eltijoaquin@hotmail.com - facebook.com/El Ti Joaquin

sábado, 19 de enero de 2013

La bendición de San Antonio



El siguiente relato parte de los escritos de San Atanasio de Alejandría, obispo, reconocido padre de la Iglesia Cristiana. Servirá para explicar una tradición prácticamente mundial, ya desaparecida en Ayoó, el extraño rito de la bendición de los animales el 17 de enero, festividad de San Antonio Abad. Festividad importante en muchos lugares, entre ellos mi cercano pueblo natal, Calzada, sitios donde además se dice “17 de enero, San Antonio verdadero”; no porque los demás santos sean falsos, posiblemente sea por reconocerlo como cercano y beneficioso en la tradicional cultura popular rural, en la que humanos y animales convivían en concordancia para la supervivencia de ambos, un santo invocado en los difíciles momentos de enfermedad, partos o dificultades de reses o mascotas; un santo de reconocida fama incluso en otras culturas: en oriente el mes de enero se denomina “Antosniaku”. Esto revela el equilibrio necesario global entre humanos, animales y naturaleza, una balanza que hoy no es fiel, con unos resultados difíciles de pronosticar. San Atanasio escribió, y por eso la conocemos tan bien, la “Vita Antonii”, la biografía de San Antonio, Abad, el Grande, o de Egipto, que nació a orillas del Nilo en el seno de una familia rica. A los 20 años quedó huérfano junto a su hermana, a quien puso al cuidado de unas mujeres piadosas con cierta cantidad de dinero para garantizar su futuro, vendió el resto de sus bienes dando todo a los pobres y se retiró a la vida ascética. Murió un 17 de enero en el año 356 DC, después de vivir 115 años. Se le representa con un cerdo a los pies, no por su amor a los animales, que seguro que era muy grande por vivir tan integrado en la naturaleza, si no por sobrevivir al pecado, a la tentación del demonio encarnado en el cerdo, sucio y terco, por dominar con valentía la impureza. Un inocente animal a los pies, en teología, también indica dominio de la creación, por tanto, haber ganado el cielo. En la edad media, una enfermedad conocida como “el fuego de San Antonio”, el ergotismo, causada por la ingesta del cornezuelo del centeno, provocó un éxodo de enfermos a la iglesia de Saint Antoine de Viennois, lugar donde se guardan las reliquias del santo. Una congregación, los Antonianos, atendían el hospital anexo a la iglesia, y para alimentar tantos pacientes soltaban cerdos bajo el patrocinio de San Antonio, que se alimentaban naturalmente o de lo que la gente le daba. Tradición mantenida en muchos lugares, como en La Alberca (Salamanca), y recientemente perdida en la vecina Astorga, el “marrano de San Antón”, animal bendecido, liberado y alimentado popularmente hasta el momento de su sacrificio. Éste pudiera ser el verdadero origen del patronazgo de los animales, aunque otros relatos los relacionan también, como aquel de una jabalina con sus crías ciegas que fueron curadas por San Antonio, del que en gratitud nunca más se separaron, defendiéndolo incluso del ataque de otras alimañas. O el que más me gusta, “La Leyenda Dorada”, escrita por el dominico Santiago de la Vorágine, que recoge leyendas piadosas sobre santos, como la de San Pablo de Tebas visitado por San Antonio. San Pablo, eremita, era alimentado en su cueva por un cuervo, que todos los días le traía una hogacita de pan. Aquel día, por la visita, el ave acudió con dos hogacitas, hecho que maravilló de tal forma  a San Antonio que a la muerte del cuervo lo enterró ayudado por dos leones y otros muchos animales. El hecho quedó grabado sobre un lienzo al óleo por el maestro Diego Velázquez en el año 1634, expuesto en la actualidad en el Museo del Prado de Madrid. A éste San Antonio se le suele confundir con San Antonio de Padua, el del 13 de junio, el del responso para los objetos perdidos, el de pedir novios, el del cántico de los pajaritos, el que por admiración tomó el nombre del Grande, del Egipcio, de San Antonio el Abad, que en hebreo significa “padre”, fundador de la vida monacal y encargado por unanimidad de velar por el bienestar animal, en particular por los que conviven bajo nuestra tutela. Éste 17 de enero, a las puertas de la iglesia, hemos vuelto a recordar y revivir el enternecedor rito. Con ilusión hemos presentado nuestras mascotas para solicitar la protección del santo. Es de agradecer la labor de nuestros párrocos, D. Miguel y D. Felipe, por su disposición y ánimo para las tradiciones religiosas que transforman lo que sería un día banal en todo un acontecimiento especial y diferente. Gracias, y como decimos por aquí en los actos tradicionales, “que de hoy en un año”, (a lo que se contesta
 "en paz y salud").     


Oraciónes de bendición:

Oh, Dios, que todo lo hiciste con sabiduría,
y que, después de crear al hombre y la mujer a tu imagen,
le diste, con tu bendición,
el dominio sobre todos los animales,
extiende tu mano con benevolencia
y concédenos, por intercesión de San Antonio Abad,
que estos animales nos sirvan de ayuda
y nosotros, tus servidores,
ayudados con los bienes presentes,
busquemos con más confianza los futuros.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amen.

Oh, Dios, autor y dador de todos los bienes,
que has hecho que también los animales
sirvan de ayuda al ser humano
en sus necesidades y en su trabajo,
te pedimos por intercesión de San Antonio Abad
que utilicemos debidamente estos seres,
necesarios para nuestra subsistencia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amen.

Frases para la reflexión:

Cuando el hombre aprenda a respetar incluso al ser más pequeño de la creación, sea animal o vegetal, nadie tendrá que enseñarlo a amar a sus semejantes.
(Albert Schwweitzer)

La compasión por los animales está íntimamente ligada a la bondad de carácter y se puede afirmar con seguridad que quien es cruel con los animales no puede ser una buena persona.
(Arthur Schopenhauer)












2 comentarios:

  1. En las imágenes no veo mas que personas y perros... ¿no hay más animales en Ayoó?

    ResponderEliminar
  2. Si, pero es un acto simbólico, no seria cosa de montar un arca a la puerta de la iglesia...

    ResponderEliminar