El pasado domingo,
Ayoó fue destino de ruta y posterior tentempié en la III Concentración de
Clásicos de Castrocalbón, organizada por un grupo de aficionados en las
instalaciones deportivas de este pueblo de la vecina Valdería. Con la algarabía
propia de este tipo de actos, y siguiendo el célebre tópico, muchos no
encontraban, y el resto se perdieron cruzando Ayoó hacia el destino final,
Requeijo, lugar elegido por su amplitud, tranquilidad y belleza donde compartir
hermanados comida, bebida y sus historias sobre tiempos mejores, motores y
viajes. Hermosa afición, la de conservar auténticos mitos sobre ruedas,
aferrarse en los recuerdos especiales y a las extraordinarias máquinas que
marcaron un antes y un después en los desplazamientos por la piel de toro, y
hacer pública su pasión incondicional por estas reliquias, en su día símbolos
de modernidad y progreso, importantes herramientas de transporte o
independencia, o útiles masculinos por excelencia en el ligue o en posición
social. No me pude decantar por algún modelo en particular, el nivel de restauración y
mantenimiento es demasiado elevado para desmerecer ninguno de los
participantes, unos 150, 90 de ellos sobre solo 2 ruedas. Quizás alguien
debería volver la vista atrás y meditar sobre estas máquinas, que ni mostraban
el camino, ni aparcaban solas, ni contaban con mayor electrónica que la de los
nostálgicos casetes que llegaron a su máximo exponente cambiando de cara
automáticamente, pero que dejaban al viajero en su destino sin batería, aceite,
agua en el radiador o luces en la noche; así, leales artilugios con corazón de
hierro, pies hinchados y diseño sobrio y elegante que han pasado a la
posteridad como clásicos, en lo más extenso de su definición. Ha llovido
demasiado desde la patente del motor de explosión de Lenoir, en 1860: “Sistema
de motor de aire dilatado por la combustión de gases encendidos mediante
electricidad”, o la patente de 1886 de Daimler para su aparato: “Vehículo de
ruedas movidas por un motor de gas o petróleo”, y los delirios de los
diseñadores en vez de simplificar o eternizar, complican la mecánica hasta
niveles aberrantes, como las de ciertas marcas que para cambiar una sencilla
lámpara que se funde con extrema facilidad se debe desmontar el depósito del
líquido anticongelante, la batería, el paragolpes o la rueda delantera,
haciendo que el mínimo fallo se convierte en avería gorda y la cartera en pozo
sin fondo para estos simples mantenimientos. Recuerdo aquellos coches… se podía
saber cual pasaba con solo oír su motor; se podía ir de un lado para otro con
solo enseñar el pulgar hacia la dirección elegida, porque el conductor era un
caballero y el caminante un agradecido y educado compañero; se podía volver de
fiesta porque 5 ocupantes no era limitación, ni para la pericia del piloto ni
para la robustez del vehículo, era una razón de honor que nadie quedara
“tirado”; y en caso de avería se podían llevar a cualquier taller que con
garantía y precio razonable el coche, diseñado para sobrevivir a su dueño, volvería
a la carretera a contar años y kilómetros para llegar a nuestros días en manos
de conductores que saben valorar lo extraordinario, la perfección en la
mecánica, la fiabilidad y dureza bajo la apariencia de nostálgicos y coloridos
iconos del pasado siglo, pero que ya forman parte de la historia universal. Y
qué decir de las motos, las hermanas mayores y ricas de las bicis, que salen
más lejos y gritan más alto, las que llevan un joven corazón e inculcan eterna
juventud a sus pilotos convirtiéndoles en nexo entre el cielo y el suelo, proporcionándoles
esa indescriptible sensación de libertad, de elección, de permanente contacto
con la naturaleza… de respeto por estas máquinas míticas sobradas de leyendas. Unos
amigos de Castrocalbón son los culpables de estas concentraciones y
exposiciones; también me han dicho que colabora BMC La Bañeza, (Bañeza Motos
Clásicas): mi felicitación por el agradable rato pasado, lástima que vuestras
llamadas al ayuntamiento ayoíno para promocionar el evento no encontraran mayor
interlocutor que el médico ¡…! y si alguno nos enteramos fue de casualidad.
Otra vez será.
OLE EL REPORTAJE . ERES EL REPORTERO MAS DICHARACHERO DEL VALLE VIDRIALES .
ResponderEliminarDE VERDAD QUE ESTOS COLEGAS DE LAS CLASICAS SE LO CURRAN. CUESTA MUCHO MANTENER EN PERFECTO ESTADO DE REVISTA ESAS MAQUINAS . UN ABRAZO A JAVI , JAVI , PEPE , TINO , Y TODOS LOS AMIGOS DE CLASICAS.
Menudo reportaje fotografico y literario Joaquin!!!!!!
ResponderEliminarmuy buen trabajo, están en todos los sitios
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