Así debería ser: tras
cinco días de duros y obligados quehaceres, y quizás una mañana de tareas
sabáticas, siempre debería acontecer una merecida tarde de bien entendida
gloria. La tarde del 9 de Mayo la recordaré, y por lo visto no fui único,
sobresaliente en este sentido.
El
tema era atrayente, II Encuentro de Dulzaineros. El lugar ideal por la cercanía,
Castrocalbón; al lado de casita, para no perder el tiempo en viajes. Entorno de
lujo, la zona recreativa, acogedora y mimada. Un escenario tan simple como
expresivo, los Pendones de Castrocalbón y Calzada hombro con hombro; historia y
tradición, muestra del hermanamiento que pronto se haría notar. La presentación
inmejorable, divertida y amena, a cargo de Marcos García, quien da clases en
éste pueblo de música y danza. Un grupo de bailes regionales con solera, “La
Arquilla” nos deleitó con su buen hacer. Y mucha gente, sobre todo mujeres,
ataviadas al modo tradicional: así debería ser.
Comenzó
el evento con un pasacalles como los de siempre, presidido con las hermanas
pequeñas de los Pendones expuestos, las Pendonetas. Qué mejor toma de contacto
que integrarse entre la gente, allá donde estuvieren; qué mejor preámbulo que
mostrar el pueblo a los invitados. Así debería ser.
La
climatología nos obsequió con calorcito, se agradecía la sombra del recién
estrenado frontón, como también la previsión de asientos para el numeroso
público. El anfitrión abrió el acto, el conocido Grupo de Dulzaineros de
Castrocalbón, acompañados al baile de “La Arquilla”. Muy bien. Y mejorando el
buen comienzo estuvo el homenaje a un maestro de la dulzaina, Antonio
“Patarita”, natural de San Esteban de Nogales, que cuenta 92 años. Me dijo un
pajarito que de niño le cogía la dulzaina al padre y se escondía en el pajar,
para tocar aprovechando la natural insonorización de la paja. Pero de nada
servía ante el penetrante sonido del instrumento tomado sin permiso, y muchas
veces encontró más que palabras de desaprobación. Daba igual, de cualquier
forma tenía que domar lo que le sirviera de sustento el resto de su vida. Con
unas palabras de agradecimiento nos recordó los cientos de veces que soplara y
resoplara en los festejos de éste pueblo, asegurando que “fue mucho de
Castrocalbón”. Como no podía ser de otra forma, al final sacó de su estuche una
dulzaina de más de 100 años, de antes de él nacer, dijo, y tocó un par de temas
para ovación general.
El
escenario se fue llenando paulatinamente de grupos, aparentemente con los
mismos instrumentos, pero ni de lejos los mismos matices. Muchos géneros,
algunos desconocidos para mí, ejecutados con maestría arrancaron el unánime
aplauso del numeroso público tras cada pieza. Quise apuntar los nombres y sus
temas, pero cuando revisé los apuntes me di cuenta que lo hice mal. O bien no
sirvo para periodista, o me absorbió la calidad del acto. Mil perdones, pero no
quisiera olvidarme de nadie ni mentir en las presentaciones. Alabo por lo visto
la idea de Mateo de organizar el I encuentro de Dulzaineros en Trobajo del
Cerecero, la recogida de guante del grupo de Dulzaineros de Castrocalbón, y la
tercera edición, que sea donde sea allí nos llevará, si alguna desgracia no lo
impide. Todos unidos por nuestra música, así debería ser.
Solicito
permiso para destacar un par de tres cosas: la primera la sorpresa que nos
tenía preparada el grupo Bañezaina, al interpretar un tema de Mago de Oz y la
banda sonora de Piratas del Caribe; parece increíble adaptar con tanto gusto
música y ritmos actuales a la particular dulzaina, eso es innovación, y así
debería ser.
La segunda
es la preparación en tiempo record de un par de temas por Alfonso, José María y
las Pandereteras, quienes nos deleitaron con una jota y un pasodoble. Un “otra,
otra…” del público puntuaron la actuación con la máxima nota. Es algo que
define a los maestros, la improvisación; así debería ser.
La
tercera, por los comentarios, el sobresaliente para Alberto Jambrina y Pablo
Madrid. Decir la boca abierta es poco decir, quienes estaban detrás de mí,
participantes dulzaineros, aseguraban que simplemente aquello no se podía
tocar, qué íbamos a opinar los neófitos… Broche de oro, así debería ser.
Y así
debería ser, y acabo como comencé; ojalá cada poco se brinden este tipo de
actos, que haberlos hailos, pequeños detalles artísticos que evidencian la
increíble vitalidad de nuestros pueblos y sus gentes; además, en contra de todo
pronóstico. Y para que no se nos olvidara, todos juntos, soplando y redoblando
a la vez se despidieron con un épico “todos somos de León”, versión pasodoble.
Después ellos se irían a merendar para reponer fuerzas… que así debería ser.
Vídeo de de la página amiga Apréstamo Astur Leonés
FANTASTICO; FELICITACIONES
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