Afirma
un viejo refrán: pescador de caña, pescador de nada. La verdad es que este arte
de pesca es menos productivo que otros, y como del “mar” apenas conozco el
marisco de pocilga, que está la “mar” de bueno, pues solo me referiré en este
artículo a la pesca en agua dulce, la que se practica en pantanos y ríos de
nuestra comarca. Para pescar en cantidad, con fuerza bruta, está la red,
prohibida y penalizada, que en los ríos se utiliza compuesta de tres paños de
distinta luz de malla y se llama trasmallo; luego, en pequeñas corrientes, se
utiliza el también prohibido y evidentemente fácil sistema de cortar o desviar el caudal
mediante una presa, esperar a que baje el nivel del agua y atrapar los peces con la
mano o con una sacadera (en esta técnica, que en mi pueblo se llama “ensecar”,
era especialista una persona muy querida para mi, creo que pescaría así decenas
de grandes truchas “a mano”, con la habilidad necesaria para tan escurridizo
pez); así mismo en el pasado se utilizó la “ñalsa” (nasa), igualmente prohibida,
que es un recipiente de mimbre con un orificio de entrada cónico a modo de
embudo, por donde entran los peces y no saben salir; otro sería el inhumano
envenenamiento del agua, totalmente deplorable y denunciable, y quienes lo
practican indignos del término pescadores; y por último el menos eficaz y a la
vez más complacido método del engaño: la pesca con caña. El refrán que lo avala
dice: por la boca muere el pez. Y es que básicamente consiste en engañar a los
peces con cebo vivo insertado en un gancho de acero llamado anzuelo, atado a un
invisible bajo el agua sedal, y éste al extremo de una larga y ligera caña
vegetal. En el sedal, para mantener el nivel del anzuelo se sujeta un plomo y
un corcho que hace las veces de chivato. Este es el verdadero y antiguo modo de
pesca con caña, mejorado con las “cañas” artificiales con anillas, carretes
mecánicos para el lance y recogida del sedal, y todo tipo de señuelos y cebos
artificiales. Hay multitud de modelos, aunque los más famosos son la cucharilla en el primer grupo y la mosca en sus tres
versiones: mosca seca, mosca ahogada y ninfa en el segundo. Mi amigo Abelardo, compañero de
fatigas en las obras, es un excelente pescador, y lo que es más importante, su
propio autodidacta fabricante de cebos. En su interesante blog http://pescamoscatera.blogspot.com.es
podemos apreciar sus obras de arte, auténticas reproducciones de los distintos
insectos deseados en las diferentes épocas y horas por cada variedad de pez.
Recomiendo su visita como curiosidad, para considerar la paciencia y la
dedicación en esta disciplina de pesca. Abelardo me ha recordado mi afición de
adolescente por coger la caña en los ratos libres y perderme en la ribera del
río Éria. La vieja foto que encabeza el artículo me muestra en una de las muchísimas escapadas después
del trabajo, recién pescada una pequeña trucha que por supuesto devolví al agua, y sujetando mi flamante caña de anillas con su ya mítico carrete Segarra de aguja. Pocos años
más tarde colgué los bártulos, mi dolor por la lenta muerte de los peces fue
superior al placer de engaño y lucha, y hoy el río para mi no es más que un
paraíso en el que se mezcla vegetación, agua y cielo; sonidos, olores y colores
naturales para la relajación y la tranquilidad. Por cierto, prodigiosa mezcla.
¡¡¡que joven te veo Joaquín!!!¡¡¡¡¡¡cuantos años!!!
ResponderEliminarlos aparejos de pesca son escelentes. ahora solo faltan las truchas. poco a poco hemos acabado con ellas. recuerdo cuando veniamos en estas fechas de segar , y al no bajar mucha agua por el rio , siempre se iba a pescar al ''sereno'' en la hora que el sol se ponia. mi padre tenia una caña de un palo de chopo de unos cinco metros , y seis u ocho anzuelos. nada mas . y siempre traia algo para casa . a veces una trucha y otras media docena de bogas.
ResponderEliminarahora solo se pesca algo en los cotos. una pena.
un saludo .