La mitología griega lo asoció
entre otros con la diosa Minerva, y en el reverso del billete de dólar, en su
parte central coronando la cima de una pirámide, aparece por orden del
presidente Franklin. Estas son, creo, sus más importantes muestras, solo queda
una: con el vértice invertido, flanqueado por un sol y una luna, exactamente como
lo vemos en nuestro retablo, y entonces es un símbolo de una agrupación a día
de hoy polémica, la masonería, entre otras razones por su declarado
anticlericalismo. Pero no siempre fue así. Los masones eran gremios de constructores,
(albañiles, carpinteros, canteros…), que ya en la edad media levantaron
catedrales u otros importantes edificios, y celosos de su trabajo idearon una
serie de ritos, símbolos y palabras, para llevar con orden y disciplina tan
insignes obras. Los masones se clasificaban en tres grados: aprendiz, compañero
y maestro, todos creyentes en un ser superior, Dios como el creador y por lo
tanto el primer y gran arquitecto del universo. Esta era la masonería
operativa, la que poseía la teoría y la práctica, y su designación tenía como
objetivo la construcción según las reglas tradicionales. Posteriormente comenzaron
a admitir políticos, nobles y personas de otros gremios que pasaron a formar
parte de la masonería especulativa y los tres grados se convirtieron en
multitud, desvirtuando el noble trabajo de aquellas hermandades en las que se
enseñaba y practicaba los secretos de la construcción. Existe debate sobre los
orígenes de la masonería. Hay quienes defienden que descienden de los “collegia
fabrorum”, corporaciones de artesanos romanos, y hay quienes van más allá,
remontando a los egipcios, entre los que se consideraban privilegiados por
poder ver a su faraón, que a su vez era el primer arquitecto. En realidad, no
existen símbolos exclusivamente masónicos, si no que han sido comunes y
trasmitidos a través del tiempo de otras corporaciones. Decíamos al principio
que el triángulo con el ojo de nuestro retablo representa a Dios. Si esta
figura es recta, apoyada sobre un lado, significa el principio, la
omnipresencia, Él que lo ve todo; pero si aparece invertido sobre el vértice, entre
el sol y la luna, es la Providencia, “la
suprema sabiduría de Dios que rige el mundo y a los hombres y cuida de ellos”,
es el Jesús omnipotente que todo lo puede mirando hacia abajo, a sus fieles
cuando llenan los bancos de la iglesia. Quiero pensar que el retablo se
construyó siguiendo los criterios tradicionales, por eso, cuando lo miro desde
que conozco su secreto lo encuentro diferente, y claro está, aprecio de
distinta forma mi oficio:
la construcción.
En un Retablo de la Iglesia la Inquisición, en otro la Masonería... ¿qué pasa en Ayoó? A lo mejor habría que profundizar en su historia y entenderíamos mejor algunas cosas de la actualidad. Je, je, je...
ResponderEliminarUn artículo estupendo y que, como siempre, nos descubre y enseña cosas nuevas.
Sigue así
Miguel, uno de tu club de fans
Supongo, y es solo una teoría, que ambas cosas, la inquisición y la masonería, están unidas a la extinguida Orden del Temple, los Templarios, que es sabido patearon nuestras tierras. Seguimos investigando. Un saludo, Miguel.
ResponderEliminarMuy interesante, como siempre Joaquin. Yo cuando veia estos símbolos pensaba que significarían el dia y la noche, el sol y la luna o algo así, y el del centro el ojo de Dios, pero ahora lo miraré con mas atención. Me ha gustado mucho tu artículo. Lo reeleré para no perderme nada. Sigue. Un abrazo, Paulina
ResponderEliminarHOOOLA HERMANO .!! YO QUE TU AHORA BUSCABA EL FANTASMA DE PEÑACABRAS. SI NO LO HAS VISTO ES QUE HAS MIRADO POCO. TENEIS DE TODO EN AYOO !! UN ABRAZO.
ResponderEliminarEl fantasma de Peñacabras no, pero... estate atento...
ResponderEliminarJOPE JOAQUINUS, ANONADADOS NOS TIENES, CUANTA SABIDURIA.....
ResponderEliminarMUY BUENO TU ARTICULO.