El folclore es el síntoma más evidente de la cultura popular
tradicional. Leyendas y cuentos, música y bailes, trajes y adornos, aperos y
enseres…; todos los rasgos particulares de un pueblo muchas veces se esconde en
viejos baúles y arcas, en polvorientos trasteros, arrugados apuntes manuscritos
o memorias decrépitas. Aunque se guarde con celo, es fácil poner al descubierto
el folclore para su disfrute, puesto que se saca y enseña con rapidez y orgullo
a quien muestre interés. Casi todo ha llegado a nuestros días de forma oral o
de mano en mano, y siempre de generación en generación, de ahí la extraordinaria
importancia de su recuperación, reconstrucción y custodia. Por eso me parece
importante añadir un eslabón nuevo a la cadena, cumpliendo una importante condición:
que no se note que es nuevo. En Ayoó tenemos un ejemplo reciente, un hecho que
parece tradición, y de hecho cuenta con la base y la bendición de los ayoínos,
aunque su autor tenga solamente 68 años. Él es Emilio López Ferreras, también
autor de la poesía a su tío Ismael, ya publicada en otro artículo, y creador
del Cántico de los Reyes Magos que cada año recorre las calles de nuestro
pueblo en boca de los jóvenes. El origen fue un encargo: en una visita navideña
a la casa familiar, su padre, Felipe, animó a Emilio a componerlo, conociendo
su habilidad y facilidad para la poesía. Como otros cánticos a los reyes ya
existentes, se salmodiaría los días de reyes, en la iglesia durante la misa, a
las puertas del alcalde, del cura, del maestro, del presidente de la Hermandad,
y por último en los bares. Y así fue desde entonces, salvo contadas
excepciones, como los mozos se juntan, ensayan, e interpretan lo que ya
conocemos como tradición inmersa en nuestro modesto folclore, que se unió a
otras actividades navideñas, como la de juntarse también la víspera de año
nuevo para limpiar los lavaderos del pueblo, la poza del “Coito”, la poza del
caño y el pilo de la Iglesia. Después saldrían a pedir recompensa por las casas,
con el pretexto del buen trabajo realizado. La gente le daba comestibles y algo
de dinero, para hacer una comilona todos los mozos. Que al Cántico de Reyes se
le ha cogido cariño es indudable, no hay más que ver como la juventud, poco
animada a participar en otras tradiciones, se presenta voluntaria para
incluirse en este coro, y cantar como si del himno ayoíno se tratara. Carmen
Conde, escritora, decía que “La poesía es el sentimiento que le sobra al
corazón y te sale por la mano”. Alguien puede hacer un regalo de poesía a una
persona, y ser vitalicio; la puede regalar a una familia, y que sobreviva a su
prole; Emilio ha donado un gran trabajo a un pueblo y sus generaciones
venideras, un regalo imperecedero de Navidad, y será para una eternidad. Emilio,
tu generosidad es solo comparable a la grandeza de tu corazón.
Cántico del día de reyes
1- Gente noble somos/ los que
aquí llegamos,
licencia pedimos,/ los reyes
cantamos,
los reyes cantamos.
2- Después de las buenas noches/ que a todos les deseamos,
pidiendo vuestro permiso,/ esta
historia comenzamos. (BIS)
3- En una noche muy fría/ de los
más crudos inviernos,
un astrónomo de oriente/ examina
el firmamento. (BIS)
4- Una estrella que destella,/ deslumbra su pensamiento,
pues ésta es la señal/ que
anuncia un nacimiento. (BIS)
5- El astrónomo es un mago/ que
se llama rey Gaspar,
y a dar la noticia viene,/ a
Melchor y Baltasar. (BIS)
6- Los soberanos deciden/ en asamblea real,
de hacer los preparativos/ y al
niño ir a adorar. (BIS)
7- A lo lejos por un llano/ de un
inmenso arenal,
caminan blancos camellos/ y
hombres con traje oriental. (BIS)
8- Una estrella en la noche/ les guiaba desde el cielo,
y en sus coronas de magos/
reflejaba su destello. (BIS)
9- Una brisa juguetona/ movía sus
ricos mantos,
de colores rojo y verde,/ de los
reyes soberanos. (BIS)
10- Esclavos negros guiaban/ al pié de la caravana,
enterrándose en la arena/ sus
desgastadas sandalias. (BIS)
11- Caminaban los camellos/
lentos y con pasos cortos,
y entre sus flecos de seda,/
tocan cascabeles de oro. (BIS)
12- En fila viene el cortejo/ y a la ciudad se encamina,
preguntando por Herodes/ para
darle la noticia. (BIS)
13- El gran rey asustado/ sus
adivinos consulta,
y estos contestan diciendo,/
leyendo las escrituras. (BIS)
14- Es en Belén de Judá/ el lugar de tal suceso,
pues de aquí ha de salir/ quien
gobernará mi pueblo. (BIS)
15- Herodes dice a los magos/ con
traidores sentimientos,
- comunicadme a la vuelta/ la
verdad de tales hechos. (BIS)
16- Al salir por la ciudad/ por una puerta escoltada,
se le aparece la estrella/
anteriormente ocultada. (BIS)
17- Les conduce a Belén/ y en un
establo se para,
indicándole el lugar/ del
redentor de las almas. (BIS)
18- Allí los esclavos negros/ a grandes voces gritaban,
- abrid, abrid el portal,/
dejadnos libre la entrada. (BIS)
19- Pero los reyes le indican,/
muy bajito u con voz clara,
- cuidado no despertar/ al que
nos guía y nos manda. (BIS)
20- Los esclavos temerosos/ a sus camellos agarran,
y estos con la pezuña/ muy
despacito llamaban. (BIS)
21. Al mismo tiempo la puerta/
del viejo y pobre portal
se abre dejando a los magos/ al
descubierto el umbral. (BIS)
22- Viejo ya con barba blanca/ y una aureola de perlas,
con el cayado en la mano,/ un
anciano se presenta. (BIS)
23- Su vestido era azul,
/bordadito de estrellas,
como el cielo de verano/ en las
noches muy serenas. (BIS)
24- Al verse en su presencia/ los tres magos de oriente,
al momento se inclinan/ y doblan
su hermosa frente. (BIS)
25- El anciano les sonríe,/ con
el encanto de un niño,
dejando libre la entrada,/ pasad,
buenos reyes, dijo. (BIS)
26- Sobre un humilde pesebre,/ desnudito y tiritando,
en unas míseras pajas,/ hay un
niño reclinado. (BIS)
27- Una admirable mujer,/ de
encantadora belleza,
lo contempla entusiasmada/
inclinando la cabeza. (BIS)
28- Desde otras tierras, Señora,/ vienen tres reyes de oriente,
llenos de amor y fe,/ traen al
monarca presentes. (BIS)
29- El incienso de los dioses,
/oro y mirra le ofrecemos,
a besar sus santos pies/
permitidnos que lleguemos. (BIS)
30- Los tres reyes se levantan/ para salir del portal,
pues ya habían adorado/ a Dios
rey celestial. (BIS)
31- A los camellos ordenan/ los
pajes arrodillar,
para montarse los magos/ y a su
tierra cabalgar. (BIS)
32- Decididos sin temor/ a sus tierras se encaminan,
pero fueron advertidos/ por unas
voces divinas. (BIS)
33- Y estas voces misteriosas/ de
una vieja o de rapaza
de la inspiración divina/ de esta
manera cantaba. (BIS)
34- Caminad santos reyes/ por caminos desviados,
que por caminos reales,/ Herodes
envió soldados. (BIS)
TODOS- Y a las gentes de Ayoó/ de
veras les deseamos,
que esta historia de los reyes/
haya sido de su agrado. (BIS)
Y a los tres reyes pedimos/ que
vivamos muchos años,
para escucharlos ustedes,/
nosotros para cantarlos. (BIS)
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