Este
18 de mayo se conmemora en San Pedro de la Viña el primer aniversario de la
muerte de una de las más notables figuras ilustres aquí nacidas, Abelardo
Lobato Casado, Padre Dominico; tan conocido y valorado internacionalmente en su
campo como extraño en el nuestro de Vidriales. Considerado uno de los grandes
intelectuales del siglo en Europa, autor o coautor de más de 40 libros, incontables
artículos, cursos, conferencias… detallar su vida laboral agotaría el espacio
para este artículo; permitidme solo apuntar que estuvo en lo más alto, derrochando
espiritualidad como consejero y amigo personal del Papa Viajero, Juan Pablo II,
y en lo más raso, incansable conversador sobre cosas cotidianas y terrenas con
sus vecinos vidrialeses durante las escapadas a esta tierra zamorana. Nació el
20 de enero de 1925, sobra decir que de forma humilde, ocupando el cuarto
puesto entre cinco hermanos. Recién nacido, la ti Rosaura, la mujer que ayudó
en el parto, recomendó que le aplicaran con urgencia el “agua de socorro”, como
así se hizo, porque aquel niño estaba muy débil y padecía ictericia neonatal.
No fue el único contratiempo en su niñez, pocos años más tarde, el pan horneado
en casa con un saco de harina contaminada de la fábrica de Santibáñez intoxicó
a toda la familia, excepto a la abuela, que inexplicablemente no lo probó. Su
hermano Germán, el pequeño, murió añadiendo más dolor a la familia, que sin
apenas medicamentos luchaba por sobrevivir. Pero quizás no fuera casualidad el
haber nacido el mismo día, 700 años más tarde, que el que fuera su
incondicional maestro, Santo Tomás de Aquino, y aquellos tropiezos no hicieron
más que adelantar terreno hacia una vida de estudio y divulgación de sus
reflexiones y enseñanzas. La escuela le parecía pequeña, por eso pedía a sus
padres algo más, el quería “ir a los frailes”. Ellos primero ignoraron aquella
petición, luego le dieron largas, y al final tuvieron que aceptar, cuando
Abelardo habló con D. Ángel Saavedra, sacerdote y profesor de la preceptoría
del Santuario de la Virgen del Campo y le dijo - “mi padre quiere hablar con
usted”. Comenzó a mitad de curso, tanta era su prisa por aprender, y aún le
sobró tiempo; sacó dos cursos adelante para ir con los de su edad. Cuantas
veces, cuando sus hermanos mayores volvían de las habituales salidas nocturnas,
entraban en su habitación para despertarlo: se dormía sobre las páginas de un
libro, recostado a la luz del candil de aceite. Al fin consiguió su objetivo, a
los 17 años ingresa en el convento de Almagro, para estudiar filosofía,
teología y humanidades, donde se ordena sacerdote; era el año 1949. Celebró su
primera misa en San Pedro de la Viña, rodeado de los suyos, para unir en
matrimonio a su hermano Baltasar y a su cuñada Manuela. Sus primeras palabras,
como era de rigor, fueron: - “Queridos hermanos”. La señora Amelia, vecina y
asistente al acto contestó en voz alta: - “Nunca mejor dicho”, anécdota famosa
y recordada por la familia con la satisfacción de ver los sueños cumplidos del
niño que quería ser fraile. Pero aquello no había hecho más que comenzar; luego
Roma, Granada, Madrid, Salamanca…, profesor, catedrático, decano, Maestro en
Sagrada Teología, delegado en el Consejo de Europa para los Derechos Humanos…,
el Padre Abelardo, experto tomista, fue promotor y director de la Sociedad
Internacional Tomás de Aquino, que tiene como fin, como rezan sus estatutos,
“el examen de los problemas fundamentales de nuestro tiempo, especialmente los
que dicen relación al pensamiento cristiano, a la luz de las enseñanzas de
Santo Tomás”. Multilingüe, viajó incansable por el mundo proclamando una
existencia más justa y moralmente correcta. Entre las enseñanzas de Jesús
encontramos “A quien mucho se le da, también se le pedirá mucho; a quien mucho
se le confía, se le exigirá mucho más (Lucas 12:48)”. Pues bien, este ha sido
mi pequeño homenaje, un esbozo de la parte vidrialesa en la semblanza de un
hombre que lo dio todo, el Padre Abelardo; o tal vez pudiéramos decir… Padre
Perseverante...
descanse en paz. .
descanse en paz. .
Muy bonito, un saludo desde Argentina.
ResponderEliminar¡Ti Joaquin! En esta semblanza vidrialesa del P. Abelardo,dejas reflejados muchos valores por los que él tanto trabajó,luchó y difundió con sus escritos,enseñanzas y otras actividades por todo el mundo: amor a sus raíces,sentido de familia, trabajo, esfuerzo, cultivo de la razón, la fe, sentido transcendente de la vida... y Dios como meta de todo.
ResponderEliminarMuy bien y enriquecedor tus trabajos en tu blog. Desde el Valle, un saludo
Me apena no haber cruzado más que "buenos días" o "adiós" con el Padre Abelardo; me hubiese gustado oír y debatir sus palabras... lo siento...
Eliminarme ha gustado. enhorabuena por el blog
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