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sábado, 28 de julio de 2012

El ti Silverio



D. Silverio Martínez Peral, conocido como el ti Silverio, es una de las personas más peculiares del pasado siglo en el valle Vidriales y desde luego que no merece algunos artículos en un blog, si no toda una página Web por sus múltiples facetas y su maravilloso e inacabable sentido del humor. Molinero, electricista, carpintero, mecánico… inventor, su curiosidad y posterior dedicación por cualquier especialidad elevan al ti Silverio a la categoría de artista, como un Leonardo da Vinci del siglo XX; sirvan estas letras como un merecido reconocimiento por su trayectoria, por sus trabajos artesanales, arte útil en una época de escasez y falta de preparación, por su solución a las necesidades básicas de los clientes, humildes habitantes todos ellos de la zona, y desde el máximo respeto hacia su persona y también su familia, me gustaría reunir algunas de sus muchas y divertidas historias, que han sobrevivido de boca en boca y aunque en parte estarán seguramente exageradas, entre todas nos ayudarán a conocer mejor y a valorar su excepcional personalidad. Una de mis citas preferidas, dice que “dichoso el hombre que se ríe de si mismo, porque nunca le faltarán motivos de diversión”. Creo que el ti Silverio encaja perfectamente en el contexto, pues de otra forma sería imposible narrar y comprender sus peripecias, abarrotadas de dinamismo e ingenio. Y no me imagino al ti Silverio hablando de facebook, del i-pad, o del airbag; aunque él, amante y conocedor de las máquinas, del progreso, se ceñía a los términos contemporáneos, como el borbijón, el pión, o los cabijales, algunas palabras corrientes que el diccionario, para su desgracia, no se ha dignado en recoger. Tampoco me lo imagino parado, o sufriendo con la economía, él era de la generación del trabajo como forma de mejorar, del ahorro como previsión de futuro y de la familia como concepto de generosidad. Lo demás sería superfluo y prescindible, evitable para vivir con sencillez y naturalidad. Se casó con Agustina Peral, con la que tuvo una extensa prole; tengo el gusto de conocer a algunos de sus descendientes, entre los que cuento amigos, y con uno en particular relación de “hermano”. El ti Silverio tenía un molino “de a medias” con su hermano Olegario en la Congostura, brecha natural abierta de un hipotético lago que pudo ser la cuenca de la presa de Congosta, pues si nos fijamos, la Chana, Ayoó Pequeñino, la peña de Santiago, y la parte alta de Congosta, tenemos cotas entre 869 y 914 metros, con un desnivel cercano a 80 metros en la presa, quien sabe si un día un torrente no labró aquella abertura que hoy en parte cierra la moderna presa de hormigón para el regadío. Encima del molino tenía situada una humilde vivienda, para hacer más llevaderas las noches de molienda, aunque Olegario vivía en una casa cercana, hoy centro de turismo rural, y el ti Silverio en el pueblo, y todos los días allí acudían a trabajar. Una pequeña cocina, un dormitorio y un gallinero conformaban la segunda planta del edificio de tapia, proporcionando comida y descanso cuando el trabajo acuciaba. Abajo Coronel, un perro famoso por su delgadez, defendía, al menos con sus ladridos, la industria; y otro detalle singular era la cirolal (un ciruelo) que crecía al lado de una de las paredes del molino, que era “bravo”, es decir, el fruto es pequeño y ácido por falta de injerto. Lo curioso era que el ti Silverio todas las mañanas antes de comenzar la tarea cogía un huevo del gallinero y tras hacerle un par de agujeros succionaba el contenido a modo de desayuno, y lo hincaba en una rama del árbol. Imaginaros tantos y tantos huevos, posiblemente más que hojas, adornando el ciruelo; con razón se jactaba de que sus huevos eran conocidos hasta en Madrid. Otra cualidad del molino era su “mimetismo”, y así lo que en la noche producía harina, por el día se transformaba en una importante industria maderera: sierra circular, y más tarde de cinta; una máquina universal combinada (cepilladora, circular, tupí, regrueso, espigadora, etc); un torno; así como máquinas y herramientas de todo tipo para la fabricación de carros de vacas; recipientes para el vino; puertas, ventanas y cualquier necesidad de la construcción; muebles; aperos de labranza… y un largo etcétera de artilugios, algunos de propia invención, para solucionar cualquier petición, y todo movido por el agua. Hoy esto no llamaría la atención de nadie, pero hace casi cien años le dejaría la boca abierta al más espabilado, y cuentan que una terrible desgracia, el suicidio de un pastor arrojándose al pilo (balsa de agua que alimenta el “rodesno” (turbina), fue tan dramático para el ti Silverio que poco a poco fue dejando aquel trabajo hasta abandonar el lugar que hoy oculta impasible la vegetación. Así, grosso modo, he intentado describir una persona extraordinaria, espontánea, sutil…, y el entorno de una inclasificable industria, importante para el desarrollo de nuestra zona. En sucesivos artículos contaré algunas de las anécdotas y chistes, clásicos ya en las reuniones en las que haya que contar algo gracioso del valle de Vidriales, propias del ti Silverio, el maestro vidrialés, que nos ha dejado una maravillosa historia como legado, y sus peripecias para disfrute. Siento no haberlo conocido para poder describirlo mejor, yo solo de oídas ya soy… su ferviente admirador.
                                    





2 comentarios:

  1. Precioso articulo, como todos. Se ve, por la descripcion que haces, que era una persona ingeniosa y creativa. Esperamos mas entregas. Un abrazo. Paulina

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  2. qué personaje el Ti Silverio! Mis padres me han contado muchas anécdotas de él, era un crack!! espero con curiosidad lo que cuentes!!!

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