EL ARCA
En un extraño reposo,
de los hombres
olvidada,
y entre cosas de sus
tiempos,
dormita repleta un
arca.
Ya no brilla la
madera
que, en su juventud,
brillara,
donde cruzan hondas
grietas,
con pegotes
remendadas;
le faltan tornillos,
clavos…
sobra carcoma en sus
patas,
y el óxido ronronea
los pernos de las
bisagras.
En su adentro reina
el frío
por viejas sus cosas
callan,
esa, que tuvo
albedrío,
hoy solo guarda
batallas.
Fueron muchos largos
años
cargando el peso de
casa,
a cualquier hora del
día
qué le pides, ahí
estaba:
para hallar estuvo
abierta,
por proteger fue
cerrada,
y en las idas y
venidas
halló su vida pasada.
Llegó el fin, el día triste
que en la estancia molestaba,
de refugio a fastidio,
de ser útil a ser
carga,
futuro nuevo le
ofrecen,
no le gusta pero
calla;
arrastrada hacia el
trastero
mira atrás
avergonzada.
Allí termina su vida,
cual trasto entre
trastos clama
no la arrojen al
olvido,
que alguien vuelva a
visitarla.
Y suspira y
entristece,
conforme las horas
pasan,
hasta que llegan las
noches…
y entonces… ¡qué mal
lo pasa!.
Ya nadie quiere lo
viejo,
dicen que sobra, que
mancha,
cuantas veces su
pellejo
guardara nuestras
migajas,
ahora necesita
aliento, y…
nuestra mano lo
rechaza;
otras manos, si no al
tiempo,
nos darán justa
venganza.
Como es cierto, lo
presiento,
todo llega, todo
acaba;
mejor decirlo no
entiendo…
más claro, dicen, el
agua.
Maravillosa poesia. Ahora parece que algunas se recuperan y vuelven. Saluditos Joaquin. Un abrazo Paulina
ResponderEliminarTE ADMIRO AMIGO. ERES MUNDIAL. UN FENOMENO.
ResponderEliminarABRAZOS
MANOLO PRIETO
Ya, Joaquin, ya está. Ahora me resulta de una tristeza dolorosa. Una punzada en el corazon. Porque ¡¡¡lo ve una tan cerca!!! Eres genial. Un abrazo Paulina
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