En el cauce del Almucera,
como en el de casi todos los ríos, persisten a duras penas algunos modestos
edificios, generalmente de una planta; solitarios, abandonados y a caballo del
río. Los muros de carga de piedra, tapia, terrones de césped o adobe, o mezcla
de todo, y el tejado con estructura de madera cubierta por la siempre
complacida teja árabe. En el interior, madera sobre madera, desde la puerta a
la compuerta, sólo soportando el empuje del agua, una rueda de paletas de acero,
el “rodesno”, y rozando entre sí, dos grandes piedras cilíndricas llamadas
“muelas”. El conjunto se llama molino, nacido aproximadamente en el siglo I a.
C. por la necesidad de triturar el cereal para obtener harina como alimento. La
de nuestros molinos fué para la hacienda, sólo en raras excepciones para
consumo humano. Básicamente, el agua se embalsa para obtener caudal y presión
en “el pilo”, con un desagüe para seguridad o mantenimiento. Del “pilo” se
dirige levantando la compuerta a la “calienda”, que es el espacio que hay entre
el piso del molino y el río, donde se encuentra la pieza principal, el
“rodesno” (rodezno), encargado de transformar la presión del agua en movimiento
circular. Éste está unido en su centro a un eje vertical, la “vara” y apoyado
en una palanca de roble, la “rancha”, que va sujeta en la pared y en un
tornillo que lo regula en altura, el “tirante”. El eje consta de dos partes, la
“vara” y el “fuso”, de menor tamaño y metálico, que pasa por el centro de la
primera muela, la “piedra de abajo” y mediante un travesaño metálico llamado
“nadija”, sujeta la segunda, la “piedra de arriba”, de idéntico tamaño circular,
en unas muescas para tal efecto. A ambas piedras, por la cara que comparten, se
le labran unos surcos radiales, las “fiendas”, encargados de absorber los
granos y expulsar hacia el exterior la harina, que cae en un gran cajón también
de madera, el “farnal”. Por medio del tornillo del “tirante” se sube y baja el
“rodesno” y la “piedra de arriba”, para conseguir distinta granulación en la
molturación. Una estructura circular llamada “caja” rodea las piedras con un
único agujero frente al “farnal”, desde donde con una paleta, el “paletón”, se
llenan unas grandes bolsas de lino, las “fardelas”, para llevarlas a la panera
de casa, y vaciarlas en unos cestos llamados “gronas”. Encima de la “caja”, se
almacena el grano en una tolva de forma piramidal troncada invertida, la
“entrimoja”, usando una caja de madera con dos asas laterales, el “dornajo”, con
una capacidad ligeramente inferior a la “hemina”. En el vértice inferior de la
tolva, un canal con un sencillo sistema de ajuste en altura, la “canaleja”,
conduce el cereal al centro de la "piedra de arriba”, y un rudimentario palo
vibrante por el roce en la piedra, el “tarabillo”, mantiene constante el caudal
del grano a moler. En caso de quedarse el molino sin cereal aumenta
peligrosamente de velocidad, las piedras rozan entre si causando un rápido
desgaste, y comienza una peligrosa vibración que podía poner en peligro el
molino; se dice que “anda al rojo”. Pero por el desgaste natural las piedras
necesitan nueva profundidad en los surcos, ser “picadas”, por lo que se
retiraba la “entrimoja” y la “caja” para dejar al descubierto la "piedra de
arriba”; luego se hace girar una pequeña grúa fija, anclada al suelo y a una
viga del tejado, la “media luna”, con un tornillo en la parte superior unido a
una horquilla de acero que se ajusta con dos pernos a la piedra, para
levantarla, girarla, apoyarla en el suelo y labrarla con comodidad con una
especie de martillos llamados “picas”. Los molinos solían ser de 12 socios, o
“aplaceros”. Por orden de “vela” se nombraba por un año o dos, a convenir, un
“juez de molino”, encargado de avisar a sus compañeros de los posibles
problemas de funcionamiento, para limpiar el río, restaurar piezas rotas o
deterioradas, comprar nuevas piedras, o poner orden. Cada socio tenía asignado
un tiempo de uso, que comenzó siendo de días completos, pero como los molinos
pasaron de padres a hijos, las partes se convirtieron en “medios” días o “cuartos”
días, y por orden y en la misma proporción, participaban de los arreglos o
costes de mantenimiento. Se puede preguntar a cualquier persona adulta de Ayoó;
todos saben y entienden de molinos. La cálida y tierna harina recién molida, y
su especial olor; la luz de velas, candiles o tardías linternas; los
impacientes animales que esperan atados en la herradura clavada en el marco de
la puerta, y las continuas caídas por el camino del piloto y su carga; las
polvorientas “fardelas” y las cuerdas que no aparecen en el justo momento de
atar sus bocas; los fríos paseos nocturnos con sus tropezones para no dejar sin
alimento la “entrimoja”; sacrificios, fatigas y aventuras pasadas, y un largo
etcétera de recuerdos también desgranan con nostalgia cuando reviven viejos
recuerdos molineros. El milenario mecanismo no se detendría más que por
mantenimiento o falta de agua, y así, por estar pendientes de su tarea, día y
noche trituró incansable granos y sueños. Tanto triturar se trituró a si mismo,
y hoy no nos queda en Vidriales un solo molino en activo para recordar sus
bondades: rudas, sosegadas, pero ecológicas y económicas. El último conservado, a la
altura de Tardemézar, pereció este año bajo los efectos de un incomprensible
fuego provocado. A veces, me asalta el pesimismo y creo estar ante la vieja
estrategia bélica de “tierra quemada”, basada en la destrucción y el abandono,
durante una retirada, de cualquier cosa que pudiera servir al enemigo. Aquí la
quema y el destrozo son para nuestra cultura popular, sus aperos, enseres y
máquinas, en la huída hacia ningún lugar por indiferencia ante un enemigo
llamado desarraigo, dueño y señor de la monotonía y el olvido. Por nuestros
arcaicos molinos, que en paz descansen.
P.D.- Los nombres de las partes del molino, son las usadas
en Ayoó seguramente durante siglos. Eso no quiere decir que sean las mismas que
se utilicen en los pueblos vecinos, y no digamos en otras comarcas o
provincias. Con dichas palabras se entendieron y entienden perfectamente, por
lo que me parecen actuales y válidas, en contra de lo que alguien pueda pensar,
y confío al publicarlas que adquieran el merecido reconocimiento y respeto.
Se aprende más historia contigo que con la enciclopedia ESPASA. Un saludo
ResponderEliminarestoy con Cisimo. eres la enciclopedia con patas.
ResponderEliminarTe has "enfariñao" Das a conocer lo antiguo y lo moderno. Un saludo del Valle
ResponderEliminarDejo este video sobre el molinero de Aliste para el que quiera ver un molino en funcionamiento. http://youtu.be/B1H8naDlBwA
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