Según relata la
Biblia, el libro que recoge más de 3000 años de historia, el más traducido y el
más vendido, y el único declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO,
José, hijo de David, salió de Nazaret para inscribirse con María, su esposa y
en avanzado estado de gestación, en la ciudad de Belén. Pero allí había llegado
ya multitud de gente con su mismo propósito, y las posadas, completas, cerraron
al paso de la necesitada pareja. A última hora de la tarde, les ofrecieron como
cobijo un establo, donde María dio a luz a su hijo, lo envolvió en pañales, y
acostó en un pesebre. Al poco, se presentaron unos cuantos pastores preguntando
por el niño, pues un ángel se les había aparecido en el monte, mientras se
turnaban en el cuidado de sus rebaños, anunciándoles la venida de un Salvador.
Posteriormente, en el año 1223, el fundador de las órdenes Frailes Menores y
Hermanas Clarisas, San Francisco de Asís, llamó a Juan, (hombre de buena fama y de mejor tenor de vida), [sic] y le dijo: “Si quieres que celebremos en Greccio esta
fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que yo te voy a
indicar. Deseo celebrar la memoria del niño que nació en Belén, y
quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su
invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre
heno entre el buey y el asno” [sic]. Aquella noche en una cueva y sobre un
pesebre vacío, San Francisco, en presencia de muchas personas venidas desde el
pueblo italiano de Greccio con velas y antorchas, celebró la Eucaristía. Otro
fraile Franciscano, Tomás de Celano, a principios de 1229 escribió así aquel
hecho: Llegó el día, día de alegría, de
exultación. Se citó a hermanos de muchos lugares; hombres y mujeres de la
comarca... Llegó, en fin, el santo de Dios, y viendo que todas las cosas
estaban dispuestas, las contempló y se alegró. Se prepara el pesebre, se trae
el heno y se colocan el buey y el asno... Llega la gente, y ante el nuevo
misterio, saborean nuevos gozos.... El santo de Dios está de pie ante el
pesebre, desbordándose en suspiros, traspasado de piedad, derretido en inefable
gozo. Se celebra el rito solemne de la misa sobre el pesebre y el
sacerdote goza de singular consolación [sic]. No fue, por tanto, la primera
representación del belén como la conocemos hoy, si no algo mucho más importante
espiritualmente que desde hace varios años se repite en nuestra iglesia de
Ayoó, como en otras muchas: la misa sobre el pesebre vacío los cuatro
anteriores domingos a la festividad de la Navidad, lo que se conoce como
Adviento. Cuatro velas, una por cada domingo, se irán encendiendo al comienzo
de la misa. Todas juntas acompañarán al niño el día de Navidad con nuestros
mejores deseos. Este pudiera ser el origen de la inclusión de animales
en la representación del establo de Belén, con el objeto de darle mayor
realismo a la cueva de Greccio. El Papa Benedicto XVI recoge en su libro, para
gozo de incultos tergiversadores, algo que es mundialmente conocido y fácil de
comprobar: en ningún lugar de las Sagradas Escrituras se nombran animales que
ocuparan sitio alguno del establo donde María diera a luz. Sin embargo añade,
(y ocultan los falsos críticos), que incluir animales es una hermosa tradición
libre de representar. Ayer en nuestra Iglesia terminamos de colocar el Belén.
Con burro y buey, si, pero en segundo plano. Preside la cueva la Sagrada
Familia, lo único que de verdad importa, lo realmente indispensable y
verdadero. También hemos añadido una cabalgata de Reyes, simbolizando la
adoración al recién nacido que allí tuvo lugar. En 1223, San Francisco de Asís
pidió un deseo, quizás el primero navideño. Desde la homilía en la cueva de
Greccio, de sus propios labios, y con sentido vigente en la actualidad: "Si yo hablara con el emperador, le suplicaría
que, por amor de Dios y en atención a mis ruegos, firmara un decreto ordenando
que ningún hombre capture a las hermanas alondras ni les haga daño alguno; que
todas las autoridades de las ciudades y los señores de los castillos y en las
villas obligaran a que, en la Navidad del Señor de cada año, los hombres echen
trigo y otras semillas por los caminos fuera de las ciudades y castillos, para
que, en día de tanta solemnidad, todas las aves y, particularmente las hermanas
alondras, tengan qué comer; que, por respeto al Hijo de Dios, a quien tal noche
la dichosa Virgen María su Madre lo reclinó en un pesebre entre el asno y el
buey, estén obligados todos a dar esa noche a nuestros hermanos bueyes y asnos
abundante pienso; y, por último, que en este día de Navidad, todos los pobres
sean saciados por los ricos" (San Francisco, Leyenda de Perusa, 14).
Que así fuere.
Con éste artículo
permitidme la licencia de felicitaros la Navidad en nombre de la Parroquia del
Salvador de Ayoó de Vidriales. Así nos ha quedado el belén, esperamos que os
guste.
Ole, ole y ole... No escribes nada sin documentarte, eh?
ResponderEliminarMe uno a tu felicitación de la Parroquia de Ayoó y la hago extensiva de todo el Centro de Atención Pastoral "Vidriales".
Para todos el abrazo de Navidad más gordo que se pueda dar, casi tanto como el que nos ha dado el Dios hecho hombre
Estupendo. Eso es cultura e información cristiana y darla a conocer. Cada uno predica a su manera. Felices días.
ResponderEliminar¡¡¡Feliz Navidad Joaquín!!! Has de pasarte a ver el nacimiento que han montado en Castro con figuras de playmóbil.
ResponderEliminarTambién de puede ver en you tube:
http://youtu.be/iSePTXa5WGE